lunes, 14 de noviembre de 2011

Somos el Cuerpo de Cristo

Del escritorio del pastor:  Somos el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:11-25)
            No hay maquina más maravillosa que el cuerpo humano.  La ciencia aún con su avance tecnológico no ha podido fabricar algo parecido a lo que Dios hizo en nuestro cuerpo.  Todos los miembros de nuestro cuerpo están perfectamente instalados en el lugar correcto con la función correcta.  Todos ellos trabajan armoniosamente y en colaboración perfecta.  Nunca se ha visto que algún miembro se oponga a colaborar para que el cuerpo no funcione bien.  Pablo en Efesios 5:23 afirma que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Como tal, somos llamados a funcionar lo mejor posible así como nuestro cuerpo lo hace.   Para que la iglesia funcione bien, sigamos algunas recomendaciones que encontramos en la Palabra de Dios.
            Dios nos ha colocado en Su cuerpo como él quiere.    Cuando hablamos de don espiritual, nos referimos a aquellas capacidades sobrenaturales que vienen de Dios y nos sirven para equipar y edificar la iglesia del Señor.    Una iglesia que adolece de dones espirituales no funciona bien.  Los dones espirituales Dios los da por dos sencillas razones.  Primero, para provecho (1 Cor. 12:7, Pero a cada uno le es dada la manifestación para provecho).  O sea, para el bien de los demás (la iglesia).  Todos debemos disfrutar de los dones de nuestros hermanos.  Nuestros dones no están reservados para unos poco. Segundo, para servir a los demás y glorificar a Dios (1 Pedro 4.10-11, minístrelo a otros…para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo…).    Hay un detalle relevante en cuando a recibir los dones. Aquí entra lo que llamamos la soberanía de Dios.  Repartiendo a cada uno en particular, como él quiere (1 Cor. 12:11)….Mas Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiere (1 Cor. 12:18).  Claramente queda establecido que es potestad de Dios la distribución de los dones no de nadie más. 
            Siendo muchos somos singulares (1 Cor. 12:12-21).  Aunque el cuerpo humano tiene muchos miembros, cada uno de ellos son singulares.  Lo mismo sucede en la vida de la iglesia.  Todos somos útiles en la obra de Dios, nadie es excluido.    No te necesito.  Esta expresión debe ser prohibitiva en cualquier iglesia.  Nadie debe sentirse superior ni tampoco inferior.  Así también todos los ministerios dentro de la iglesia somos interdependientes unos con otros.  No importa la función que hagamos.  No hay sitio para el individualismo.  Es un llamado a la cooperación.   Para que no haya desavenencia….sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros (1 Cor. 12:25).  Cada miembro tiene su propia labor (1 Cor. 12.28-31).  Esto es pertinente para la vida de la iglesia de hoy.  No todos podemos hacer lo mismo.  No todos hemos sido llamados a ser pastores, maestros, músicos, cantantes, hablar lenguas etc.  Pablo en 1 Cor. 12:29-30, hace una serie de preguntas retóricas que deben responderse  con un no rotundo.  ¿Son todos apóstoles?  ¿son todos profetas?  ¿todos maestros?  ¿hacen todos milagros?  ¿Tienen todos dones de sanidad?  ¿hablan todos lenguas?  ¿interpretan todos?     Como se dijo ya, todas estas preguntas se responden con un no.  Somos singulares en el cuerpo de Cristo y debemos estar satisfechos en el lugar que Dios nos tiene.  2 Timoteo 1:6 encontramos la exhortación de Pablo al joven Timoteo, avives el fuego del don de Dios que está en ti.    Avivar es mantener el fuego vivo.  Es tener la responsabilidad de mantener los dones espirituales recibidos activos.   En servicio y edificando al pueblo de Dios.  Todos tenemos un lugar especial dentro del Cuerpo de Cristo.
            Finalmente, anhelemos el don del amor sobre todos los demás (1 Cor. 12:31, 13:13).  Procurad, pues, los dones mejores.  Mas yo os muestro un camino aun más excelente.  No es malo tener dones espirituales. Pero de nada sirve si nos hemos olvidado del amor.  El mayor de las tres virtudes cristianas (fe, esperanza y amor)  el mayor y permanente es el amor (1 Cor. 12:13).  El amor es superior a los dones, a la fe y a la esperanza, porque Dios es amor (1 Juan 4:8).  Todo lo demás es temporal.  Amados hermanos, funcionemos en base a nuestros dones.  Que no haya competencia entre nosotros mismos.  Alejemos los celos y envidias espirituales.  Seamos un equipo de trabajo en unidad y amor.  Bendiciones a todos. 
           

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