lunes, 17 de noviembre de 2014

Marcas de un discípulo de Cristo (1 Pedro 2:2).

Marcas de un discípulo de Cristo (1 Pedro 2:2).
El tema del discipulado cristiano es sumamente amplio y es difícil agotarlo.  En los  últimos 40 o 50 años,  ha sido uno de los mayores temas que los escritores y autores han tomado como tema de libros.  El discipulado hoy, es una necesidad urgente en la vida de la iglesia.  Bill Hull, en su valioso libro El pastor hacedor de discípulos afirma, la crisis de la iglesia de hoy, está en la calidad de creyentes que está produciendo.  La solución está en obedecer la Gran Comisión. Haced discípulos no es ninguna invitación o sugerencia de Cristo para Su iglesia.  Es una orden que ha sido obedecida a medias.  La problemática en la vida de muchos creyentes que dicen ser seguidores de Jesús, es que afirman que en la vida nada es más importante que la diversión y ser feliz.  En pocas palabras, llevamos una vida cristiana muy acomodada.  Hacer discípulos no es nada popular en la vida de la iglesia de muchos pastores.  Esto demanda mucho esfuerzo, dedicación, disciplina y no siempre veremos los frutos esperados.   ¿Qué nos distingue como discípulos de Cristo?  Pablo en Gálatas 6:17 dice, De aquí en adelante nadie me cause molestias, porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. Aquí el apóstol se refiere a aquellas señales o marcas físicas como resultado de las constantes persecuciones que sufrió por ser un discípulo de Jesús. Pablo fue alguien que sufrió por el Señor.  ¿Cuáles deben ser nuestras marcas como discípulos de Jesús?.
            Hambre de la Palabra de Dios (1 Pedro 2:2, Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación).  Una de nuestras mayores deficiencias en los creyentes de hoy día, es que no nos gusta leer muchos menos la Biblia.  Hemos descuidado la dieta espiritual la cual viene desarrollando la disciplina de la lectura diaria de la Biblia.  Debido a la proliferación de sectas, debemos ser cuidadosos con ser diestros con el uso de la Palabra de Dios.  La adulteración del mensaje bíblico es muy común y ha dado como resultado tantos y tantos grupos sectarios como también creyentes desorientados, confundidos con su fe y hasta abandonado la iglesia por ir tras esos grupos sectarios.  El crecimiento espiritual debe ser una característica de un discípulo de Cristo y esta viene como fruto de la lectura de la Biblia.  ¡Oh, cuánto amo yo tu ley!  Todo el día es ella mi meditación (Salmos 119:97).  Sea nuestra también la exclamación del salmista.    Amemos leer la Biblia.
            Sed de una vida santa (1 Pedro 1.15-16, sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir….Sed santos, porque yo soy santo).  Un recordatorio para todo discípulo de Cristo, es que adoramos, servimos y seguimos a un Dios que es santo como uno de sus atributos.  En Apocalipsis 4:8 encontramos la adoración centrada en  Dios  Padre así, Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso.  El profeta Isaías 6.3 agrega su descripción de su visión, Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria.    Ana la madre del profeta Samuel en su oración de gratitud por haber tenido su primer hijo, exclama, No hay santo como Jehová.  Santidad es la ausencia del mal, toda impureza, limpio, apartado, pureza etc.  Debido a que nuestro Dios es santo, nuestra vida como discípulos de Cristo, debe reflejar ese atributo en nosotros.  Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir (1 Pedro 1:15).  La vida de santidad no es opcional.  Es una orden que debe ser obedecida.  Recordemos que el pecado nos aleja de Dios.  Vivamos una vida que honre a Dios y fijamos límites a ella viviendo ordenadamente.
            Anhela mayor conocimiento de Dios.  Un discípulo de Cristo no debe tener una vida conformista y mas bien, anhelar conocer más de Dios.  Mi alma tiene sed, del Dios vivo (Salmos 42:2).  En Juan 7:37-38, Jesús exclama, El que cree en mi, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua vida.  Siempre tendremos frutos de conocer más de Dios.  Tenemos su bendición (Ef. 1:3, Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual…)  disfrutamos de grandes privilegios al ser bendecidos por él.  Enfrentaremos la vida con discernimiento (Salmos 119:71, Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos).  Cuando el discípulo de Cristo está atravesando una dificultad tendrá el discernimiento el por qué tal situación.  Así también, sabrá cómo hacerle frente.  No reclamará o se lamentará.  Confiará en Dios (Salmos 9:10,  En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron).  Debido a nuestra estrecha relación con Dios no tendremos ningún problema en depositar toda nuestra confianza en nuestro Dios y saber esperar Su respaldo y pronta ayuda.

            Amar a Dios sobre todas las cosas (Mateo 22:34-40).  Amar a Dios significa relacionarnos con él.  No podemos amar a alguien sin relacionarnos.  Dios anhela tener una relación estrecha con nosotros.  Debemos aclarar que amar a Dios no tiene nada que ver con religiosidad.  Según los rabinos el Pentateuco  tenía 613 mandamientos.  ¿Cuál de ellos era el mayor?  Era el debate entre los rabinos.  La pregunta dirigida hacia Jesús tenía la intención de tentarle y que fijará su posición públicamente.  Jesús sabiamente cita Deuteronomio 6:5 que dice, Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas  tus fuerzas.  Sencillamente debemos amar a Dios con todas nuestras facultades, el corazón, alma y mente.  Debe ser un amor sincero y espontáneo.  Eso marca y distingue un discípulo de Cristo.  ¿Tenemos algunas de las marcas descritas?  ¿Nos consideramos discípulos de Cristo?   Bendiciones a todos. 

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