martes, 5 de junio de 2012

Disfrutando de las promesas divinas en medio del sufrimiento (1 Pedro 1:3-9)


Disfrutando de las promesas divinas en medio del sufrimiento (1 Pedro 1:3-9).
            Cuando hablamos de promesas divinas, nos referimos al compromiso que Dios ha contraído de hacer cosas a favor nuestro.  Dios mismo se ha comprometido obligándose a ello.  Dice un refrán:  No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.  Mientras estamos aquí en la tierra, todos estamos expuestos a tener que pasar experiencias nada agradables.  A nadie le gusta pasar por esos momentos y tratamos de evadirlos a como de lugar.  El sufrimiento es un idioma universal.  Dios tiene un propósito en toda prueba permitida.   A pesar de nosotros, el Señor no tiene la obligación de darnos ninguna explicación del por qué permitan aquellas situaciones nada agradable.  Sin embargo, en medio de todo, ello encontramos grandes y hermosas promesas del amor y bondad de Dios para nuestras vidas. 
            El apóstol Pedro en su primera carta tiene como tema principal la esperanza en medio del sufrimiento.    Sus lectores los identifica en el v. 1:  a los expatriados de la dispersión.    Eran judíos extranjeros que vivían  fuera de Israel y que estaban sufriendo la diáspora, termino que alude al esparcimiento de los judíos por todo el mundo conocido.  El propósito de Pedro al escribir su carta era de infundir ánimo a todos ellos y hoy a nosotros también.  Es bueno tener en mente y presente, que el sufrimiento no pasa de moda pero tampoco las promesas divinas de su protección y de todo aquello que Dios tiene a favor nuestro.  La esperanza es algo que estamos esperando que suceda en beneficio nuestro.  Obviamente es algo bueno.   Pedro en sus primeros versículos describe una serie de promesas que hacen que nuestra vida aunque estemos pasando por momento difíciles podamos enfrentarlas con ánimo, esperanza y fe en que saldremos adelante y que nuestro futuro será mucho mejor.
            Veamos esas promesas.  Tenemos una herencia permanente (v. 4). Herencia es algo que se nos entrega cuando normalmente el donante ha muerto y se da la herencia a los beneficiados.  ¿Qué tipo de herencia estamos heredando?   Pedro las enumera:  incorruptible (no se daña), incontaminada (pura sin suciedad) e inmarcesible (no se marchita), reservada en los cielos para vosotros.  Estas tres cualidades apuntan hacia lo permanente, lo duradero lo que no tiene fin.  Los bienes materiales están sujetas a constantes cambios y variantes.  No así lo que Dios nos ha prometido.   Nuestra herencia está reservada en lugares muy seguros.  Así mismo, Dios nos ha prometido su protección divina (v. 5).     Sois guardados por el poder de Dios mediante la fe….Con convicción evocamos el himno escrito por el reformador Martín Lutero,  Castillo fuerte es nuestro Dios.  Él es defensa y escudo a favor nuestro.  El Salmos 121:7 dice, Jehová te guardará de todo mal…El propósito de su protección es que alcancemos la salvación prometida .  Hemos sido salvos para que disfrutemos de todo lo que nuestro Dios nos ha preparado (Juan 14:2, voy, pues ha preparar lugar para vosotros.  No podemos describir todo lo maravilloso que será ese lugar especial.
            Tenemos una fe en desarrollo (v. 6-7).   ¿Por qué Dios permite las pruebas en nuestras vidas?  ¿Acaso no sería mejor que Cristo nos llevara inmediatamente a su presencia cuando creemos en él?  Pero la realidad es otra.  Aunque no nos guste aceptarlo, las pruebas son necesarias.  ….si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas.   Santiago 1:2 dice, que debemos tener gozo cuando venga la prueba y no la queja, llanto o reclamo.  Aunque las pruebas son angustiosas, dolorosas, difíciles estas son necesarias para humillarnos, pongamos nuestra atención en Dios y que nuestra fe avance y madure.  Finalmente, tenemos un Salvador invisible   y una salvación garantizada (v. 8-9).   A quien amáis sin haberle visto, obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.  Dios mismo garantiza nuestra salvación.  Juan 10:28 dice, Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás.    En medio de ellos, es menester recordar nuestra cuota de responsabilidad que Pablo describe en Fil. 2:12, …ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.  Ocuparse, significa trabajar en algo sin interrupción hasta terminarlo por completo.  Es la responsabilidad que tenemos en obedecer los principios bíblicos en el proceso de santificación.  Mediante un temor saludable a Dios y respeto profundo para no ofenderle con nuestras acciones, palabras, hechos, sentimientos etc.   Así que si estamos pasando por un mal momento, tengamos en mente lo que Pedro nos dice en este pasaje.  Bendiciones a todos.

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