lunes, 25 de abril de 2016

La mujer en la Biblia (Por Mayra Ugalde, La Biblia en las Américas, #2 (2005), p. 15-19).

La mujer en la Biblia (Por Mayra Ugalde, La Biblia en las Américas, #2 (2005), p. 15-19).
Hay dos formas en las que podríamos abordar el tema de la mujer en la Biblia.  Primero, desde una perspectiva cultural.  La Biblia fue inspirada por Dios, pero escrita por seres humanos, eso implica que tiene el toque divino en medio de todo lo humano que pueda registrar:  la Biblia expone las vivencias del pueblo hebreo, y claramente podríamos descifrar cuál es la posición o la situación de la mujer en esa cultura a través de las diferentes épocas.  La otra manera en la que podríamos acercarnos a este tema es analizando la forma en la que Dios mira a la mujer, cómo la tata, cómo la valora.  Por ser la Biblia un libro que expone los hechos de Dios a través de la historia, nos dice cómo crea, mira y trata a la mujer en los diferentes eventos de la historia misma.
            Nos damos la libertad de escoger la segunda alternativa para hacer este análisis.  Lo hacemos así porque creemos que es lo más práctico, y consideremos que contribuye más al desarrollo personal.  Analizaremos en qué forma  ve Dios a las mujeres, según el registro de la Biblia.  Génesis 1:27 dice, Cuando Dios creo al hombre, lo creó a su imagen, varón y mujer los creó.  Cuando Dios creó al ser humano fue una decisión divina que fuera un ser sexuado, es decir hombre y mujer.  Los creó en una posición de igualdad, aun si analizamos el capítulo 2 de Génesis vemos que desde su creación fueron hechos para vivir en equipo, para trabajar en equipo, y con igualdad de responsabilidades, con un solo objetivo, vivir en íntima relación con su Creador y el uno con el otro.  En la Biblia Dios nos ha dado derechos y deberes, y que el ejercicio de estos deberes y derechos va mas allá del género, no vale mas si somos hombres o mujeres.   Dios no toma partido en beneficio de un género específico, él recompensa a cada uno de acuerdo a sus hechos, ama a ambos por igual y les da a ambos oportunidades.  Veamos algunas mujeres usadas por Dios en diversas circunstancias:
            1.  Débora (Jueces 4).  Fue jueza, esto no significaba que administraba la justicia en todo su pueblo, mas bien ocupó una posición de liderazgo, enseñando lo que Dios decía para que el pueblo entendiera y obedeciera.
            2.  Jocabed:  Madre de Moisés. Conociendo las amenazas de muerte por parte de los egipcios, consideró que, en este caso, la desobediencia a las autoridades era lo correcto, por tanto, no temió a la muerte y guardó a su niño por tres meses.  Hizo un plan para esconderlo y luego cuando tuvo la oportunidad de amamantarlo y cuidarlo, lo hizo sembrando en el niño el amor a un solo Dios, en medio de una poderosa cultura, llena de abundancia material y adoradora de muchos dioses.  De entre todas las mujeres israelitas de aquella época, se menciona esta y se menciona su nombre.  No se dice una mujer de la tribu de Leví, la llama Jocabed.
            3.  Ana (1 Samuel 1):  la madre de Samuel fue una mujer de fe, cuyo fervor en la oración ha sido inspirada para las generaciones que han leído la Biblia.  Ana no dudó en cumplir su promesa a Dios y entregar al Señor a su tan esperado hijo, para que le sirviera.  Su sacrificio fue similar al de Abraham, ella lo entregaba como una ofrenda a Dios, devolviéndole al Señor lo que él le había concedido.
            Mahlá, Noá, Hoglá, Milcá y Tirsá (Josué 17:3-4): Las hijas de Selofhad de la tribu de Manasés, rompieron con los esquemas culturales y no se detuvieron en pedir a Josué su parte solo porque eran mujeres.  Según la cultura imperante, una mujer no podía heredar tierras, por lo tanto la familia de su padre quedaría sin espacio en la tierra prometida.  Se lee en Josué 17:4, Estas fueron a ver al sacerdote Eleazar y a Josué y a los jefes del pueblo, y les dijeron:  El Señor le mandó a Moisés que nos diera tierras, lo mismo que a nuestros parientes.  Entonces Josué les dio tierras como a los parientes de su padre, tal como el Señor lo había ordenado. 
