El
padre que yo quiero ser (Lucas 15:20-24).
Ser padre hoy día no es una tarea
fácil. La relación del niño con su papá
es un factor decisivo en la salud, el desarrollo y la felicidad de ese
jovencito o jovencita. Favor tomemos en
consideración lo siguiente (Por Josh McDowell, El padre que yo quiero ser):
La ausencia del padre, es un factor que contribuye más a la delincuencia
que la pobreza. Los índices de crímenes
eran más elevados entre adultos que habían sido criados exclusivamente por
mujeres. La presencia y conversación del
padre, especialmente durante la comida, estimula al niño a tener un mejor
rendimiento en la escuela. Ser padres,
es una labor que debemos ponerle toda la atención debida. ¿Qué clase de padres hemos sido y queremos
ser?
La parábola del hijo pródigo,
describe la reacción del padre, cuando su hijo menor después del fracaso, toma la decisión de regresar a casa. Yo
quiero ser un padre que recibe al hijo a pesar de…..Ser padre es amar y
aceptar incondicionalmente a su hijo a pesar de…..Es sumamente importante y
valioso en la relación comunicar amor y aceptación a nuestros hijos y así ser
una buena y correcta influencia para ellos.
Y cuando aún estaba lejos, lo vio
su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y
le besó (v. 20). ¿Qué merecía este
muchacho? Según la ley mosaica, este
muchacho no merecía el amor, misericordia
y perdón de su padre. Este joven
había dañado el honor de la familia. Por
lo tanto no sería anormal que papá no lo recibiese en casa. Debemos mencionar que no era propio para un
hombre adulto, de importancia y digno correr en público. Sin embargo, eso no era importante. Estaba ansioso de tener en sus brazos a su
hijo. Pudo enviar a un criado pero lo
hizo él. Lo besó. Y lo hizo repetidas veces. Es una escena llena de amor, emoción y entusiasmo. No lo merecía pero papá no expresa ningún
reclamo, enojo ni castigo alguno. Todo
lo contrario, el hijo recibe amor y comprensión de papá. Vemos que hasta ese momento, el muchacho no
ha dicho ninguna palabra por su rebeldía, sin embargo el perdón estaba muy
claro. Cuando el hijo entra al pueblo con papá ya estaba perdonado por él. ¡Qué hermosa imagen del evangelio de
Cristo! El perdón de Dios sin merecerlo.
Quiero
ser un padre que demuestra amor y aceptación incondicional a mis hijos (v.
22-24). El hijo trata de justificarse
con su padre: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser
llamado tu hijo (v. 21). Al comparar
el v. 19 con este, notamos que la última frase hazme como a uno de tus jornaleros no aparece. Esto es porque sencillamente el hijo nunca lo
dijo. Papá no le dio la
oportunidad. Inmediatamente del emotivo
encuentro, papá da una seria de ordenes, que demuestran su amor y aceptación
incondicional tomando en cuenta, que el hijo nunca terminó su discurso. Papá ordena, sacad el mejor vestido (v.
22). Había regresado con harapos (se
había ido bien vestido, con orgullo y lleno de vanidad). Regresó pobre y con olor a cerdos. Papá ordena sacar el mejor vestido no cualquiera.
Era símbolo de alto nivel social y honor. Debía vestirse no como jornalero sino como
hijo distinguido. Poned anillo en su mano (v. 22).
El anillo es símbolo de autoridad y poder. El hijo había regresado con la mentalidad de
ser aceptado como jornalero. Pero papá
tenía mejor planes para él. Fue recibido
no como jornalero sino como hijo. ¿Cómo
reaccionamos cuando nuestra hija sale embarazada, o el hijo no sale bien en la
escuela? Los hijos nunca dejan de serlo pase lo que pase. Ese anillo tenía el emblema o sello familiar
para autenticar documentos legales. Y calzado en sus píes (v. 22). Solamente los esclavos andaban descalzos. Al calzarlo papá lo considera no como esclavo
sino como su hijo. Solamente los amos y
sus hijos usaban calzado. Papa´ está
restituyendo a su hijo como hijo. ¿No
debía papá ponerle condiciones, reglas hasta que este joven demostrara si era digno de
confianza? ¿No era justo esperar ver
frutos en él si estaba genuinamente arrepentido? La aceptación de papá es
inmediata, incondicional y total.
Pero no es todo, matad el becerro gordo…..y hagamos fiesta,
porque este mi hijo muerto era, y ha revivido, se había perdido, y es
hallado. Y comenzaron a regocijarse (v. 23-24).
El becerro gordo se preparaba para alguna ocasión muy, pero muy
especial. ¿Acaso había alguna mejor que
esta? Comamos y hagamos fiesta.
Hace unos días, este muchacho estaba con hambre y solitario (v.
16). Hoy papá con su amor y aceptación
ha hecho la diferencia con este muchacho, su hijo. ¡Nada se compara con estar en casa y con los
padres! Ser padres es un privilegio y
una gran responsabilidad. Padres,
tratemos de ser lo mejor para que nuestros hijos tengan un buen recuerdo de
nosotros. ¡Feliz día del padre! Hijos, no olviden honrarles a ellos, porque
esto es justo. Bendiciones a todos.
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