Características
de un andar digno (Efesios 4:1-6)
Al
momento de solicitar un empleo, por lo general el empleador pide que todo
aspirante, debe llenar algunos requisitos para el empleo solicitado. Si califica, el nuevo empleado debe aceptar
las reglas de su nuevo empleo y sujetarse a ellas. Al leer el libro de los Efesios, podemos
darnos cuenta que en el andar cristiano, también debemos llenar una serie de
requisitos para dar el mejor testimonio posible. En la vida diaria sucede lo mismo. Por ejemplo de deseamos conducir un automóvil
debemos someternos a un examen para
demostrar que estamos aptos para conducir y desde luego conocer y respetar las
leyes de tránsito. Si en un momento dado
no respetamos esas leyes o del empleador tarde o temprano seremos castigados
por la policía o despedidos por el empleador por no cumplir con las reglas del
empleo.
Gracias a Dios este no es el caso
del llamado de Dios que tenemos usted y yo.
Desde luego que somos llamados a un andar digno. Hemos sido llamados para ser bendecidos por
el Señor y todos nos alegramos por ello.
Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de las responsabilidades
contraídas con Cristo de vivir una vida cristiana de acuerdo a las reglas que
encontramos en la Biblia. A todos nos gusta hablar de bendiciones pero no de
reglas o demandas. Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis
llamados (v. 1). Digno, es que se
comporta con responsabilidad, seriedad y respeto, decente no humillante. Es una vida equilibrada. Vocación, se refiere
al llamamiento soberano y efectivo del Señor a la salvación. Cuando respondemos al llamado divino estamos
dando un sí al propósito por el cual hemos sido llamados. Muchos nos olvidamos que somos los
representantes de Cristo en la tierra (2 Cor. 5:20, somos embajadores de Cristo).
Por lo tanto, debemos representarlo lo mejor posible. ¿Lo estamos haciendo? El término andar, se emplea con frecuencia en el NT
para referirse a la conducta diaria.
En los siguientes versículos, Pablo
describe algunas cualidades que debemos llenar para que nuestro andar diario
sea digno. El apóstol inicia con ser humilde.
Literalmente significa pensar o juzgar con docilidad. El hombre humilde debe tener una mente
dócil. Debe ser un característica básica
para la vida del hijo de Dios (Fil. 2:3-7).
En Jesús tenemos el mejor ejemplo a seguir en este llamado. Aprended
de mi que soy manso y humilde de corazón (Mateo 11:29). Es alguien sumiso por dentro y por fuera.
Lamentablemente hoy la humildad es una cualidad poco deseada y hasta sujeta a
burla y desprecio por el mundo. Se ha
llegado a pensar que ser humilde y sumiso es sinónimo de tonto. Si deseamos tener un andar digno, la
humildad debe estar presente en nosotros.
Mansedumbre, es tener un espíritu afable y controlado. Es lo opuesto a la venganza. Es una de las señales más seguras de una
humildad genuina. No podemos ser
humildes sin mansedumbre ni tampoco mansedumbre con orgullo. La mansedumbre es
fruto del ES (Gál. 5:23, Mateo 5:5). El
ser manso no es sinónimo de timidez, debilidad o cobardía. Se empleaba para los animales que habían sido
domesticados (caballos). Un animal
domado todavía conserva su fortaleza y fuerza pero su voluntad está bajo
control de su dueño o amo. La mansedumbre
es poder bajo control. David lo demostró
cuando pudo matar a Saúl y no lo hizo (1 Samuel 24:4-7, 28:8-12). Mostramos mansedumbre cuando no reaccionamos
vengativamente contra alguien que nos hizo daño (Prov. 15:1, 19:19).
El versículo 2 termina con dos
demandas que no podemos separar una de otra.
Soportándoos con paciencia los
unos a los otros en amor. Soportándoos
(participio, es una acción continua).
Es ser tolerantes con aquellas situaciones que nos ofenden. No es nada fácil caer en esta demanda. Debemos aceptarnos y amarnos a pesar de
nuestras fallas. El amor es un
ingrediente que todo lo hace más fácil (1 Cor. 13:4-7, Mateo 5:43-46). El amor nos permite que nos soportemos y
aceptemos tal como somos. No caer en el error de estar acumulando las
ofensas. La paciencia es el otro
ingrediente ligado al soportarse. Significa aguante, resistencia. Es aquella persona que resiste todas las
circunstancias adversas y nunca cede ante ellas. El impaciente no tolera las fallas y fracasos
en los demás (Prov. 14:29). Es no incomodarse fácilmente. La paciencia también es fruto del ES (Gál.
5:22). ¿Estamos andando dignamente? Es importante que cada uno hagamos un
análisis profundo de nuestro estilo de vida.
Andar dignamente es nuestro llamado no otro. Bendiciones a todos.
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