El
padre recibe al hijo a pesar de…..(Lucas 15:20-24).
La
parábola del hijo pródigo (II parte), describe eventos maravillosos que todos
podemos identificarnos. Recordemos que
en la I parte, el hijo menor exige a su padre la parte de los bienes que según él
le corresponden. Contrario a lo
esperado, papá accede y reparte a ambos la herencia. El hijo mejor sin perder mucho tiempo vende
todo lo recibido y lo convierte en dinero en efectivo y toma la decisión de
marcharse de casa lo más lejos posible y escapar de la orientación y disciplina
de papá. Ahí demuestra su falta de
madurez y capacidad de administrar lo recibido, allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado(v.
13-14).
La segunda parte, tiene que ver con el
regreso forzado del muchacho y la bienvenida que no esperaba de papá. Los planes del hijo eran ser recibidos como
un jornalero. Desde el punto de vista
cultural y legal, papá no estaba obligado a recibirle como hijo. Papá
recibe al hijo a pesar de…..Es ahí donde debemos recordar que la Biblia nos
llama a buscar y promover un espíritu de reconciliación y perdón. Hoy día, una relación y conducta saludable
que honren a Dios es sumamente importante en el seno familiar. Reconciliación es el restablecimiento de la
amistad entre dos o más personas haciendo la paz. Es la eliminación de un profundo
desacuerdo. La importancia de establecer
acuerdos, ¡cuán necesario lo es hoy día!
El v. 20, describe dos cosas: la
firme decisión del hijo de regresar a casa, Y
levantándose, vino a su padre y, la forma inesperada (para el hijo) de cómo
papá le recibe. Veamos esta descripción.
Y cuando aún estaba lejos, lo vio. Este joven no era el mismo como cuando se
marchó. Sin embargo papá sí lo reconoce. Tal parece que papá nunca perdió la esperanza
de su regreso y salía cada día al camino por donde se fue. Y fue
movido a misericordia. Papá siente
compasión por su hijo. Debemos tener
presente, ser padres es amar y aceptar incondicionalmente a nuestros hijos a
pesar de…. Es comunicar amor y
aceptación a nuestros hijos y así, ser una correcta influencia para ellos. ¿Qué merecía este muchacho según la ley?
(Deut. 2:18-21, Si alguno tuviere un hijo
contumaz y rebelde, que no obedeciere….lo sacarán ante los ancianos de su
ciudad….Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán y morirá, así
quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá).
Así como el hijo, papá toma
decisiones: y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Debemos saber, que para papá no era digno
correr en público. Papá estaba ansioso de iniciar la reconciliación y el
perdón. Quería protegerle de la burla y
desprecio del pueblo. No envió a nadie. Él tomó la decisión de ir personalmente. Lo besa repetidamente con amor. Aunque con olor a cerdos lo besa y abraza
lleno de emoción. ¿Merecía esto el
hijo? No hay ningún reclamo, enojo ni
castigo alguno. Todo lo contrario,
recibió al hijo con amor y comprensión.
Notemos, el hijo hasta ese momento no ha dicho ninguna palabra. Sin embargo el perdón, reconciliación y
aceptación estaba implícito y muy claro.
Cuando el hijo entra al pueblo con papá, ya estaba perdonado. ¡Que hermosa imagen del evangelio de
Dios! El perdón de Dios sin merecerlo.
Papá
acepta incondicionalmente al hijo en casa (v. 22-24). Desde luego que las primeras palabras del
hijo tienen que ver con su mala e indecorosa conducta. Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo
(v. 21) al comparar el v. 19, la última frase, hazme como a uno de tus jornaleros, no aparece. El hijo nunca lo dijo, papá no lo
permitió. Este muchacho reconoció su
falta.
Hemos dicho que papá demuestra amor
y aceptación incondicional e inmediatamente da una serie de órdenes que deben
ser cumplidas sin pérdida de tiempo. Sacad el mejor vestido, y vestidle. Su regreso no fue como cuando se marchó,
bien vestido y con muchas ilusiones. Su
regreso fue con harapos y olor a cerdos.
Había que vestirle con el mejor vestido. No cualquiera, sino el mejor. Debe ser vestido no como jornalero sino como su
hijo amado y distinguido. Poned un anillo en su mano. El anillo es símbolo de autoridad y
poder. El hijo había regresado con la
mentalidad de ser aceptado como un jornalero.
Papá demuestra amor y aceptación incondicional al hijo restableciéndolo
no como esclavo sino como hijo. Tú
perteneces a esta familia, aquí te valoramos.
¿Cuál es nuestra reacción cuando el hijo falla, la hija sale embarazada
o no sale bien en la escuela? Este
anillo, tiene como emblema el sello familiar y autenticar documentos
legales. En cosas de minutos de tener un
espíritu y un sentimiento de jornalero, papá lo restablece al lugar donde nunca
debió salir.
Y
calzado en sus píes. Solamente los
esclavos andaban descalzos. Al calzarlo,
papá lo considera no como esclavo sino como hijo. solamente los amos e hijos usaban
calzado. Papá está restituyendo a su hijo
como hijo. ¿No debía papá ponerle
condiciones, reglas hasta que este joven demostrará si era digno de confianza? ¿No era justo esperar ver frutos en él si
estaba genuinamente arrepentido? La
aceptación de papá es inmediata y total.
Y traed el becerro gordo y
matadlo, y comamos y hagamos fiesta. Para
ocasiones como esta, se preparaba un becerro.
¿Acaso había ocasión mejor que esa?
Comamos y hagamos fiesta. Días atrás, este muchacho estaba con
hambre y solitario (v. 16) Hoy está
disfrutando con mucha comida de calidad y acompañado de personas que le aman y
desean su bien como papá. La fiesta no
es por la mala conducta de su hijo sino más bien por la oportunidad de papá
para demostrarle amor, perdón y aceptación al hijo. El hijo había regresado a casa bueno y sano
(v. 27). Sin duda alguna, esta hermosa
escena representa el amor de Dios para con nosotros (Lucas 15:7, Os digo que así habrá más gozo en el cielo
por un pecador que se arrepiente….v. 10, Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador
que se arrepiente). Y comenzaron a regocijarse (v. 24). Cuando tenemos la capacidad de reconciliarnos,
perdonarnos y y ponernos de acuerdo todos somos ganadores y es tiempo de
regocijarnos. ¡Amén! ¡aleluya!
Bendiciones a todos.
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