Un acto de amor es la llave para abrir las puertas de la esperanza y para creer que hay algo mucho mejor para nosotros y para aquellos que nos rodean. Sin embargo cuando no es el amor ni la compasión que nos afectan para bien y es la ira o el enojo sin control alguno, lograrán que hagamos cosas que después lamentamos. La ira descontrolada tal como fue el caso de Caín, fácilmente llega al resentimiento y la amargura la cual puede desgastar nuestro cuerpo. Cuando le damos la oportunidad, la ira, el enojo y el resentimiento destruye las relaciones entre Dios y nuestro prójimo. Cuando repartimos golpes a diestra y siniestra le abrimos puertas a nuestro enemigo. ¿Sabía usted que la ira no resuelve nada¿ Por lo general lo empeora.
El asesinato es espantoso, pero cuando ocurre dentro de la familia es más horrible aún. La palabra hermano es utilizada seis veces en este pasaje. Tal parece para acentuar lo grave del delito. ¿Qué podemos aprender del caso de Caín al matar a su hermano Abel? Sin duda que muchas cosas. Ambos tenían diferente tipo de oficio. Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Así también cada uno de ellos traen una ofrenda. Caín trajo del fruto de la tierra….Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. El texto bíblico no aclara el por qué de la aceptación de una ofrenda y el rechazo de la otra. Y miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Hebreos 11:4 da cierta luz, Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín. Sencillamente todos debemos estar sabedores, que la calidad de nuestra ofrenda representa la calidad de nuestro corazón. Abel ofreció lo mejor por su fe en Dios y reveló lo que había en su corazón. Por fe dio lo mejor a Dios. Tristemente la reacción de Caín no fue la mejor. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. En pocas palabras, Caín se enfureció muchísimo. Quizá él pensó que Dios fue injusto y por otro lado, demostró lo que había en su corazón, celos y envidia. Los celos es un fruto de la carne. Son una reacción en que una persona ve que otra recibe lo que según ella le corresponde a él. Saúl es otro personaje lleno de celos y envidia contra el joven David (1 Samuel 18:7-9). El envidioso quiere que el otro no tenga nada. Esta es una historia repetitiva. Un buen adorador y un mal adorador. Los celos y la envidia no han desaparecido de la escena mundial. La historia de Caín y Abel, Saúl y David no han terminado aún. Todos llevamos un poco o mucho de Caín y Saúl en nuestros corazones.
Con amor y sabiduría, el Señor confronta a Caín por medio de dos preguntas. ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? El dialogo que Dios pretende con Caín, es con el objeto de hacerlo reflexionar y supere su mala reacción. Todos tenemos la capacidad de decirle no al pecado igual que Caín. Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta, con todo esto a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Debido a que Caín no reaccionó bien, estaba dándole oportunidad al pecado para que éste lo domine. Sin embargo el Señor hace ver a Caín y a nosotros hoy que tenemos la capacidad de decirle no al mismo. Si hacemos lo malo, es nuestra culpa de nadie más. Todos podemos elegir libremente y responsablemente entre el bien y el mal. Caín y muchos de nosotros le damos lugar al pecado y no reaccionamos como debemos. Proverbios 14:17 dice, El que fácilmente se enoja hará locuras…el v. 29 agrega, El que tarda en airarse es grande de entendimiento, mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. Debido a esa falta de decisión en controlar su gran enojo, Caín mata a su propio hermano. La ira es un fuerte sentimiento de disgusto. Puede ser controlable por ello es importante cómo la manejamos (Ef. 4:26-27). La ira va fácilmente de la irritación al resentimiento y a la amargura. Esta anula el amor, el cuidado y aprecio en los demás. Hermanos, si no rehusamos a resolver nuestras amarguras y resentimientos que nos atan, no podemos tener comunión con nuestro Padre celestial (1 Juan 4:20-21). El rey Saúl terminó muy mal su vida porque no supo controlar la amargura en su corazón. ¿Dónde está tu hermano? Fue la pregunta a Caín. ¿Acaso nos hemos puesto a pensar que somos responsables del cuidado unos con otros? El Señor esperaba una confesión de Caín. Sin embargo una vez más, revela lo que había en su corazón. Su envidia, celos y amargura se reflejan por su respuesta. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? De forma sarcástica, insolente y con total falta de respeto al Señor, Caín responde a la pregunta. Las consecuencias de su grave falta no se dejan esperar (Génesis 4.10-13). Sencillamente, Caín permitió que el pecado lo dominara. Dejo que él se enseñorease de él.
Finalmente, si somos envidiosos, celosos o llenos de amargura, en el Nombre del Señor liberemos de ello. Si no lo hacemos lo anterior nos destruirá. Hoy debemos tomar la firme decisión de hacer los ajustes correspondientes. Demos gracias por aquellos que tienen hermosos dones espirituales y que Dios los usa maravillosamente. ¿Hay algo de Caín en nuestro corazón? Favor sacarlo fuera de él. No sigamos promoviendo esa lucha entre Caín y Abel en nuestra vida. La muerte de Jesús fue para ello. No dar lugar más al pecado de la envidia, celos y amargura en nuestra vida. No demos lugar a que el pecado nos domine. Tenemos la ayuda del Espíritu Santo (Romanos 8:26). Recordemos un acto de amor es la llave para abrir las puertas de la esperanza y para creer que hay algo mucho mejor para nosotros y para aquellos que nos rodean. Sin embargo cuando no es el amor ni la compasión que nos afectan para bien y es la ira o el enojo sin control alguno, lograrán que hagamos cosas que después lamentamos. Bendiciones a todos.
