lunes, 26 de noviembre de 2012

Y perdónanos nuestras deudas (III parte) restaurando con espíritu de mansedumbre (Filemón 1:88-22)


Y perdónanos nuestras deudas (III parte), restaurando con espíritu de mansedumbre (Filemón 1:8-22)
El tema de la restauración es básica cuando hablamos del perdón.  Cuando restauramos estamos reconciliando que es un síntoma de haber perdonado.  La carta de Filemón es sumamente breve pero con un gran contenido sobre el aspecto de la restauración y reconciliación cuando una relación ha sido dañada por cualquier motivo.
            1.  Reconciliación es la acción de restituir o conciliar nuevamente relaciones quebrantadas.
            2.  Restaurar: reparar un deterioro, restablecer, volver a poner algo en o a alguien en el estado que antes tenía. 
            3.  Reconciliación y restauración es la acción que Cristo hizo en la cruz del Calvario a favor nuestro (perdón vertical).
            4.  Pero también hay el perdón horizontal (cuando nos perdonamos, restauramos y nos reconciliamos unos a otros). 
            5.  Dios nos llama a promover el restaurar nuestras relaciones cuando han sido afectadas. 
            En Gálatas 6:1, Pablo nos dice el cómo debe hacerse esa restauración.  Primero, el apóstol dice: si alguno fuere sorprendido….vosotros que sois espirituales…Lo anterior nos recuerda que todos estamos expuestos a caer más de alguna ve y que las personas encargadas de buscar la restauración del caído deben ser hermanos espirituales y con madurez.  Muchas veces como iglesia es ahí donde fallamos constantemente.  Las personas que deben hacer esa labor quizá no reúnen esa cualidades y empeoran las cosas.  Hermanos llenos del Espíritu Santo y viendo en sus vidas el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).  Así mismo, debe hacerse con espíritu de mansedumbre.  Es un llamado al cómo hacerse.  Un espíritu suave, humilde, dócil y con gracia.   Debemos hacerlo considerándonos  a nosotros mismos no sea que tú también seas tentado. En 1 Cor. 10:12 dice:  …el que piense estar firme, mire que no caiga.  Nadie está vacunado para estar garantizado que nunca pecará.  Nosotros mismos debemos ser cuidadosos de nuestra norma de conducta y aceptar nuestras propias fallas y tener la voluntad de cambiar.
            Como se dijo al inicio, la restauración y reconciliación, debe ser un espíritu y una actitud que siempre debe estar presente en la vida de la iglesia y en nosotros mismos.  Vivimos en un mundo lleno de hostilidades y los hogares de los hijos de Dios como la iglesia de Cristo, debe caracterizarse por vivir en armonía, paz y cuando ofendemos buscar la reconciliación lo más pronto posible.  Eso es un tremendo mensaje que estamos dando a un mundo que necesita el amor y la paz de Cristo.  Ponernos de acuerdo es lo que hallamos en Mateo 5:25 y 18:19.  Es un convenio donde ambas partes nos ponemos de acuerdo en cumplir lo pactado y que nos traerá beneficios y obligaciones.  Si el mundo se pusiese de acuerdo estamos seguros que estaríamos en mejores condiciones.  Pero el pecado, el orgullo y otras tantas cosas, no nos permiten entrar en esa esfera y darle lugar al Dios de paz y reconciliación.  Todo hijo de Dios debe tener un espíritu de reconciliación y ponerse de acuerdo cuando la relación con el cónyuge, hijo, hermano en Cristo o compañero de estudio no está bien.
            Cuando Pablo escribe a Filemón esta carta, le solicita reconciliarse con su esclavo Onésimo.  Este último le había robado quizá dinero y había escapado.  Pablo le conoce, le comparte de Cristo y Onésimo es un hombre cambiado.  Le envía de regreso para que Filemón le perdonase toda deuda y le recibiese ya no como esclavo sino como hermano (v. 16).  ¿Tenía la obligación Filemón de recibirle y perdonarle?  ¡Sí!   Filemón tenía una maravillosa oportunidad de dar un excelente testimonio de hijo de Dios perdonado y restaurando a su esclavo Onésimo y no juzgándole y condenándole tal como las leyes romanos dictaban.  Había una ley mas alta y eterna que Filemón debía obedecer.  1 Corintios 13:5 dice:  el amor NO guarda rencor….Lucas 17:4 agrega:  Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti diciendo:  Me arrepiento, perdónale.  El Dios de la Biblia nos responsabiliza a buscar el perdonar y restaurarnos  unos a otros.  Todos somos Onésimo que teníamos una deuda pendiente y que Cristo al morir en la cruz del Calvario la pagó completamente.  Así que no hay razón alguna para no tener esa misma actitud entre nosotros mismos.  Ponlo a mi cuenta, yo lo pagaré.  Eso hizo Cristo por su gracia, amor y misericordia.  Ya no somos más deudores, él ha pagado mi deuda por mi.  ¡Gloria a Dios!  Bendiciones a todos.

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