Del
escritorio del pastor: Principios de vida en José (Génesis
50:15-26).
Si
nos tocara describir nuestra propia vida, ¿cómo lo haríamos? ¿Estamos logrando lo que deseamos? ¿Consideramos nuestra vida exitosa? El secreto del éxito en nuestra vida, lo determina
lo que hacemos cada día con la ayuda de Dios.
Lo mismo sucede con el fracaso.
Nada ni nadie podrá cambiar su vida, hasta que no cambiemos lo que
hacemos a diario.
Es
como la vida de la hormiga y el saltamontes.
Durante el verano y el otoño la hormiga trabaja sin cesar juntando
alimento. Mientras tanto, el saltamontes
juega a lo largo del verano. Cuando
comienza el fresco invierno, la hormiga se va a su hogar y disfruta de la vida
mientras el saltamontes se muere de frío
y hambre debido a que se dedicó a jugar.
El saltamontes y muchos de nosotros, no hemos entendido que la única
preparación adecuada para el mañana es un buen uso de hoy. Todos así como José, debemos saber dirigir
nuestra vida y así afrontar los retos por venir. José lo hizo y es un buen modelo a
seguir. La letra de un conocido himno
dice: Cada día Cristo está conmigo, me consuela en medio del dolor. Pues confiando en su poder eterno, no me
afanó, ni me da temor….
José
fue un hombre humilde. El mundo de
hoy nos empuja a buscar el éxito sin importar el precio a pagar. El síndrome del éxito es en muchos casos
sinónimo de orgullo, arrogancia, vanidad y ego muy alto. 1 Juan 2:15-16 nos recuerda: No
améis al mundo…..Porque todo lo que hay en el mundo…..no proviene del Padre,
sino del mundo. Orgullo es la
actitud que nos induce a acreditarnos nuestros éxitos, y a culpar a otros por
nuestros fracasos. José demostró ser un
hombre humilde. Tuvo la capacidad de
hacer labores que no estaba acostumbrado.
Fue capaz de perdonar a sus hermanos y ratificó que fue Dios no ellos
que lo habían enviado a Egipto (Gn. 45:8, 50:18-21). La Biblia enseña que Dios exalta al humilde y
humilla al orgulloso (1 Pedro 5:5-6).
Compartir
el crédito con los demás (Gn. 40:8, 41:16).
La iglesia ha sido llamada a funcionar
como el cuerpo humano (1 Cor. 12). Todos
somos importantes en la labor que desempañamos.
Es por ello que debemos vernos como colaboradores no como competidores
(1 Cor. 3.5-6). Pablos nos llama servidores. Todos tenemos una labor a realizar. Enfoquémonos en el equipo no en nosotros
mismos (Fil. 2:3-5). José nunca quiso
el crédito para él (Gn. 41:33-36). Después
que José interpretó el sueño de Faraón, pudo agregar que él era la persona
idónea para ocupar el puesto y así aprovecharse para salir de la cárcel. Sin embargo no lo hizo. Recomendó qué hacer pero no con la intención
de aprovecharse de la gran oportunidad.
2 Cor. 3:5 dice: no que seamos competentes por nosotros
mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia
proviene de Dios. Todos debemos
tener esa mentalidad, nuestra competencia viene de Dios mismo.
Dispuesto
a renunciar a sus derechos (Gn. 45:11, 15, 50:15-21). En un mundo tan competitivo donde todos
reclamamos y hasta exigimos nuestros derechos, encontramos en Jesús un modelo y
ejemplo a seguir. Como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos (Mateo
20:28). Por ejemplo, en el hogar, los
esposos somos llamados a renunciar a nuestros derechos por el bien del
otro. Colaborar en casa. Tomar de nuestro tiempo para el bien del otro
y así por el estilo. Es la disposición a
subordinar nuestros intereses y derechos personales a favor del otro. José lo hizo.
Confortó a sus atribulados y sorprendidos hermanos cuando se dio a
conocer a ellos. No os entristezcáis, ni os pese de haberme
vendido acá, porque para preservación de vida me envió Dios delante de
vosotros. José perdió 13 años de su
vida del afecto y cariño de su padre.
Supo entender el propósito de Dios al permitirle venir a Egipto, para preservación de vida. Sus hermanos no merecían un buen trato,
José renunció al derecho de vengarse (el mundo así lo enseña) José superó esa debilidad y les dio amor
(Gn. 45:11), allí te alimentaré…..Y besó
a todos sus hermanos, y lloró sobre ellos (Gn. 45:15). Promovió la reconciliación y demostró no
tener ningún rencor alguno. José pudo
ser afectado por el resentimiento, la desilusión y afectarse su personalidad. Cuidemos nuestro corazón cuando tengamos el
poder de hacer el bien o el mal a alguien.
José supo disipar el temor de sus hermanos. Dejó en las manos de Dios todo y renunció
conscientemente a su derecho de vengarse a pesar de….(Romanos 12:17-21). ¿Cuál es nuestra situación hoy día? ¿Hemos sido desilusionados por alguien? ¿Hemos sido ofendidos? Imitemos a José y sus principios de vida. No se vengó.
Fue un hombre humilde. Supo
compartir el crédito, honró a Dios con su capacidad de interpretar sueños. Estuvo dispuesto a renunciar sus
derechos. Tomemos nota de lo anterior, y
seamos nuevas criaturas en Cristo olvidando el
pasado y viviendo un presente y futuro mejor. Bendiciones a todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario