Del
escritorio del pastor: Un acercamiento al Padre nuestro (Mateo
6:5-15).
A veces tenemos que llegar muy alto para ver
lo pequeños que somos. Fueron las
palabras de Felix Baumgartner, deportista de alto riesgo que rompio la barrera
del sonido este lunes 15 de octubre del 2012, al saltar desde más de 39,000
metros en caída libre. Su salto ha
durado 4 minutos y 20 segundos. Por
medio de la oración, nuestra pequeñez de agranda sencillamente porque nunca estamos tan alto delante de Dios, como
cuando estamos de rodillas.
Las Escrituras nos ordenan a orar
y hacerlo insistentemente (1 Tes.
5:17). La oración mejora nuestra
comunión, comunicación e intimidad con Dios.
Cuando oramos, seguimos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Atendiendo a la petición de sus discípulos en
Lucas 11:1, Señor, enséñanos a orar, como
también Juan enseñó a sus discípulos, a la respuesta de Jesús describe la
oración modelo conocida como el Padre nuestro.
Veamos algunos detalles interesantes en esta primer acercamiento.
Padre
nuestro (v. 9). Nos hace ver la
relación familiar padre-hijo al momento de buscarle en oración. Es el padre que es fuente de toda
provisión. Amor, bondad, esperanza etc. Efesios 1:3 dice: Bendito
sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. Así también como Padre requiere de sus
hijos obediencia. Es el Padre Dios que
nos ama y desea lo mejor para Sus hijo. Estás en los cielos, manifiesta una
relación espiritual-terrenal. No
significa que Su presencia está limitada a ese lugar especial. Salmos 139:7 dice, ¿A dónde me iré de tu presencia?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
No hay lugar que podamos escapar de la presencia de Dios. Al momento de dirigir nuestra oración sabemos
que debemos hacerla a Dios Padre.
Santificado
sea tu nombre (v. 9). Santidad es
uno de los varios atributos divinos de nuestro Dios. 1 Pedro 1:15-16 dice: sino,
como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra
manera de vivir, porque escrito está:
Sed santos, porque yo soy santo. Al
momento de acercarnos a Dios debemos hacerlo con toda la reverencia, temor y
respeto que merece nuestro Padre celestial.
En 1 Tes. 4:3 nos muestra cuál debe ser nuestro propósito de vida, pues
la voluntad de Dios es vuestra santificación….Así que la mejor manera de identificarnos
con ese atributo de Dios es dando el mejor testimonio posible por medio de una
vida santa (1 Pedro 1:17-18). Hemos sido
llamados a una vida santa para la gloria de nuestro Padre Dios.
Venga
tu reino (v. 10). Esa debe ser una petición constante. Un anhelo que el reino de Dios sea instalado muy pronto. El reino de Dios se refiere al gobierno de
Dios donde se manifiesta su autoridad directa.
Este reino es espiritual (Juan 18:36, mi reino no es de este mundo).
Jesús en su plática con Nicodemo, le aclaró que para disfrutar del reino
de Dios, debía nacer de nuevo (Juan 3:3, 5).
Nacer de nuevo, es el nacimiento espiritual por medio del poder del ES
al reconocer a Jesús como Salvador de nuestras vidas. Es recibir la vida eterna como un acto
soberano de Dios y así entrar y disfrutar del reino de Dios. Es interesante la descripción que tenemos de
Cristo como Rey y Señor en Su venida (Apoc. 19:16). El apóstol Juan en Apocalipsis 21:1-4, sobre
cómo será el reino de Dios explica: vi un cielo nuevo y una nueva
tierra….Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte,
ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.
Sea
hecha tu voluntad (v. 10). Con esta
petición estamos expresando que no se haga lo que nosotros deseamos. Todo lo contrario y así seguir el ejemplo y
modelo de Cristo (Mateo 26:42). Nuestro
Señor Jesús siempre buscó hacer la voluntad de Su Padre. Debemos orar para que seamos capacitados en
buscar siempre hacer la voluntad del Señor. Estamos seguros que eso hará que
nos equivoquemos menos y quizá las cosas nos saldrán mucho mejor. Romanos 12:2
dice que la voluntad de Dios es buena,
agradable y perfecta. Podemos estar
de acuerdo que no siempre será agradable pero sí que es buena y sobre todo
perfecta. Quizá en el momento no entendemos por qué sucede lo que estemos
atravesando, pero debemos estar seguros que nada escapa a las manos de nuestro
Dios. Nuestra tarea no es resolver el
dilema de cómo funciona la Soberanía de Dios.
Nuestra tarea es orar. Pacientemente esperé a Jehová y se inclinó a
mí, y oyó mi clamor (Salmos 40:1).
Bendiciones a todos.
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