lunes, 27 de febrero de 2017

Enfrentando el desánimo (1 Reyes 19:1-12).

Enfrentando el desánimo (1 Reyes 19:1-12).
El desánimo, es un sentimiento que paraliza por completo nuestras facultades espirituales, emocionales y hasta físicas.  La mente sufre un bloqueo que impide que actuemos según los principios de Dios.  Nos quedamos sin fuerzas para seguir.  Nos falta la ilusión para seguir.   Todos en la vida mas de alguna vez nos hemos sentido desanimados.  Las causas pueden ser variadas:  fatiga, frustración, el fracaso, el temor.  El desánimo puede ser de carácter espiritual como también como resultado de nuestras propias decisiones. La iglesia y el creyente en general debemos saber la razón de esos momentos que enfrentamos situaciones que nos desaniman. El Apóstol Pablo nos lo dice en 2 Cor. 1:4,   El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también  nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.  Hay un llamado claro a tener la actitud y capacidad de llevar las cargas los unos con los otros. 
            ¿Cómo podemos enfrentar el desánimo?  Tomando en consideración la experiencia del profeta Elías, primero debemos pensar de manera clara .  Al día siguiente que Jehová Dios se había manifestado de forma clara y contundente, Jezabel la esposa del rey Acab le amenaza con la muerte, Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de ellos (v. 2).  Elías tuvo la valentía de enfrentarse a 450 profetas sin temor alguno.  Sin embargo, no pudo hacerle frente a la amenaza de una mujer.  Elías no mantuvo su mirada en Dios sino en las circunstancias.  Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar la vida (v. 3) .  No podemos acusar ni juzgarle.  Santiago 5:17 nos recuerda sobre él, Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras…..tuvo un pensamiento equivocado y por ello su decisión de salir huyendo.
            Segundo, no aislarse (v. 3, ….y dejó allí a su criado…..solo yo he quedado v. 10).  El desánimo nos motiva a estar solos.  Desde luego no es la mejor decisión a tomar.  Aislarnos empeora nuestra situación.  Las relaciones interpersonales nos ayudan a reabastecer nuestro estado de ánimo.  El desánimo no viene de la noche a la mañana.  Es un proceso.  Así también, para salir del desánimo tomará tiempo….empecemos hoy buscando ayuda en los demás.  Dios sigue siendo nuestra mejor opción. David en el Salmo 40:1-3 nos dice, Me hizo sacar del  pozo de la desesperación (desolación)….puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.  Puso luego en mi boca cántico nuevo….Como se dijo al inicio, todos debemos ser animadores.  Gálatas 6:1 nos recuerda, Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta…..restauradle con espíritu de mansedumbre….No ataquemos al desanimado, no lo condenemos ni rechacemos.  Todo lo contrario, animarlo es nuestra responsabilidad.
            Tercero, saber manejas las circunstancias de la vida (v. 4, Y deseando morirse.  Basta ya, oh Jehová, quítame la vida).  El desánimo no nos permite ver nuestra realidad.  Dios no había terminado con sus planes en la vida del profeta Elías.  Jezabel quería matarle y huye, ahora pide a Dios que le quite su vida.  Vemos un lamento en Elías olvidando que Dios le había dado una gran victoria el día anterior y hoy desea morirse.  El estar lamentando es improductivo.  No nos permite avanzar a otro nivel.  Nos lleva al pesimismo y nos incapacita ver claramente las oportunidades que Dios tiene para nosotros.  ¡Que bueno que Dios no siempre responde nuestras peticiones!  En los momentos de desánimo, debemos pensar correctamente.  Filipenses 1:12 dice, Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado mas bien para el progreso del evangelio.  La actitud cómo hacemos frente a las circunstancias de la vida, hace la diferencia.  El término resiliencia, es la capacidad de enfrentar las adversidades de manera sana y exitosa.  Es recuperarse de la adversidad.  Así que, vayamos en la dirección correcta pensando correctamente.  Si nuestros pensamientos son de continuo temor, eso viviremos.  Job 3:25-26 dice, Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía.  No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado.  No obstante, me vino turbación.  Si enfocamos nuestros pensamientos en el temor o preocupación, ¡eso viviremos!  Seamos perseverantes.  Dios tiene el control y tiene algo mejor para nosotros.  Lo que somos, define lo que hacemos. 

            Finalmente, no caer en la autocompasión (v. 5, Levántate, come).  El desánimo hace que perdamos la perspectiva correcta de la vida y de nosotros mismos.  No soy mejor que mis padres (v. 4).  Elías tiene un grave problema de autoestima (consideración que uno tiene de sí mismo).  Pablo en Romanos 12:3 nos recuerda, cada cual que está entre vosotros, que no tenga mas alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura (sano juicio).  Es tener un concepto equilibrado de uno mismo.  Dios siempre vendrá en nuestro auxilio.  Se le permitió un descanso y se le alimentó (v. 5, 7, 8).  En todo ello, Dios le habla con sabiduría, ¿Qué haces aquí Elías? (v. 9).  No era el lugar que Dios quería que estuviese.  La batalla espiritual era en Israel donde el pueblo había sido testigo del poder de Dios.  Sin embargo, Elías no es reprendido, ni avergonzado.  Dios supo cómo llegarle.  Y es que Dios no había terminado con Elías (v. 15-18, Vé, vuélvete….ungirás a Hazael por rey de Siria….A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel….y a Eliseo….ungirás para que sea profeta en tu lugar).  Así que, saquemos el desánimo de nuestras vidas.  Vivamos en fe, optimismo y esperanza en un Dios que nos ama, desea lo mejor y tiene el control de nuestras vidas.  Salgamos de la rutina y busquemos la comunión con los demás.  Dios siempre está interesado en nuestro bienestar.  Dios les bendiga. 

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