¿De dónde sacamos la idea que no podemos cambiar? Muchos de nosotros nos justificamos con nuestras malas acciones afirmando: siempre he sido así. Mi abuelo lo fue, mi papá también así que ¿qué podemos esperar de mí? Así soy yo. No puedo evitarlo. ¿Qué sucede cuando estamos enfermos o algo de nuestro cuerpo no funciona bien? Sencillamente buscamos ayuda del médico. O si nuestro vehículo no funciona correctamente, buscamos ayuda del mecánico. Acaso, ¿no deberíamos hacer lo mismo con nuestros corazones? Jesús puede hacerlo. Él desea que tengamos un corazón como el suyo. ¡Qué gran oferta! ¿no cree? Estamos seguros que todo lo queremos. Hay dos elementos fundamentales que nos toca hacer. El compromiso es uno de ellos. Es tener el firme deseo, tenacidad impulsora de llegar a le meta. El otro es la disciplina. Es el principio de la vida de lograr lo que se quiere, haciendo las cosas que no queremos hacer. Un deportista necesita ambas cosas para triunfar. La habilidad no es suficiente para triunfar. Si no tiene compromiso y disciplina será muy difícil que logre el éxito. Un deportista perezoso por muy talentoso nunca triunfará. Jesús desea hacernos nuevas criaturas, ¿lo estamos permitiendo? El primer encuentro de Pedro con Jesús le marcó para siempre para el inicio de una nueva y definitiva carrera en su vida.
Jesús sabe quiénes somos. Tú eres Simón (Juan 1:42). Observándolo intensamente, Jesús le indica que conoce muy bien quién era Pedro. Simón, su nombre original. Es importante darnos cuenta que no hay nada que podemos esconder de la vista de los ojos de nuestro Jesús. Hebreos 4:13 dice, Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia….Simón nos representa a todos con nuestras debilidades, heridas, amarguras, algún tipo de abuso del pasado. Esa era la personalidad de Pedro: ansioso, inconstante, hablaba sin pensar. Sin embargo a pesar de los que somos, Jesús puede hacer una gran obra en nuestras vidas. El cariño de la gente por lo general aumenta con el desempeño y disminuye con los errores. Pero no es así con el amor de Dios. Dios me ama tal como soy, pero rehúsa dejarme tal como soy.
Jesús sabe lo que podemos llegar a ser. Tú serás llamado Cefas. Cefas en arameo y Pedro en griego significa roca, piedra. Con esta expresión, Jesús de antemano le afirma la transformación completa en su vida interior que experimentaría. El carácter inestable de Pedro será cambiado por uno estable y seguro. ¿Lo necesitamos hoy? ¿Qué vio Jesús en Pedro y en nosotros? Un atributo divino de Jesús es la omnisciencia que es la capacidad de saber todo (1 Samuel 16:7 dice, …. Jehová no mira lo que mira el hombre….Jehová mira el corazón). Nuestro Señor estaba viendo a futuro en la vida y personalidad de Pedro. Quizá muchos de nosotros no hubiéramos escogido a Pedro para una misión como la de Jesús. Dirigir la iglesia en sus inicios era una gran responsabilidad y alto privilegio. La inversión de tiempo y paciencia de Jesús por tres años dieron fruto. A lo largo de la Biblia encontramos varias personas que fueron llamados por Dios para un gran trabajo. Todos ellos no eran capaces, sin embargo en las manos del Dios Todopoderoso todo cambia. En lo que respecta a nosotros, estamos de acuerdo que hay nada digno. Pero tal como Moisés, José, Pablo y Pedro, Jesús desea hacer en nosotros nuevas y valiosas criaturas para ser mejores hombres y mujeres y más efectivos en la obra que Dios nos ha encomendado. Es menester tal como Jesús mantenernos enfocados y no desviarnos de nuestra carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús (Hebreos 12:2).
Jesús puede y tiene el poder de transformarnos. Hebreos 11:6 dice, …es galardonador de los que le buscan. ¡Qué mejor premio podemos tener que tener a Jesús en nuestras vidas! Cristo puede garantizar nuestro futuro porque le pertenece. Por lo tanto, saquemos de nuestra cabeza que no podemos cambiar. Desde luego que hay un proceso en la transformación que Él desea hacer en nuestras vidas. El profeta Jeremías 18:1-6 hallamos la parábola del alfarero. Entre otras cosas describe cómo el alfarero tiene el trabajo de volver hacer la vasija. Y la vasija que él hacia se echó a perder…. Y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla….¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero….He aquí como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mis manos. El poder transformados de Dios en nuestras vidas. Hermanos, que en nosotros haya esa convicción que estamos siendo transformado en gloria en gloria (2 Cor. 3:18). Jesús hizo el cambio en Pedro y lo puede hacer en nosotros también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario