Del
escritorio del pastor: Recordemos quiénes somos (I parte, 1
Pedro 4:1-5).
Así que somos embajadores en nombre
de Cristo (2 Cor. 5:20). Con estas
palabras, Pablo desea que cada creyente en Cristo viva como tal. Representamos el Reino de Dios aquí en la
tierra. ¡No debemos olvidar quiénes
somos! Dependiendo de nuestro
compromiso y comportamiento, las personas serán atraídas o rechazadas para que
entren o no a un lugar llamado cielo.
Aquí en la tierra, tenemos fuertes compromisos con nuestro Dios para
representarlo lo mejor posible, ¿cómo lo estamos haciendo? Todos buscamos un significado y valor y
debemos anhelar dejar huellas perdurables en nuestra vida. ¿Estamos influyendo en los demás? Lo que creemos, hacemos y somos debe
recordarnos quiénes somos. ¡Somos el
pueblo de Dios!
Pedro nos dice que somos un pueblo que ya no servimos al pecado
(v. 1). Vosotros también armaos del
mismo pensamiento. Nuestro modelo a
seguir es Cristo (3:18). Todo creyente
debe tener la mentalidad que estamos en un campo de batalla espiritual. No andamos de vacaciones (Ef. 6:10-13). Por lo tanto, debemos vivir de forma diferente. Terminó
con el pecado (v . 1b). No significa
que ya no pecamos o somos inmunes a él (1 Juan 1:8), es más bien que ya no
pecamos como un estilo de vida consciente y permanente (Romanos 8:6-9). Es ahí donde todo creyente debe ser sensible
a la voz de Dios para saber lo que es bueno y agradable a Dios y lo contrario. Somos un pueblo, ya no somos dominados por viejos deseos (v. 2ª, para
no vivir el tiempo que resta en la carne….). Desde luego que todos tenemos fuertes luchas
que librar. El conflicto es real e
intenso. Somos impotentes cuando
intentamos librar la batalla solos.
Hermanos, únicamente la gracia de Dios hace la diferencia. Gracias
doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (Romanos 7:25ª). Nuestra vida debe vivirse no satisfaciendo
las pasiones humanas. Glorificar a Dios
en cuerpo y alma (2 Cor. 5:17). No vivo
yo más Cristo en mi (Gálatas 2:20).
Somos un pueblo que debemos vivir según la voluntad de Dios (v.
2b, …sino conforme a la voluntad de Dios). La voluntad de Dios es buena agradable y
perfecta (Romanos 12:2). La voluntad
divina gira en torno a obedecer Sus principios aunque no gusten (1 Tes. 4:3, pues
la voluntad de Dios es vuestra santificación). La santificación viene como resultado de la
unión viva, permanente y amorosa con Jesús nuestra fuente de vida eterna. Los frutos se verán cuando andamos en la
voluntad de Dios: Tendremos una vida
transformada. Seguiremos un modelo que
refleje que Cristo vive en nosotros.
Renunciaremos conscientemente a nuestros propios placeres que no
glorifican el nombre de Dios.
Entenderemos que la voluntad de Dios requiere fe y acción.
Somos un pueblo, hemos cerrado con la vida impía (v.
3). Baste
ya con el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles. Una vida cristiana agradable a Dios tiene
un solo camino no dos. No podemos seguir
viviendo con el mismo estilo de vida antes de conocer a Cristo. ¡Basta ya de ello! Pedro claramente enumera por lo menos seis
tipos de pecados que debemos dejar en el pasado (v. 3b). Lascivias (excesos lujuriosos sin medida). Concupiscencias (apetito degradante, el sexo
mal usado y no de acuerdo al regalo ordenado por Dios). Embriagueces (borracheras, uso excesivo
bebidas alcohólicas). Como creyentes
debemos tener una firme posición a la abstinencia total de bebidas alcohólicas
(Romanos 6:12, 14:12-21, Gálatas 5:21).
Hoy el uso del alcohol a alcanzado proporciones epidémicas. Orgías (fiestas prolongadas con uso de
inmoralidades sexuales y alcohol). Disipación (hoy llamadas parrandas). Abominables idolatrías (Romanos 1:23, es la adoración a ídolos donde se
incluían bebidas e inmoralidad sexual).
Somos un pueblo, extraño para el mundo (v. 4). Pablo nos pide en Romanos 12:2, No os conforméis a este siglo. Como hijos de Dios, no debemos seguir el
molde o patrones de conducta que el mundo ofrece. Todo lo contrario, que nuestro estilo resulte extraño para el inconverso. A
éstos les parece cosa extraña que vosotros no corrías como ellos….No debe
sorprendernos que las personas no cristianas no se sientan cómodas con nosotros
por no seguir sus prácticas, costumbres o estilo de vida. Finalmente, no olvidemos que al final daremos cuenta (v. 5). Pero
ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los
muertos. Esta es una verdad
olvidada, poco valorada y en algunos no creída (2 Pedro 3:10-14). Tarde o temprano daremos cuentas a Dios de nuestro
estilo de vida. Es mejor que lo creamos
(Apoc. 20:11-15, Daniel 12:2). La
palabra es clara al respecto, Dios nos juzgará a todos pero con destino final. Pero es hoy donde podemos tomar esa decisión
y ser así parte del pueblo de Dios.
Bendiciones a todos.
Pidamos a Dios por nuestras almas y guiemos a quienes todavia no han recibido a Dios para que vengan a él.
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