Aprendiendo a depender de Dios (1 Reyes 17:8-24)
En la vida del profeta Elías se
mezclan situaciones importantes que le hicieron un hombre de Dios. Vemos obediencia (cumplir la voluntad en este
caso de Dios). Esto debemos aprender
todos. No es una cualidad automática en
nuestras vidas. Vemos la provisión de
Dios que siempre es milagrosa. Casi
todos nos llenamos de preocupación cuando tenemos limitaciones materiales y
esto nos roba la paz. Vemos también el
respaldo de Dios en su vida. Respaldo es
proteger, amparar, apoyar, garantizar etc.
Cuando Dios llamó a Moisés, para liberar al pueblo de Israel, éste,
pidió Su respaldo para tener éxito en
esta delicada y difícil labor. Éxodo
3:12 Dios le afirma a Moisés, Vé, porque
yo estaré contigo….Así como Moisés, hoy nosotros debemos saber que sin el
respaldo de Dios no podemos hacer Su obra (Juan 15:5, separados de mí, nada podéis hacer).
En
1 Reyes 17:7 dice, Pasados algunos días,
se secó el arroyo…Tal parece que el plan divino en la vida de Elías había
llegado a su fin. Sin embargo, este era
apenas el inicio de lo que Dios tiene para la vida del profeta para el
futuro. Muchos de nosotros quizá nos
hubiéramos afanados y creer que ya había terminado todo. Elías demuestra su obediencia cuando Dios se le revela de nuevo. Vino
luego a él palabra de Jehová, diciendo:
Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí, he aquí yo he dado
orden allí a una mujer viuda que te sustente.
Entonces él se levantó y se fue a Sarepta (1 Reyes 19.8-10). Como
hijos de Dios, debemos saber que la revelación divina se da poco a poco. Elías recibe nueva revelación hasta que el
arroyo se secó, no antes. En todo ello,
la enseñanza principal es aprender a
depender de Dios diariamente. Éxodo
16:4, Dios instruye al pueblo cómo recoger
el maná, Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo, y el
pueblo saldrá, y recogerá diariamente
la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Así mismo en Mateo 6:11 sobre la oración
del Padre nuestro nos dice, El pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy. Una viuda no era la persona mejor calificada
para proveer de comida en aquel tiempo.
Socialmente, eran las personas mas desprotegidas y necesitadas. Dios
nos enseña que tiene múltiples recursos a su disposición. A nuestros ojos, una viuda no era la mejor
persona donde encontrar provisión. Sin
embargo, Elías obedece sin cuestionar la orden de Dios. Sarepta era el lugar escogido y era allí
donde Elías se dirige (v. 10, Entonces él
se levantó y se fue a Sarepta).
La
provisión de Dios en ese lugar fue milagrosa.
Sin embargo la primera impresión que Elías tuvo no fue la mejor. Y
cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba
recogiendo leña (v. 10). Casi
siempre nos dejamos llevar por la primera impresión. A la necesidad de agua y alimento, esta mujer
responde: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido, solamente un puñado de
harina en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija, y ahora recogía dos
leños, para entrar y prepararlos para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y
nos dejemos morir (v. 12). Si fuésemos Elías quizá nos hubiéramos
preguntado: ¿Señor, está es la persona
que supuestamente nos
alimentará? Quizá Elías pensó tener
mejores condiciones en el arroyo. Con fe y convicción él le responde, No tengas temor (v. 13). Mientras la viuda tenía puestos sus ojos en
la poca harina y aceite y sus dos leños de madera, Elías los tenía puestos en
el poder de Dios en proveer milagrosamente donde no lo hay. La promesa de Dios era, La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija
disminuirá, hasta que el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la
tierra (v. 14). Los hijos de Israel
recibieron una palabra de fe en Éxodo 16:35, Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron
a tierra habitada….esta palabra es confirmada en Josué 5:11-12, Al otro día de la pascua comieron del fruto
de la tierra….Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del
fruto de la tierra, y los hijos de Israel nunca mas tuvieron maná, sino que
comieron de los frutos de Canaán aquel año.
La viuda cree y obedece (v. 15).
Su fe es digna de imitar. No
cuestiona la palabra del profeta. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías,
y comió él, ella y su casa, muchos días.
Y la harina de la tinaja no
escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová
había dicho por Elías (v. 15-16).
El
pasaje termina con un acontecimiento inesperado y sumamente complicado. Muere el hijo de la viuda. Elías debe afrontar este reto. ¿Qué hacer?
Ella, con su dolor busca respuestas y un culpable (v. 17-18). Elías con sabiduría maneja el asunto. No entiende el por qué de esta situación y
ora y usa un procedimiento que la Biblia no explica por qué. Así que no entraremos en la especulación de
dicho procedimiento. Y Jehová oyó la voz de Elías (v.
22). Dios respalda una vez mas su
profeta y la viuda afirma su fe y respeto al hombre de Dios (v. 24, Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y
que la palabra de Jehová es verdad en tu boca). Como hemos visto, la provisión de Dios
siempre es de carácter milagroso.
Sepamos esperar en Él. Dios nos
negocia con nadie ser obedecido. Así
disfrutaremos del respaldo divino. Dios
les bendiga.
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