lunes, 31 de marzo de 2014

Santidad es arrepentimiento y perdón de mis pecados y buscar la reconciliación con Dios (Salmos 51).

Santidad es arrepentimiento y perdón de mis pecados y buscar la reconciliación con Dios (Salmos 51).
El Salmos 51, es una descripción de angustia, pesar y dolor donde David, después de su pecado con Betsabé y posterior asesinato de Urías (esposo de Betsabé) apela a la bondad y misericordia de Dios.  Qué vemos en este hermoso Salmo.  David reconoce que su pecado había cortado la relación con Dios (todos debemos saberlo).  Humildemente reconoce su falta y la confiesa.  Proverbios 28:13 dice,   El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.  Todos debemos estar conscientes, que Dios no aplica justicia en nosotros sino más bien aplica gracia.  Así que, nuestro esfuerzo de buscar la reconciliación es inútil si Dios mismo no está involucrado.  Hechos 4:12 dice, ….en ningún otro hay salvación….
            El arrepentimiento es fundamental en la búsqueda de la santidad.  Arrepentimiento es el cambio de actitud de mente, dirección donde mostramos dolor por haber ofendido al Dios santo.  Cuando nos arrepentimos, buscamos la piedad de Dios.  Ten piedad de mi, oh Dios conforme a tu misericordia, conforme a la multitud de tus piedades.  Y es que al final, misericordia es lo que Dios aplica a favor nuestro por medio de Su gracia.  Lucas 18:13, expresa la parábola del fariseo y el publicano. Este último ora y dice, Dios, sé propicio a mi pecador.  Es por medio de su misericordia y gracia que podemos acercarnos a nuestro buen Dios y exponer nuestras necesidades y confiar que Él escuchará y responderá de acuerdo a Su voluntad.   El arrepentimiento va acompañado de confesión de pecados.  Yo reconozco mis rebeliones…contra ti he pecado (v. 3-4).  Cuando el profeta Natán confronta a David en 2 Samuel 12:13, el rey expresa, pequé contra Jehová….No buscó excusas ni justificaciones sobre su mal proceder.  Se declara culpable y acepta su grave falta.  Así mismo pide en el Salmo que estamos considerando, Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.  Únicamente la sangre de Cristo tiene el poder, autoridad y facultad de limpiar nuestros pecados.  Solamente en Cristo, la salvación se encuentra en él.
            Santidad es buscar el perdón de nuestros pecados. Perdón es quitar nuestra culpa.  Es pasar  por alto y enviar lejos nuestras faltas.  Efesios 4:32 afirma, ….perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.  El perdón es la respuesta final de Dios para el hombre y es lo que buscamos y necesitamos de Dios.  Es importante recalcar que en Dios encontramos perdón no penitencias (sacramento de la ICR por el cual el sacerdote perdona los pecados del confesante y una pena que le impone).  La parábola del hijo pródigo en Lucas 15:20 donde el padre recibe al hijo rebelde, y es una hermosa descripción de cómo nuestro buen Dios nos recibe cuando buscamos Su perdón.  Y levantándose vino su padre.  Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia,  y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.  No hay palabras de reclamos, reproches ni mucho menos condenación.  Hay un perdón implícito, total y completo.  Cristo ya pagó todo y no hay que agregar nada más.

            Santidad es buscar la reconciliación con Dios.  Es restablecer una relación rota.  El profeta Isaías 59:2 dice, pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.  La reconciliación es un beneficio para nosotros. Cuando lo hacemos, estamos permitiendo que Dios crea en nosotros un nuevo hombre.  Un nuevo estilo de vida de acuerdo al molde de Dios no del mundo.  Es una persona valiente en resistir las tentaciones y saber qué hacer cuando vengan.  No quites de mi tu santo Espíritu (v. 11).  En el AT la presencia del ES en las personas no era permanente.  Eso no ocurre en el NT.  Hoy podemos ser llenos del ES y buscar continuamente vivir en santidad.  Finalmente, una persona que se arrepiente, encuentra el perdón de sus pecados busca la reconciliación con Dios debe tener un corazón humilde.  Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios (v. 17).  El sacrificio de Cristo es suficiente para perdón de nuestros pecados.  Pero también necesitamos un corazón humilde en buscar una vida en santidad.   Recordemos, sed santos, porque nuestro Dios es santo.  Bendiciones a todos.

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