lunes, 12 de noviembre de 2012

Un acercamiento al Padre nuestro (III Parte), Y perdónanos nuestras deudas (Mateo 6:12-15)


Del escritorio del pastor: Un acercamiento al Padre nuestro (III Parte), Y perdónanos nuestras deudas, Mateo 6:12-15.
Cuando leemos la Biblia nos damos cuenta que el Dios que las Escrituras hablan, describen a un Dios de amor listo para perdonar y con todo el anhelo de buscar la reconciliación con un mundo caído (Romanos 5:8-10).  Es por ello, que todo hijo de Dios, debe tener presente que debemos tener un corazón listo para perdonar porque sencillamente hemos recibido el mismo trato de parte del Dios perdonador de la Biblia.  Cuando no perdonamos, nos volvemos esclavos de la amargura.  Aquel que no perdona siempre es un perdedor.  No perdonar es andar en la carne y no en el espíritu.  Por lo tanto, debemos buscar y promover un espíritu de reconciliación y limar toda aspereza buscando servir y amar a los demás.  El perdón a los demás, debe ser una elección deliberada.  La Biblia nos pide que debemos tratarnos con misericordia (aspecto compasivo con aquel que no la merece) y con gracia (regalo de Dios no merecido).    Nuestra relación con Dios y los demás, estará basada en los diseños de Dios para nosotros y no en los nuestros.  Efesios 4:32 dice:  Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.  Ese es el diseño de Dios.
            La Biblia usa una variedad de términos para referirse al perdón.  El más usado en el NT significa liberar, soltar, dejar….la idea es liberar a alguien que ha contraído una deuda con nosotros.  Como hemos descrito anteriormente, Dios trata nuestros pecados echándolos lejos (Salmos 103:12), los echa sobre Sus espaldas (Is. 38:17), nunca más se acuerda de ellos (Jer. 31:34).  Un elemento que debemos unir al perdón es el olvido tal como Dios mismo lo hace.  En inglés, perdonar y olvidar vienen de la misma raíz.  Forgive y forget (perdón y olvidar).    El costo de nuestro perdón fue la muerte de Cristo en el Calvario.  Romanos 5:8 dice, Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.    La confesión es otro elemento importante en nuestra relación con Dios.  Confesar significa ponerse de acuerdo….es asumir nuestra responsabilidad por nuestras acciones.  La base de nuestro perdón  es la muerte de Jesús en el Calvario.  No necesitamos añadir nada más.  La confesión restaura nuestro nivel previo de comunión e intimidad con Dios.  La no confesión asegura continuar con sentimientos negativos e innecesarios.
            Jesús en esta sección del Padre nuestro dice:  Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.  No podemos recibir lo que no hemos dado.  Si yo perdonó,  Dios hará lo mismo con nosotros.  Es un llamado al espíritu de la reconciliación (ponerse de acuerdo o restablecer la relación dañada o afectada con la otra parte).   En Mateo 5:23-25 Jesús nos recuerda que al momento de venir a adorarle y hay una relación dañada, nuestra adoración u ofrenda no será aceptada sin antes reconciliarnos con la otra persona.  Ese es el diseño de Dios.  Romanos 12:18 nos pide:  Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.  Usted y yo somos responsables de tomar la iniciativa en buscar la reconciliación y paz con todos.  Efesios 4:32 nos describe una vez más el diseño de Dios en cómo debemos tratarnos:  Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. 
            Cuando no obedecemos el diseño de Dios corremos el serio peligro de contagiarnos de amargura en nuestro corazón y no disfrutamos de la paz que el Señor desea que disfrutemos.  Hebreos 12.15 dice:  Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios,  que brotando alguna raíz de amargura sean contaminados.  Amargura significa:  cortante, afilado, sabor amargo.  Todos somos responsables de tener una actitud vigilante que nadie tenga ese espíritu de amargura debido a que corremos el riesgo de ser contaminados.  La falta de perdón da como resultado amargura en nuestro corazón, nos quita la paz y nos llena de celos.  Ese fue el triste final del rey Saúl cuando sin ningún fundamento se llenó de celos amargos contra el joven David (1 Samuel 18:1-7).    Todos deseamos y necesitamos el perdón de Dios, muy bien no olvidemos el diseño del Dios de la Biblia, tengamos un espíritu perdonador y de reconciliación con los demás.  Ese es el diseño divino obedezcámoslo  y tendremos una vida llena de paz y bendición.  Que el Dios de todo perdón en Cristo Jesús nos bendiga con toda bendición.  

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