La parábola del hijo pródigo (I acto), Lucas 15:11-24.
De las parábolas de Jesús, es probablemente la más conocida y
completas de todas. En ella, de forma
magistral, el Señor describe la petición del hijo menor, donde exige antes de
tiempo parte de la herencia que según él le pertenece. Contrario a la costumbre, el padre
accede. Esta historia, bien puede
representar muchos y muchos hogares de hoy día lleno de tensiones y donde las
buenas relaciones familiares se pierden y la paz no existe.
La parábola
describe un hogar monoparental. Estos
hogares son aquellos donde por diversas razones falta uno de los padres. Esto muy común hoy día en todas partes del
mundo. En esta caso, Jesús no menciona a
la madre. No sabemos la razón de la
falta de ella. Es interesante, según las
estadísticas de 2011, en Canadá la
familia convencional (padres de ambos sexos) es cada vez menos. En la provincia de Quebec es donde hay más
parejas en unión libre. En esta caso,
este hogar faltaba la madre que no deja de ser un grave problema.
Padre, dame la parte de los bienes que me
corresponde, y les repartió los bienes (v. 12). El hijo realmente no pidió sino más bien
exigió. Según la costumbre de entonces,
el espíritu de la petición equivale a decir:
¡Padre, estoy ansioso que te mueras!
Un típico padre de esa región le respondería con una bofetada y lo
echaría de casa. Sin duda alguna, este
muchacho estaba ansioso de marcharse de casa.
Quería libertad, diversión, gozar y disfrutar su vida a su antojo y sin
restricciones. Desde luego que para el
padre debió ser un momento complejo y triste.
¿Qué debemos hacer los padres cuando los hijos hacen cosas que no
estamos de acuerdo? Según la edad de
ellos, debemos respetar sus decisiones.
Los hijos deben aprender por sus propias experiencias. El amor de los padres debe manifestarse a
pesar del comportamiento de ellos.
El hijo menor
cometió varios errores con graves consecuencias (v.13-16). Hay un detalle relevante que no debemos
ignorar, el padre no estaba obligado a dar al hijo lo que pedía. La ley judía permitía la división de
bienes una vez que el padre tomaba él la
decisión no el solicitante. No
muchos días después, juntándolo todo….(v. 13). Este joven no esperó que pasarán muchos
días. Casi de inmediato vende todo lo
recibido. Tenía todo planificado, él
quería dinero en efectivo. La costumbre
de entonces el hijo podía recibir la herencia pero no venderla. Eso era considerado como una vergüenza en la
familia. Se fue lejos a una provincia apartada (v. 13). La cultura judía tenía una ceremonia llamada
qetsatsah. Era una especie de castigo
que la comunidad aplicaba cuando el hijo hacia justamente lo que hizo. Le hacían el vacío (lo ignoraban, le negaban
el habla) lo mejor era irse de la
comunidad y no debía regresar. Y allí desperdició sus bienes perdidamente (v.
13). Lo que no cuesta, hagámoslo
fiesta. Desperdició significa dilapidó, gastar desordenamente el
dinero, es como aventar el grano al aire y dejar que el viento se lleve los
residuos. Viviendo perdidamente
significa, vida licenciosa y libertinaje
moral.
Gálatas 6:7 dice,
todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Las consecuencias de
los errores cometidos por este joven no tardaron en llegar a su vida. Y
cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y
comenzó a faltarle (v. 14). Empezó a
tener hambre. ¿Y los amigos? Según Proverbios 19:4 dice una gran verdad, las riquezas traen muchos amigos. Este joven debe llagar a su realidad de
forma brusca, dura y directa. Hasta
entonces había vivido algo irreal. Se ve
forzado a buscar empleo. Lo único que
pudo encontrar era apacentar cerdos. Debemos aclarar que ningún trabajo
desmerita. Pero para la cultura judía,
criar cerdos era humillante. Este joven
era ágil para exigir sus derechos pero inexperto para el trabajo. Estaba tan solo y desamparado que su salario
no le ajustaba ni para comer (v. 16, Y
deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie
le daba nada). ¿Y los amigos?
Su situación es
grave y reflexiona, Volviendo en sí,
dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo
aquí perezco de hambre! (v. 17). Se
dio cuenta al fin que todas sus decisiones habían sido equivocadas. Nunca debió salir de casa y lo peor,
despilfarrar lo recibido por su padre e irse lejos de su presencia. Los empleados de casa tenían mejores
beneficios comenzando con la abundancia de pan y él sufriendo con tantas
necesidades sin cubrir. Me levantaré e iré a mi padre (v. 18). Es la mejor decisión que había tomado en su
tiempo. Él era el único culpable de su
situación y él era el único en buscarle solución. Debe regresar a casa humildemente (v. 19, no soy digno de ser llamado tu hijo….). cuando se marchó, jamás pensó en regresar y
muchos menos en esas condiciones. Su
única solución es el amor, protección y respaldo del padre. ¿Y qué de la
ceremonia qetsatsah? Está regresando a
casa con las manos vacías. ¿Cómo lo
recibiría la comunidad? Este joven no
respetó la costumbre y ley de no vender la heredad. Aquí está este muchacho planeando su propia
solución. ¿Esta es su situación? Le animamos buscar la reconciliación con
aquella y esta en paz. Que bueno es
estar en paz y armonía con aquellos que nos rodean. Bendiciones a todos.
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