lunes, 28 de enero de 2013

Características de un andar digno (Ef. 4:1-6)


Características de un andar digno (Efesios 4:1-6)
Al momento de solicitar un empleo, por lo general el empleador pide que todo aspirante, debe llenar algunos requisitos para el empleo solicitado.  Si califica, el nuevo empleado debe aceptar las reglas de su nuevo empleo y sujetarse a ellas.  Al leer el libro de los Efesios, podemos darnos cuenta que en el andar cristiano, también debemos llenar una serie de requisitos para dar el mejor testimonio posible.   En la vida diaria sucede lo mismo.  Por ejemplo de deseamos conducir un automóvil debemos  someternos a un examen para demostrar que estamos aptos para conducir y desde luego conocer y respetar las leyes de tránsito.  Si en un momento dado no respetamos esas leyes o del empleador tarde o temprano seremos castigados por la policía o despedidos por el empleador por no cumplir con las reglas del empleo.
            Gracias a Dios este no es el caso del llamado de Dios que tenemos usted y yo.  Desde luego que somos llamados a un andar digno.  Hemos sido llamados para ser bendecidos por el Señor y todos nos alegramos por ello.  Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de las responsabilidades contraídas con Cristo de vivir una vida cristiana de acuerdo a las reglas que encontramos en la Biblia. A todos nos gusta hablar de bendiciones pero no de reglas o demandas.  Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados (v. 1).  Digno, es que se comporta con responsabilidad, seriedad y respeto, decente no humillante.  Es una vida equilibrada. Vocación, se refiere al llamamiento soberano y efectivo del Señor a la salvación.  Cuando respondemos al llamado divino estamos dando un sí al propósito por el cual hemos sido llamados.  Muchos nos olvidamos que somos los representantes de Cristo en la tierra (2 Cor. 5:20, somos embajadores de Cristo).  Por lo tanto, debemos representarlo lo mejor posible.  ¿Lo estamos haciendo? El término andar, se emplea con frecuencia en el NT para referirse a la conducta diaria.
            En los siguientes versículos, Pablo describe algunas cualidades que debemos llenar para que nuestro andar diario sea digno.  El apóstol inicia con ser humilde.  Literalmente significa pensar o juzgar con docilidad.  El hombre humilde debe tener una mente dócil.  Debe ser un característica básica para la vida del hijo de Dios (Fil. 2:3-7).  En Jesús tenemos el mejor ejemplo a seguir en este llamado.   Aprended de mi que soy manso y humilde de corazón (Mateo 11:29).  Es alguien sumiso por dentro y por fuera. Lamentablemente hoy la humildad es una cualidad poco deseada y hasta sujeta a burla y desprecio por el mundo.  Se ha llegado a pensar que ser humilde y sumiso es sinónimo de tonto.   Si deseamos tener un andar digno, la humildad debe estar presente en nosotros.    Mansedumbre, es tener un espíritu afable y controlado.  Es lo opuesto a la venganza.  Es una de las señales más seguras de una humildad genuina.  No podemos ser humildes sin mansedumbre ni tampoco mansedumbre con orgullo. La mansedumbre es fruto del ES (Gál. 5:23, Mateo 5:5).  El ser manso no es sinónimo de timidez, debilidad o cobardía.  Se empleaba para los animales que habían sido domesticados (caballos).  Un animal domado todavía conserva su fortaleza y fuerza pero su voluntad está bajo control de su dueño o amo.  La mansedumbre es poder bajo control.  David lo demostró cuando pudo matar a Saúl y no lo hizo (1 Samuel 24:4-7, 28:8-12).  Mostramos mansedumbre cuando no reaccionamos vengativamente contra alguien que nos hizo daño (Prov. 15:1, 19:19).
            El versículo 2 termina con dos demandas que no podemos separar una de otra.  Soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.  Soportándoos (participio, es una acción continua).   Es ser tolerantes con aquellas situaciones que nos ofenden.  No es nada fácil caer en esta demanda.  Debemos aceptarnos y amarnos a pesar de nuestras fallas.  El amor es un ingrediente que todo lo hace más fácil (1 Cor. 13:4-7, Mateo 5:43-46).  El amor nos permite que nos soportemos y aceptemos tal como somos. No caer en el error de estar acumulando las ofensas.   La paciencia es el otro ingrediente ligado al soportarse. Significa aguante, resistencia.  Es aquella persona que resiste todas las circunstancias adversas y nunca cede ante ellas.  El impaciente no tolera las fallas y fracasos en los demás (Prov. 14:29). Es no incomodarse fácilmente.  La paciencia también es fruto del ES (Gál. 5:22).  ¿Estamos andando dignamente?  Es importante que cada uno hagamos un análisis profundo de nuestro estilo de vida.  Andar dignamente es nuestro llamado no otro.  Bendiciones a todos. 
            

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