Jesús
restaura a Pedro (Mateo 26:30-35)
La
vida del apóstol Pedro, es descrita en los evangelios con enormes
contrastes. Pedro era ansioso, agresivo,
valiente, franco, hacia muchas preguntas.
Fue censurado varias veces por Jesús.
Pedro fue capacitado por el ministerio del Señor y es mencionado más
veces en los evangelios que todos los demás discípulos. Pedro ninguno que otro hizo la confesión
determinante en Mateo 16:16, Respondiendo
Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente. Por el otro
lado, Pedro fue el único a quien Jesús
llamó Satanás (Mateo 16:23). Su figura
es determinante en el nacimiento de la iglesia, donde se convierten 3 mil
personas (Hechos 2).
En el pasaje arriba citado, Jesús le
da una serie advertencia a Pedro y a los demás discípulos. Advertir es, prevenir, llamar la atención sobre algo. Hoy día, se usa mucho los
símbolos para advertirnos ya de algún peligro, llamarnos la atención o de cómo
usar ya sea un aparato, tomar algún medicamento, dirección que debemos tomar
para un rumbo especial. Cristo con amor
advierte a sus discípulos que se escandalizarían de él (v. 31), lo abandonarían, tropezarían. Pedro queriendo o no, desmiente a Jesús
(v. 33, aunque todos…..yo nunca). Jesús con amor advierte a Pedro que lo negará
conocerle no una, ni dos sino tres veces (v. 34). Nuevamente Pedro y los discípulos también
desmienten a Jesús (v. 35).
Jesús advierte a Pedro que le negará
(v. 30-35). Estos eventos ocurren
inmediatamente después de la cena en el aposento alto. Para Jesús eran momentos
especiales ya que eran sus últimas horas con ellos. Es interesante la respuesta que Pedro da al
Señor. Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré….aunque
me sea necesario morir contigo, no te negaré.
Y todos los discípulos dijeron lo mismo (v. 33, 35). Pedro comete una serie de errores. Creemos que lo mejor hubiera sido tener
temor reverente a la advertencia de Cristo.
Se compara como mejor que los demás.
Prometió algo que no pudo cumplir.
Su ego no le dejó ver una verdad espiritual. Seguir a Cristo hay que pagar un precio: hacer a un lado nuestro yo. Pedro, pretendió demostrar cuán fuerte. En realidad, sin Cristo somos débiles. Lleno de su propia confianza afirmó que podía
llegar hasta las ultimas consecuencias:
Morir por Cristo. Pedro
contradijo a Cristo en vez de reflexionar y considerar seriamente lo que se le
estaba diciendo. Todos ellos, no
aceptaron esa realidad.
Pedro sufre una crisis de fe y niega
conocer a Jesús (Mateo 26:69-75). El
desarrollo de la negación de Pedro sucede esa misma noche. No fue una semana o mes después y lo negó no
solo una vez sino tres. No sé lo que dices (Mateo 26:72). Su negación fue en tono tan alto que no solo
la mujer que le pregunta le oye, todos los presentes le escucharon. Pero
él negó otra vez con juramento. No
conozco al hombre (Mateo 26:72).
Hasta donde había caído Pedro, que invoca a Dios mismo como testigo de
no conocer a Jesús. Entonces
él comenzó a maldecir, y a jurar: No
conozco al hombre (Mateo 26:74).
Pedro acompañó su tercera negación maldiciendo contra sí mismo,
expresando morir voluntariamente en las mismas manos de Dios si eran mentirosas
sus palabras. Según Lucas 22:57-58,
transcurrió apenas un momento entre la
primera y segunda negación. Sin embargo,
la tercera, según Lucas 22:59-60, había transcurrido una hora. La escena tiene un final conmovedor, lleno
de compasión, amor y lágrimas. Lucas
22:61-62 describe que Jesús mira a Pedro y se recuerda de su advertencia. Y saliendo
fuera, lloró amargamente. ¿Cómo
sería la mirada de Jesús? ¿Acusatoria? ¿De amor y comprensión? Estamos seguros que fue de amor y
comprensión.
Jesús restaura a Pedro (Marcos
16:6-7). Pedro demostró un genuino
arrepentimiento cuando sale del lugar y llora amargamente. Pasados pocas horas,
las mujeres llevan la noticia: Jesús ha
resucitado y les ordena que se verán en Galilea. Pero debe resaltarse en Marcos 16:7: Pero
id, decid a sus discípulos, y a Pedro….Jesús sabiamente nombra a Pedro específicamente
y lo hace con intención. Pedro no
importa lo que hayas hechos, te amo y eres perdonado. La gracia de Dios es mayor que todos nuestros
errores, fracasos y pecados. Su gracia es suficiente y Jesús lo demuestra en la
vida de Pedro. Su negación debe ser como
un espejo que nos muestra nuestras fracasos y cómo recuperarnos sobre
ellos. Debemos aceptar que sin Jesús y
Su gracia nada somos. Bendiciones a
todos.
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