El asesinato es espantoso, pero cuando ocurre dentro de la familia es más horrible aún. La palabra hermano es utilizada seis veces en este pasaje. Tal parece para acentuar lo grave del delito. ¿Qué podemos aprender del caso de Caín al matar a su hermano Abel? Sin duda que muchas cosas. Ambos tenían diferente tipo de oficio. Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. Así también cada uno de ellos traen una ofrenda. Caín trajo del fruto de la tierra….Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. El texto bíblico no aclara el por qué de la aceptación de una ofrenda y el rechazo de la otra. Y miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Hebreos 11:4 da cierta luz, Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín. Sencillamente todos debemos estar sabedores, que la calidad de nuestra ofrenda representa la calidad de nuestro corazón. Abel ofreció lo mejor por su fe en Dios y reveló lo que había en su corazón. Por fe dio lo mejor a Dios. Tristemente la reacción de Caín no fue la mejor. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. En pocas palabras, Caín se enfureció muchísimo. Quizá él pensó que Dios fue injusto y por otro lado, demostró lo que había en su corazón, celos y envidia. Los celos es un fruto de la carne. Son una reacción en que una persona ve que otra recibe lo que según ella le corresponde a él. Saúl es otro personaje lleno de celos y envidia contra el joven David (1 Samuel 18:7-9). El envidioso quiere que el otro no tenga nada. Esta es una historia repetitiva. Un buen adorador y un mal adorador. Los celos y la envidia no han desaparecido de la escena mundial. La historia de Caín y Abel, Saúl y David no han terminado aún. Todos llevamos un poco o mucho de Caín y Saúl en nuestros corazones.
Con amor y sabiduría, el Señor confronta a Caín por medio de dos preguntas. ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? El dialogo que Dios pretende con Caín, es con el objeto de hacerlo reflexionar y supere su mala reacción. Todos tenemos la capacidad de decirle no al pecado igual que Caín. Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta, con todo esto a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Debido a que Caín no reaccionó bien, estaba dándole oportunidad al pecado para que éste lo domine. Sin embargo el Señor hace ver a Caín y a nosotros hoy que tenemos la capacidad de decirle no al mismo. Si hacemos lo malo, es nuestra culpa de nadie más. Todos podemos elegir libremente y responsablemente entre el bien y el mal. Caín y muchos de nosotros le damos lugar al pecado y no reaccionamos como debemos. Proverbios 14:17 dice, El que fácilmente se enoja hará locuras…el v. 29 agrega, El que tarda en airarse es grande de entendimiento, mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. Debido a esa falta de decisión en controlar su gran enojo, Caín mata a su propio hermano. La ira es un fuerte sentimiento de disgusto. Puede ser controlable por ello es importante cómo la manejamos (Ef. 4:26-27). La ira va fácilmente de la irritación al resentimiento y a la amargura. Esta anula el amor, el cuidado y aprecio en los demás. Hermanos, si no rehusamos a resolver nuestras amarguras y resentimientos que nos atan, no podemos tener comunión con nuestro Padre celestial (1 Juan 4:20-21). El rey Saúl terminó muy mal su vida porque no supo controlar la amargura en su corazón. ¿Dónde está tu hermano? Fue la pregunta a Caín. ¿Acaso nos hemos puesto a pensar que somos responsables del cuidado unos con otros? El Señor esperaba una confesión de Caín. Sin embargo una vez más, revela lo que había en su corazón. Su envidia, celos y amargura se reflejan por su respuesta. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? De forma sarcástica, insolente y con total falta de respeto al Señor, Caín responde a la pregunta. Las consecuencias de su grave falta no se dejan esperar (Génesis 4.10-13). Sencillamente, Caín permitió que el pecado lo dominara. Dejo que él se enseñorease de él.
Finalmente, si somos envidiosos, celosos o llenos de amargura, en el Nombre del Señor liberemos de ello. Si no lo hacemos lo anterior nos destruirá. Hoy debemos tomar la firme decisión de hacer los ajustes correspondientes. Demos gracias por aquellos que tienen hermosos dones espirituales y que Dios los usa maravillosamente. ¿Hay algo de Caín en nuestro corazón? Favor sacarlo fuera de él. No sigamos promoviendo esa lucha entre Caín y Abel en nuestra vida. La muerte de Jesús fue para ello. No dar lugar más al pecado de la envidia, celos y amargura en nuestra vida. No demos lugar a que el pecado nos domine. Tenemos la ayuda del Espíritu Santo (Romanos 8:26). Recordemos un acto de amor es la llave para abrir las puertas de la esperanza y para creer que hay algo mucho mejor para nosotros y para aquellos que nos rodean. Sin embargo cuando no es el amor ni la compasión que nos afectan para bien y es la ira o el enojo sin control alguno, lograrán que hagamos cosas que después lamentamos. Bendiciones a todos.
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