Del
escritorio del pastor: La parábola del hijo pródigo I parte
(Lucas 15:11-24).
Una de las parábolas mas conocidas y
que ha tenido un gran impacto es justamente la del hijo pródigo. De manera maravillosa y con gran sabiduría,
Jesús describe una situación familiar que sigue repitiéndose hoy dos mil años
después. Es un hogar monoparental (un
hogar con un solo padre). El hijo menor exige a su padre que le de la parte de
la herencia que le correspondía. Tomando
en cuenta la cultura del medio oriente, la petición del hijo era considerada
como una falta de respeto. Parafraseando
la petición del hijo, equivale a
decir: ¡Padre, estoy ansioso que te
mueras! Un típico padre de esa región le
respondería con una fuerte bofetada y lo echaría de casa. Normalmente la herencia se entregaba
después de haber muerto el padre no antes.
Y si se daba antes, era decisión del padre nunca del hijo. Este joven, en pocas palabras estaba ansioso
de marcharse de casa. Deseaba vivir su
vida a su antojo y sin ningún tipo de restricción alguna. ¿Cuántos jóvenes hay todavía así? Desesperados por salir de casa porque no
desean la disciplina y corrección de sus padres. Papá contrario a lo que la costumbre
indicaba, acepta la petición del hijo.
Seguidamente haber recibido la
herencia, el hijo convierte todo en dinero en efectivo y toma la decisión de
marcharse de casa lo más lejos posible.
No deseaba tener ningún tipo de contacto con su padre y demás
familiares. Se
fue lejos a una provincia apartada….(v.
13). ¿Pensaría regresar alguna vez a
casa? No lo sabemos.
En ese lugar, este joven inexperto, desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Dilapidar es gastar desordenadamente lo que se
tiene. Su inexperiencia la demuestra en la manera que
usó lo recibido. En ningún momento
demuestra sensatez, precaución y pensar en el mañana por cualquier situación
inesperada que viniere. Y es justamente
lo que pasó. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre…..y comenzó a
faltarle (v. 14). Lo que él menos
esperaba le sucedió. Se acabó el dinero,
los amigos, tiene hambre, ¡bienvenido a la realidad! Sin ninguna otra opción, debe buscar un
empleo. Lo que único que pudo hallar es apacentar cerdos. Ese sería justamente el último empleo que
un judío deseaba. Humillante, estaba en
el fondo. Salió de casa con tantas
aspiraciones, sueños, ilusiones, planes y tantas imágenes en su cabeza de lo
que llegaría ser. Menos cuidar cerdos.
La vida estaba enseñándole otra
faceta que no estaba acostumbrado y no estaba preparado. Volviendo
en sí (v. 17). Creemos que esto da
un giro completo a esta historia.
¡Despertó a la realidad! Tuvo su
momento de recapacitar y llegar a la conclusión que debía tomar la decisión que
nunca esperó tomar, regresar a casa, donde papá. Él pensó pedir perdón y que le diese empleo
como otros empleados de su padre. Y
levantándose, vino a su padre. Esto
es importante. Este joven no se quedó
únicamente en buenas intenciones. Llevó
a la práctica lo que había pensado que debía hacer y actúo prontamente. Aunque difícil, era la mejor decisión a
tomar.
Es interesante que este muchacho no
regresa como salió. Cuando se fue, iba lleno de orgullo, vanidoso, con muchos
recursos y bien vestido. Su regreso es
completamente diferente. Pero aún con
todos esos detalles, papá lo reconoce de lejos e inmediatamente hace lo que
este muchacho no esperaba. El padre a
pesar de su edad corre y lo besa
repetidamente. En la cultura de entonces, correr no era propio de su
persona, dignidad y posición social. Sin
embargo eso no importaba. En ese momento
papá está más interesado en demostrarle a su hijo todo su amor. Todo el discurso que llevaba planeado
decirle a papá se interrumpe por algunos órdenes dadas por él a sus
criados. Sacad el mejor vestido (uno digno de su hijo), este muchacho había
llegado en harapos. Poned anillo en su mano (símbolo de poder y autoridad). Su hijo regresó y está restableciéndole con
plenos poderes. No como jornalero sino
como su hijo. Calzado en sus pies (no como esclavo, ellos en ese tiempo no lo
usaban). Y traed el becerro gordo…y
comamos y hagamos fiesta, porque mi hijo muerto era, y ha revivido, se había perdido, y es hallado. Este muchacho nunca pensó tener un
recibimiento de esa naturaleza. El perdón
estaba implícito. De nuevo en casa y
papá muy feliz. Hermosa historia que bien podría ser la
nuestra. Busquemos el espíritu de perdón
que se mueve dentro de la historia y apliquémosla en nuestras vidas y
familia. Bendiciones a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario