¿Cómo
puedes estar durmiendo? (David M. Ruíz, Apuntes Pastorales, vol. XXVI, núm. 4).
El mundo está en medio de una
crisis. Las grandes potencias ven
destruirse delante de ellos los bastiones que sostenían su esperanza, aquellos
en los cuales habían invertido todos sus recursos. El capitalismo, el sistema económico que
prometía recompensar con ganancias el esfuerzo y la empresa personal ha
fracasado. El militarismo como doctrina
de poder también ha mostrado su ineficiencia, la ansiada paz mundial sostenida
por naciones con un poderío militar nunca se ha podido alcanzar. La democracia como sistema de dominación se
encuentra en escrutinio.
El libro de Jonás nos presenta una
historia que reproduce una situación parecida a la que nos aqueja a nivel mundial. Cuando leemos el primer capítulo del libro,
pareciera que el mundo se está planteando una nueva pregunta. No se verbaliza, pero se percibe a medida que
la gente entra en la crisis: ¿dónde está
la Iglesia? ¿dónde se encuentra
escondida el instrumento de Dios cuando el mundo está en crisis? ¿En qué se ocupan sus siervos cuando
deberían estar respondiendo a las preguntas cruciales del mundo? Jonás ilustra esta realidad. Los versículos 5 y 6 es alarmante: los marineros y pasajeros de aquel barco
están en medio de una tormenta, una situación tan desesperada que cada uno
comenzó a clamar a su dios en busca de respuestas. Todos están desorientados, sin respuesta. De
pronto descubren algo terrible: Jonás se
había retirado al fondo de la nave y duerme plácidamente. El capitán del barco la hace una pregunta
lapidaria que recoge la decepción, el desconcierto y la indignación de toda la
gente: ¿Cómo puedes estar durmiendo? (1:6).
Esta pregunta explica de la mejor
manera el porqué de este antiguo libro, pareciera que el capitán personifica al
Señor que pregunta a Jonás, en su momento, y a la iglesia en la hora
presente: ¿cómo puedes estar durmiendo cuando hay miles de personas que no son
capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo?
(1:2, 4:11). ¿Cómo puedes estar durmiendo cuando el
juicio de Dios se cierne sobre aquellos que desobedecen su mandato? (1:4, 2:3, 4:8) y ¿cómo puedes estar durmiendo cuando el mundo está en caos y todos
buscan por sus propios medios resolver la situación y solo el pueblo de Dios
tiene las respuestas? (1:5, 13). El
capitán de la historia de Jonás debería cobrar vida el día de hoy y preguntarle
a la iglesia: ¿Cómo puedes estar durmiendo?
¿Cómo te escondes en el fondo de la Iglesia a cantar, a gozar de la
comunión con los hermanos? ¿Cómo no
tienes compasión de los que sufren?
Pareciera
que, al igual que Jonás, la Iglesia ha caído en una trampa. En los
últimos años , estimulada por un crecimiento numérico, ha sido cautivada
por el espíritu del mundo. Al igual que
en Wall Street, se premió la eficiencia y la efectividad, pero basada en los
mismos valores: crecimiento económico,
ampliación del mercado, fijación de la marca, desarrollo de nuevos segmentos de
mercado. Ahora, sin embargo, cautivada
en su trampa, la Iglesia se ve impotente, incapaz de resolver sus propios
problemas al ver caer sus índices. Acaba
ocupada en tirar lo que puede para salvar el barco, mientras el mundo se
pregunta ¿cómo puede la iglesia estar durmiendo?
El libro está lleno de lecciones para
los cristianos en particular, como para la Iglesia en general. Estas lecciones nos ayudan a sacudirnos la
pereza, despertar de nuestro sueño y comenzar a cumplir el papel que la Iglesia
está llamada a desempeñar en momentos como estos. ¡Levántate! ¡Clama a tu Dios? (1:6).
Estos dos imperativos pronunciados por el capitán en medio de la
desesperación, al ver que nada funciona.
¿Dónde se encuentra escondido el
instrumento de Dios cuando el mundo está y sigue en crisis? ¿Acaso seguimos durmiendo tal como
Jonás? La iglesia de hoy no puede ni
tampoco debe seguir indiferente a la necesidad del mundo actual. Pablo en Romanos 10:14 pregunta: ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique? Concluimos
con lo siguiente: Aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos (Ef. 5:16). Despertémonos de esa pereza espiritual y
llevemos la luz del evangelio de Cristo a todo aquel que lo necesite. ¡Esa es nuestra responsabilidad y privilegio! Bendiciones a todos.
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ResponderEliminarExcelente mensaje mi hermano, que el Señor le continue guiando en la proclamación del mensaje que él quiere que su pueblo escuche en estos tiempos tan particulares que vivimos. Saludos desde Venezuela.
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