lunes, 18 de abril de 2016

Digamos no al favoritismo (Santiago 2:1-13).

Digamos no al favoritismo (Santiago 2:1-13).
El favoritismo es cuando tenemos la tendencia a inclinarnos a favorecer mas a una persona que a otras sin valorar su mérito o lo que es justo.   Muchas veces la iglesia ha caído en este grave error condenado enérgicamente por el escritor Santiago.  Los profetas del AT,  condenaron también esta mala conducta y clamaron justicia.  El profeta Amós 5:12 dice, Porque yo sé de vuestras rebeliones, y de vuestros grandes pecados, sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres.  El profeta Miqueas 6:11 agrega, ¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas?  Como ya hemos dicho, la iglesia de hoy también ha caído en este grave error de parcializarnos especialmente con aquellas personas con recursos económicos.  Se clasifica a las personas por su condición social, raza, marca de ropa que usa, nivel académico, lugar dónde vive y hasta por su condición migratoria.  Como iglesia, debemos recordar que servimos y adoramos a un Dios que constantemente nos dice y recuerda:  Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses, y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho.  Romanos 2:11 dice entre otros pasajes, porque no hay acepción para con Dios.  Jesús mismo también se distinguió por no hacer acepción de personas, Lucas 20:21 dice, Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de personas…
            Santiago nos dice que el principio bíblico demanda no hacer acepción de personas (v. 1-4).  Que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas (v. 1).  Santiago nos hace un fuerte  énfasis en no hacer acepción de personas.  Esto es un grave pecado. El favoritismo es contrario o incompatible a la fe cristiana.  ¿Cómo hacemos acepción de personas? (v. 2-4).  Por ejemplo, mirando con agrado al que usa anillo de oro y ropa espléndida (v. 2).  Dándole un lugar especial al rico o quien tiene muchos bienes materiales (v. 3, y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís:  Siéntate tú aquí en buen lugar.  Es penoso cuando la iglesia tiende a discriminar a alguien por su condición económica.  Dios tiene especial cuidado de los pobres.  Salmos 9:9 dice, Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia.  Hermosa promesa que nos alienta a seguir especialmente cuando nuestras finanzas no andan bien.  Hacemos distinción en base a lo externo:  anillo de oro y con ropa espléndida.  Nos olvidamos de lo interno y discriminamos y contradecimos la práctica del favoritismo que la Biblia  nos pide. 
            Dios tiene cuidado de los pobres (v. 5-7).    Santiago se refiere a personas con escasos recursos y que muchas veces, son discriminados por esa condición.  Salmos 41:1 nos dice, Bienaventurado el que piensa en el pobre, en el día malo lo librará Jehová.  Nuestro buen Dios recompensa a todos aquellos que se preocupan por los que padecen necesidades.   Proverbios 17:5 agrega, El que escarnece al pobre afrenta a su Hacedor, y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo.  Siempre Proverbios 21:13 nos recuerda, El que cierra su oído al clamor del pobre, también el clamará, y no será oído.   Por lo tanto, somos llamados a apoyar al necesitado.  Jesús confrontó al joven rico que tomará la decisión de vender sus bienes y los repartiese a los necesitados y así, tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme.    Los inicios de la iglesia nos muestra hermanos con un espíritu de solidaridad ejemplar.  Hechos 4:32-35 nos dice entre otras cosas, tenían todas las cosas en común….Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían y traían  el precio de lo vendido….y se repartía a cada uno según su necesidad.   Gálatas 2:10  cuando Pablo se presenta a los Apóstoles,  la recomendación recibida por ellos fue entre otras cosas, Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres, lo cual también procuré con diligencia hacer.  Debemos aclarar que ser pobres no significa ser salvos automáticamente.  Tampoco es estar en desventaja con los ricos (por sus posesiones).  Tampoco hay mérito alguno en ser pobres.  Santiago nos recuerda que muchas veces los ricos tienen malas actitudes con los pobres (v. 6-7).  Por ejemplo, vosotros habéis afrentado al pobre…..ellos mismos os arrastran a los tribunales a los tribunales….Sin duda alguna, el rico muchas veces abusa de los pobres. En 1 Timoteo 6:17 encontramos una advertencia,   A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.  Desde luego no es ningún pecado tener posesiones materiales.  Dios nos llama a ser buenos administradores de ellas y ser generosos también.  Debemos recordar, todas las posesiones son inciertas y no depositemos nuestra confianza en ellas.  Proverbios 23:5 nos lo dice así,   ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas?  Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo.  Como hemos dicho, no hay ningún pecado en tener riquezas.  Dios no lo condena.  Sí condena la falta de misericordia hacia el necesitado y por poner sus riquezas primero que todo (1 Timoteo 6:9-10).  En el AT, las fiestas judías daban protección al necesitado.  Si al recoger la cosecha dejan olvidado en el campo algún manojo, no regresen por él.  Déjenlo allí para los pobres….(Deut. 24:19-21 TLA). 

            Obedeciendo el principio bíblico de amarnos unos a otros (v. 8-13).  Contrario a la discriminación, Santiago y el Dios de la Biblia nos pide amarnos unos a otros, v. 8  dice, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Jesús en Mateo 22:35-40 resume en dos mandamientos toda la ley.  Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu  alma, y con toda tu mente.  Este es el primero y grande mandamiento.  Y el segundo es semejante:  Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  Cuando obedecemos este principio, no habrá cabida en nuestras vidas y relaciones el discriminar a nadie.  Santiago nos dice en 2:9, Pero sí hacéis acepción de pecados cometéis pecado.  Así que, sigamos el principio bíblico de no hacer acepción de personas. En Cristo somos uno.  Ya no tenemos mas ciudadanía que la del cielo (Fil. 3:20).    En Cristo ya no hay ni griego ni judío, ni esclavo ni libre.  No caer en el error de clasificar a las personas por su color de piel, posición social,  nivel académico etc.  Eso no tiene ningún valor a los ojos de Dios.   Servimos y adoramos a un Dios que nos dice constantemente:  no hacer acepción de personas.  Bendiciones a todos.  

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