            No podemos omitir a las mujeres que se mencionan en la genealogía de Jesús, contrario a lo que la cultura judía acostumbraba.  Mujeres cuyas características hubiera ameritado que no se mencionaran, pero Dios no se avergüenza de incluirlas en la genealogía de Jesús.  Ellas son:
            Rahab (Josué 2:9):  habitante de Jericó, quien además de ser mujer era prostituta, tres razones muy grandes para que la cultura de aquella época la desechara, e incluso de acuerdo a nuestra teología actual.  Razón muy fuerte para que Dios no la hubiera tomado en cuenta.  Sin embargo, realizó una hazaña que nadie se atrevió a hacer, tuvo temor de Dios en medio de una cultura de muchos dioses, su mayor hazaña fue creerle a Dios (Josué 2:9).  Por eso ella y su familia fueron los únicos que se salvaron de toda una ciudad.
            Rut:  Una moabita que, por su condición, no podía llegar a ser del pueblo prometido, una mujer y viuda, ella tenía tres factores negativos en su contra:  sin embargo, no temió dejar su tierra, su familia (su protección) y su gente para ir a cuidar a otra mujer que no le iba a dar nada a cambio, sino que era una carga adicional. Pero su mayor proeza fue amar al Dios de su suegra, por eso le dice con firmeza:  Tu Dios será mi Dios.  Su nombre se registrar en la genealogía de nuestro Salvador, y fue la bisabuela del rey mas importante del pueblo de Israel, David.
            Tamar (Génesis 38):  Mujer y viuda dos veces.  Su hazaña fue correr el riesgo de morir por ser fiel al deber de conservar el nombre de la familia, en contraposición a su suegro, quien no cumple su palabra.  Dios honra al que es fiel, al que cumple una promesa aun cuando esto le puede costar la vida, sin importar si es hombre o mujer. 
            Betsabé:  Aquella mujer que David, en un arrebato de pasión y abuso de autoridad, manda a traer y la hace su mujer, aun sabiendo que era casada con un fiel servidor suyo.  Dos razones por las que la habríamos rechazado.  La verdad es que hemos escuchado a muchos predicadores descartarla y acusarla de adúltera, porque la primera reacción nuestra es culparla a ella de la decisión que tomó el rey.  Esta mujer estaba cumpliendo con el rito de la purificación mandado por la ley, cuando David la vio, le gustó y no pensó en ella ni en el esposo de ella.  Por eso, en la historia que relata Natán sobre el hombre que solo tenía una ovejita este sufre porque el que tenía una ovejita, este sufre porque el que tenía muchas le quita la única que tenía.  ¿Quién es el culpable?  Le invitamos a sacar sus propias conclusiones.  Lo que sí está claro es que Dios dicta una sentencia, hace que el niño que nace producto de esa relación, muera.  Castiga la familia de David con una maldición de violencia por todas las generaciones que se puede ver hasta ahora, y a Betsabé le da la oportunidad de concebir otro niño que luego sería el rey.  Dios elige al hijo de Betsabé, Salomón para que herede el trono de Israel, y lo hace el hombre mas sabio de la historia.  Aunque se la califique como adúltera, Dios nos la desechó. 
            Al analizar a la mujer en la Biblia lanza un reto hoy para ser como esa mujeres que se atrevieron a creer a Dios, a amarlo, a obedecerlo, aun a pesar delas costumbres.  También, se lanza un reto a los hombres, a los líderes, a los pastores, para mirar con los ojos de Dios a las mujeres que están ahí en la iglesia, porque ellas siguen buscando a Dios con el mismo anhelo con lo que las ya citadas.  Tal vez despreciables a los ojos de la sociedad pero importantes y dignas ante los ojos de Dios. 


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