Frutos
al escuchar la Palabra de Dios (Lucas 8:4-15)
Un
proverbio popular dice: No hay peor ciego que el que no quiere
ver. Así también podemos
agregar: No hay peor sordo que el que no quiere oír. La parábola del sembrador tiene mucha enseñanza para la
vida de la iglesia de hoy y siempre. El
v. 11 confirma que La semilla es la
palabra de Dios. Enseñarla,
predicarla y vivirla es responsabilidad y privilegio de la iglesia y de cada
creyente nacido de nuevo. Marcos 16:15
nos recuerda, Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura. La
parábola nos muestra, que no todos respondemos a lo escuchado, dependerá de
nuestras prioridades en la vida. Algunos
de los oyentes no dan fruto por los afanes de la vida, las pruebas, las
riquezas y los placeres de la vida. Los
frutos en nuestra vida como la obediencia misma necesitan tiempo Lucas 8:15 dice, ….y dan fruto con perseverancia (paciencia). ¿Qué clase se terrenos somos?
El primer tipo de oyente, están junto al camino (v. 12). Como todos los descritos por Jesús en esta
parábola han oído la palabra. Por lo
tanto, no hay ninguna excusa de no haber escuchado alguna vez el evangelio de
Cristo. Sin embargo, este tipo de
oyentes, permiten que Satanás obstruya
la obra de Dios en sus vidas. Luego viene el diablo y quita de su corazón
la palabra para que no crean y se salven.
¿Tenemos alguna
responsabilidad en la obra de Satanás en nuestra vida? La obra astuta de nuestro enemigo común sigue
vigente. Cuando nuestros corazones no
son sensibles a la voz de Dios, el diablo hace que la palabra recibida se
pierda y no tenga ningún efecto. Por un
oído entre y por otro sale. El segundo
grupo, se les identifica como los de
sobre la piedra o pedregales (v. 13).
Ellos tienen mucho gozo al
recibir la palabra, sin embargo, creen
por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan. Todos en la vida debemos ser probados y
todos mas de alguna vez hemos fallado. Lo
importante en esto es que servimos y adoramos al Dios de las tantas
oportunidades. Así también, es oportuno
que cada uno de nosotros esté seguro de su conversión genuina en Cristo. Pablo en 2 Cor. 13:5 pide, Examinaos a vosotros mismos si estáis en la
fe, probaos a vosotros mismos. Jesús nos agrega otro elemento en la vida de
este grupo de oyentes, no tienen
raíces, por ello, no tienen una
vida espiritual resistente, vigorosa y valiente. En pocas palabras, no hay convicción alguna
en sus vidas y no perseveran. Todo les
afecta y no tienen ningún fruto alguno. En el tiempo de la prueba se apartan.
El
tercer grupo de oyentes, se les identifica como entre espinos (v. 14). Ellos
también como todos los demás, han escuchado la palabra de Dios. Sin embargo el mismo versículo identifica
cuáles son esos espinos que ahogan la vida de ellos. Los
afanes, las riquezas, los placeres de la vida y no llevan fruto. Cuando hablamos de afán, nos referimos a
la respuesta o reacción que tenemos a las demandas de la vida y no sabemos cómo
manejarlas y estas nos acorralan. Afán,
preocupaciones y stress son experiencias de mucha actualidad para el hombre
moderno incluyendo a los hijos de Dios. Afán
viene de un término antiguo que significa
sofocarse o estrangular. Jesús en Lucas 10:41, visitando a una
familia muy querida para él, llama la atención a uno de sus miembros, Marta, Marta, afanada y turbada estas con
muchas cosas. ¿Estamos como
Marta? Las demandas del mundo moderno
nos empujan a un consumismo descontrolado y las riquezas con toda su
problemática nos inundan cambiando nuestras prioridades en todo sentido. Proverbios 23:5 dice, ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila y
volarán al cielo. Así también en 2
Timoteo 6:7 agrega, Porque nada hemos
traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Finalmente, el último grupo se le
llama buena tierra, oye y entiende (Mateo
13:23), es un oyente atento con su mente y corazón y es sensible a la voz de
Dios. Tiene un corazón bueno y recto (honesto, justo, noble y
equitativo) hay una búsqueda honesta en
saber qué dice la Biblia para él o ella. Bueno significa devoto, entregado, dado a la verdad. Retienen
la palabra oída (la guarda u obedecen).
No permiten que el enemigo venga y la arrebate (v. 12). No se dejan presionar por los afanes de la
vida, ni las riquezas, ni los placeres etc.
Son perseverantes y lógicamente dan fruto. ¿Qué tipo de oyentes clase de tierra somos? Hemos sido llamados a dar fruto. No hacerlo es una contradicción. Así que a poner nuestro mejor esfuerzo en ser
buenos oyentes, ser perseverantes y dar fruto para la gloria de Dios. Bendiciones a todos.
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