Principios bíblicos para promover buenas relaciones
interpersonales (Hechos 15:36-41).
Que
maravilloso sería que todos tuviésemos servicios meteorológicos para
predecir y evitar nuestras
diferencias y conflictos. ¿Por qué tenemos diferencias y cómo
enfrentarlas?. Lamentablemente las
diferencias entre las personas se describen desde el inicio misma de la
humanidad. En Génesis 4:1-8, Caín
descarga su malestar con Dios contra su propio hermano Abel y lo mata. Génesis 13:6-8, Abraham evitando males
mayores, toma la decisión de separarse de su sobrino Lot. Esaú toma la decisión de matar a su hermano
Jacob (Génesis 27:41) y José es
aborrecido también por sus hermanos y es vendido como esclavo (Génesis 37). Como hemos visto, todos estos sucesos están
descritos únicamente en Génesis el primer libro de la Biblia.
Aunque muchas veces nuestras
diferencias son inevitables, esto es debido porque sencillamente somos diferentes y vemos
de esa forma las situaciones. En la mayoría de las veces nuestra reacción
natural cuando surge un roce es cortar nuestra comunicación, ¡eso es un grave
error! La Biblia nos enseña en
numerosas ocasiones a buscar el diálogo, el acuerdo y lógicamente la
reconciliación con la otra persona. El
diablo es sumamente astuto al ponernos en pleitos a veces por situaciones sin
importancia. Esto sucede en la vida
familiar, iglesias, vecinos, trabajo, estudio, amistad etc. Como hemos dicho, la Biblia nos pide tener un
espíritu de perdón, diálogo y reconciliación.
Otra vez os digo que si dos de
vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que
pidieren, les será hecho por mi Padre que está en lo cielos (Mateo
18:19). El consejo sabio y oportuno de
Jesús es ponerse de acuerdo lo cual
hacemos lo contrario, nos alejamos y no buscamos el acuerdo.
Un buen principio para promover
buenas relaciones interpersonales inicia con reconocer que hay un problema que
hay que resolver. El caso del hijo
pródigo es un buen ejemplo. En Lucas
15:17-20, se describe a este joven en una situación desesperada y lejos de su
padre y hogar. Sabe que está en grave situación y toma la decisión de
resolverlo. Por fin recapacitó (NVI,
v. 17)….Y levantándose…. En Hechos 6:1-7, en los inicios de la
iglesia, se describe un problema de distribución de alimentos que debe
atenderse debido al reclamo del sector griego.
Los Apóstoles buscan la solución encomendado la tarea a siete hermanos
con buenas cualidades para atender el reclamo. ¿Qué de nosotros? Quizá debemos terminar con una mala relación
con un familiar, hermano en Cristo, amigo, compañero de trabajo o estudio
etc. Así como los ejemplos descritos,
usted y yo debemos entender cuando hay una relación que ha dejado de ser
fluida, hay un problema que debemos atender de inmediato.
Como hemos dicho anteriormente, las
personas no tenemos servicios meteorológicos para detectar a tiempo que esa
relación va por mal camino y buscar cómo resolverla. El rey David, es un caso donde al leer su vida
en los libros de Samuel, nos damos cuenta que debido a su pecado con
Betsabé, aunque perdonado, tuvo que
cargar con las graves consecuencias el resto de su vida. Lo más triste, que
esas consecuencias fueron vividas en el seno de su misma familia. Sus hijos desarrollaron muy malas relaciones
entre ellos. Amnón viola a su misma
media hermana Tamar. Dos años después
Absalón, como venganza mata a su hermano Amnón.
Este huye a la tierra de sus abuelos para escapar de la justicia. En todo ello, la actitud de David como padre
fue simplemente pasiva. Reaccionó como si no pasase nada y todo lo trató de
resolver con un simple enojo. La Biblia
en ninguna parte describe que él haya mostrado que había un problema que enfrentar
y resolver. Para él todo estaba bajo
control con sus hijos y sus relaciones.
La Biblia, la palabra de Dios nos pide que debemos buscar acuerdos,
reconciliación cuando hemos o nos hayan ofendido. Romanos 12.18 dice, Si es posible, en cuanto dependa
de vosotros, estad en paz con todos los hombres y 14:19 agrega, Así que, sigamos a lo que contribuye a la
paz, y a la mutua edificación. No
dejemos que el tiempo transcurra sin resolver alguna diferencia pendiente. Debemos hacerlo con la mejor actitud posible
para estar en paz con todos. Finalmente tener en mente, que nuestra lucha no es contra sangre y carne
sino contra principados (Ef.
6:13). El diablo astutamente nos ha
puesto a pelear a veces por situaciones que pueden resolverse fácilmente. Para ello, recordemos tener una buena actitud,
usar palabras y tono adecuado. Usar el diálogo como medio eficaz. Si debemos perdonar hacerlo porque así somos
perdonados. La iglesia y sus miembros,
somos responsables de dar el mejor testimonio posible teniendo buenas
relaciones interpersonales. Bendiciones
a todos.
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