Y perdónanos nuestras deudas (III parte), restaurando con espíritu de mansedumbre (Filemón
1:8-22)
El tema de la
restauración es básica cuando hablamos del perdón. Cuando restauramos estamos reconciliando que
es un síntoma de haber perdonado. La
carta de Filemón es sumamente breve pero con un gran contenido sobre el aspecto
de la restauración y reconciliación cuando una relación ha sido dañada por
cualquier motivo.
1.
Reconciliación es la acción de restituir o conciliar nuevamente
relaciones quebrantadas.
2.
Restaurar: reparar un deterioro, restablecer, volver a poner algo en o a
alguien en el estado que antes tenía.
3.
Reconciliación y restauración es la acción que Cristo hizo en la cruz
del Calvario a favor nuestro (perdón vertical).
4.
Pero también hay el perdón horizontal (cuando nos perdonamos,
restauramos y nos reconciliamos unos a otros).
5.
Dios nos llama a promover el restaurar nuestras relaciones cuando han
sido afectadas.
En Gálatas 6:1, Pablo nos dice el cómo debe hacerse esa restauración. Primero, el apóstol dice: si alguno fuere sorprendido….vosotros que
sois espirituales…Lo anterior nos recuerda que todos estamos expuestos a
caer más de alguna ve y que las personas encargadas de buscar la restauración
del caído deben ser hermanos espirituales y con madurez. Muchas veces como iglesia es ahí donde
fallamos constantemente. Las personas
que deben hacer esa labor quizá no reúnen esa cualidades y empeoran las
cosas. Hermanos llenos del Espíritu
Santo y viendo en sus vidas el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Así mismo, debe hacerse con espíritu de mansedumbre. Es
un llamado al cómo hacerse. Un espíritu
suave, humilde, dócil y con gracia.
Debemos hacerlo considerándonos a nosotros mismos no sea que tú también seas
tentado. En 1 Cor. 10:12 dice: …el que piense estar firme, mire que no
caiga. Nadie está vacunado para
estar garantizado que nunca pecará.
Nosotros mismos debemos ser cuidadosos de nuestra norma de conducta y
aceptar nuestras propias fallas y tener la voluntad de cambiar.
Como se dijo al inicio, la
restauración y reconciliación, debe ser un espíritu y una actitud que siempre
debe estar presente en la vida de la iglesia y en nosotros mismos. Vivimos en un mundo lleno de hostilidades y
los hogares de los hijos de Dios como la iglesia de Cristo, debe
caracterizarse por vivir en armonía, paz y cuando ofendemos buscar la
reconciliación lo más pronto posible.
Eso es un tremendo mensaje que estamos dando a un mundo que necesita el
amor y la paz de Cristo. Ponernos de
acuerdo es lo que hallamos en Mateo 5:25 y 18:19. Es un convenio donde ambas partes nos ponemos
de acuerdo en cumplir lo pactado y que nos traerá beneficios y
obligaciones. Si el mundo se pusiese de
acuerdo estamos seguros que estaríamos en mejores condiciones. Pero el pecado, el orgullo y otras tantas
cosas, no nos permiten entrar en esa esfera y darle lugar al Dios de paz y
reconciliación. Todo hijo de Dios debe
tener un espíritu de reconciliación y ponerse de acuerdo cuando la relación con
el cónyuge, hijo, hermano en Cristo o compañero de estudio no está bien.
Cuando Pablo escribe a Filemón esta
carta, le solicita reconciliarse con su esclavo Onésimo. Este último le había robado quizá dinero y
había escapado. Pablo le conoce, le comparte
de Cristo y Onésimo es un hombre cambiado.
Le envía de regreso para que Filemón le perdonase toda deuda y le
recibiese ya no como esclavo sino como hermano (v. 16). ¿Tenía la obligación Filemón de recibirle y
perdonarle? ¡Sí! Filemón tenía una maravillosa oportunidad de
dar un excelente testimonio de hijo de Dios perdonado y restaurando a su
esclavo Onésimo y no juzgándole y condenándole tal como las leyes romanos
dictaban. Había una ley mas alta y
eterna que Filemón debía obedecer. 1
Corintios 13:5 dice: el amor NO guarda rencor….Lucas 17:4
agrega: Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere
a ti diciendo: Me arrepiento, perdónale. El Dios de la Biblia nos responsabiliza a
buscar el perdonar y restaurarnos unos a
otros. Todos somos Onésimo que teníamos
una deuda pendiente y que Cristo al morir en la cruz del Calvario la pagó
completamente. Así que no hay razón
alguna para no tener esa misma actitud entre nosotros mismos. Ponlo a mi cuenta, yo lo pagaré. Eso hizo Cristo por su gracia, amor y
misericordia. Ya no somos más deudores,
él ha pagado mi deuda por mi. ¡Gloria a
Dios! Bendiciones a todos.
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