Del escritorio del pastor: Consecuencias del pecado oculto (Josué 7:1-5)
Todos sabemos que las apariencias engañan. Cuando hablamos de reputación, nos referimos a lo que gente cree que somos (imagen). Por otro lado, carácter es lo que Dios sabe quién soy. Cuando hablamos de ambas situaciones, nos damos cuenta que uno de nuestros grandes problemas de nuestra sociedad hoy día, es la falta de valores. Esos valores, deben estar bien cimentados en lo profundo de nuestro corazón. Estos valores son fundamentales para lograr el éxito en la vida y que el mismo tiempo, Dios sea glorificado también. Los fracasos espirituales y morales vienen como consecuencia cuando no somos fieles a esos valores. La historia de Acán en Josué 7, puede ser la cualquiera de nosotros. A decir verdad, somos muy diestros en ocultar nuestros pecados olvidando que los mismos nos llevan a la ruina espiritual. Mi pecado aflige a Dios, nos hace daño y en muchas ocasiones, afecta a otros (familia, iglesia, amigos etc).
La primera consecuencia de los pecados ocultos es que no obedecemos las reglas divinas. Josué había recibido las instrucciones en el capítulo 6 donde claramente dice, que ellos no debían tomar para sí nada de la ciudad. Todo debía ser quemado como tributo al Señor Dios Jehová de Israel. Sin embargo, el capítulo 7 inicia con un pero. Ellos o mejor dicho Acán, desobedeció esas reglas. Es de mencionar que aunque uno fue el que desobedeció, la palabra indica que Israel como pueblo fue culpado y sufrieron las consecuencias. Esto debe ser de reflexión, el creyente rebelde afecta seriamente la obra y familia de Dios. Aunque algunos órganos del cuerpo funcionen bien y otros no, esto afectará el funcionamiento del cuerpo humano. Así también en la iglesia es lo mismo. El pecado siempre tiene consecuencias que tarde o temprano enfrentaremos. Y la ira de Jehová se encendió contra los hijos de Israel. Esto es como la ley de la siembra y la cosecha. Siempre cosecharemos lo que sembramos (Gálatas 6:7). Aunque sus consecuencias no siempre son inmediatas y hasta parecen mínimas, pero con el tiempo veremos las tristes consecuencias a enfrentar. Los pecados ocultos echan raíces profundas en el suelo del corazón, con el tiempo esas raíces, brotan. Debido a la brillante victoria en Jericó, el pueblo se llenó de vanidad olvidando cómo ocurrió esa victoria. Todo lo hizo el Señor. El pueblo únicamente dio vueltas alrededor de las murallas y gritar en el día indicado. Esta victoria provocó exceso de confianza en ellos mismos, No suba todo el pueblo….porque son pocos. Lo que ellos esperaban como otra victoria fácil y segura, se convirtió en una derrota inesperada y vergonzosa. ¿Falló la estrategia militar?
La segunda consecuencia es la derrota en nuestra vida. Josué había recibido una hermosa promesa, Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida (Josué 1:3, 5). Por lo tanto la derrota era inexplicable para Josué y el pueblo. ¿Qué pasó? Josué inmediatamente reacciona y veamos cómo lo hace. Primero con temor, desánimo y reclamo a Dios por la derrota (v. 5-7). ¿Por qué….? Lleno de dolor, confundido y con temor se acerca el Señor. Debemos tener presente siempre que el pecado cierra el poder del Dios de los cielos. La oración de Josué y la nuestra hoy, no tendrá ningún efecto mientras haya pecado oculto en nuestras vidas (Salmo 32:3-5). 1 Juan es la medicina eficaz para ello, Si confesamos nuestros pecados….Proverbios 28:13 agrega, El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. Así que dejemos de justificar nuestras malas acciones. El Señor responde a Josué, Levántate, Israel ha pecado…Así que deja de orar y santifíquense para retomar la senda de la victoria. Debido al pecado de un soldado, perdieron la batalla. Por lo tanto. Los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos…. ni estaré más con vosotros. En muchos casos, nosotros mismos impedimos la bendición del Señor en nuestras vidas. Aunque el pecado fue en lo oculto, las consecuencias fueron públicas.
Tercero, el pecado oculto debe ser confrontado honestamente. Recordemos la ley de la siembra y la cosecha. Debido a ellos, debemos tener el valor y capacidad de enfrentar el pecado. Veamos cómo la hace Josué. Lo hizo de forma inmediata. Levantándose de mañana (v. 13). Siguió las instrucciones divinas. Fue rigoroso y firme. No podía permitir otra acción similar. Buscó por cada tribu hasta llegar al culpable. Acán. Las consecuencias fueron duras, ejemplares a pesar de la confesión del culpable (v. 19-26). Tratando de entender el contexto del pasaje, Dios actuó así para sentar un precedente para todo el pueblo. Vemos algo similar en Hechos 5 en el caso de Ananías y Safira. Es interesante que después del caso de Acán, no se registra otro caso igual durante el tiempo de Josué. El castigo fue ejemplar para los demás (Hebreos 10:31, 12:6). ¿Cómo está nuestra vida personal delante de Dios? ¿Tenemos costumbres que no agradan al Señor? Es el momento oportuno que lo confesemos y nos alejemos de ello. Nuestra relación con el Señor será mucho mejor. Bendiciones a todos.
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ResponderEliminarHola que hermoso mensaje, en mi iglesia hay pecados que impiden que Dios se manifieste, es triste,ya n es la misma de antes, es como si estuviera enferma, no hay animos, los líderes se van, no hay evangelismo, hay division, hay desunón... pero qué se puede hacer si uno está solo(a) o son muy pocos los que tomamos conciencia de la situación.. como una obra tangrade de tantos años , puede terminar tan mal'..
ResponderEliminarHola que hermoso mensaje, en mi iglesia hay pecados que impiden que Dios se manifieste, es triste,ya n es la misma de antes, es como si estuviera enferma, no hay animos, los líderes se van, no hay evangelismo, hay division, hay desunón... pero qué se puede hacer si uno está solo(a) o son muy pocos los que tomamos conciencia de la situación.. como una obra tangrade de tantos años , puede terminar tan mal'..
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