Enfrentando el desánimo (1 Reyes
19:1-12).
El desánimo, es un sentimiento
que paraliza por completo nuestras facultades espirituales, emocionales y hasta
físicas. La mente sufre un bloqueo que
impide que actuemos según los principios de Dios. Nos quedamos sin fuerzas para seguir. Nos falta la ilusión para seguir. Todos en la vida mas de alguna vez nos hemos
sentido desanimados. Las causas pueden
ser variadas: fatiga, frustración, el
fracaso, el temor. El desánimo puede ser
de carácter espiritual como también como resultado de nuestras propias
decisiones. La iglesia y el creyente en general debemos saber la razón de esos
momentos que enfrentamos situaciones que nos desaniman. El Apóstol Pablo nos lo
dice en 2 Cor. 1:4, El cual nos consuela en todas nuestras
tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier
tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por
Dios. Hay un llamado claro a tener
la actitud y capacidad de llevar las cargas los unos con los otros.
¿Cómo
podemos enfrentar el desánimo? Tomando
en consideración la experiencia del profeta Elías, primero debemos pensar de manera clara . Al día siguiente que Jehová Dios se había
manifestado de forma clara y contundente, Jezabel la esposa del rey Acab le
amenaza con la muerte, Así me hagan los
dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona
como la de ellos (v. 2). Elías tuvo
la valentía de enfrentarse a 450 profetas sin temor alguno. Sin embargo, no pudo hacerle frente a la
amenaza de una mujer. Elías no mantuvo
su mirada en Dios sino en las circunstancias.
Viendo, pues, el peligro, se
levantó y se fue para salvar la vida (v. 3) . No podemos acusar ni juzgarle. Santiago 5:17 nos recuerda sobre él, Elías era hombre sujeto a pasiones
semejantes a las nuestras…..tuvo un pensamiento equivocado y por ello su
decisión de salir huyendo.
Segundo,
no aislarse (v. 3, ….y dejó allí a su
criado…..solo yo he quedado v. 10).
El desánimo nos motiva a estar solos.
Desde luego no es la mejor decisión a tomar. Aislarnos empeora nuestra situación. Las relaciones interpersonales nos ayudan a
reabastecer nuestro estado de ánimo. El
desánimo no viene de la noche a la mañana.
Es un proceso. Así también, para
salir del desánimo tomará tiempo….empecemos hoy buscando ayuda en los
demás. Dios sigue siendo nuestra mejor
opción. David en el Salmo 40:1-3 nos dice, Me
hizo sacar del pozo de la desesperación (desolación)….puso mis pies sobre peña, y enderezó mis
pasos. Puso luego en mi boca cántico
nuevo….Como se dijo al inicio, todos debemos ser animadores. Gálatas 6:1 nos recuerda, Hermanos, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta…..restauradle con espíritu de mansedumbre….No ataquemos al
desanimado, no lo condenemos ni rechacemos.
Todo lo contrario, animarlo es nuestra responsabilidad.
Tercero,
saber manejas las circunstancias de la
vida (v. 4, Y deseando morirse. Basta ya, oh Jehová, quítame la vida). El desánimo no nos permite ver nuestra
realidad. Dios no había terminado con
sus planes en la vida del profeta Elías. Jezabel quería matarle y huye, ahora pide a
Dios que le quite su vida. Vemos un
lamento en Elías olvidando que Dios le había dado una gran victoria el día
anterior y hoy desea morirse. El estar
lamentando es improductivo. No nos
permite avanzar a otro nivel. Nos lleva
al pesimismo y nos incapacita ver claramente las oportunidades que Dios tiene
para nosotros. ¡Que bueno que Dios no
siempre responde nuestras peticiones! En
los momentos de desánimo, debemos pensar correctamente. Filipenses 1:12 dice, Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han
redundado mas bien para el progreso del evangelio. La actitud cómo hacemos frente a las
circunstancias de la vida, hace la diferencia.
El término resiliencia, es la
capacidad de enfrentar las adversidades de manera sana y exitosa. Es recuperarse de la adversidad. Así que, vayamos en la dirección correcta
pensando correctamente. Si nuestros pensamientos
son de continuo temor, eso viviremos.
Job 3:25-26 dice, Porque el temor
que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía. No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve
reposado. No obstante, me vino
turbación. Si enfocamos nuestros
pensamientos en el temor o preocupación, ¡eso viviremos! Seamos perseverantes. Dios tiene el control y tiene algo mejor para
nosotros. Lo que somos, define lo que
hacemos.
Finalmente,
no caer en la autocompasión (v. 5, Levántate, come). El desánimo hace que perdamos la perspectiva
correcta de la vida y de nosotros mismos.
No soy mejor que mis padres (v.
4). Elías tiene un grave problema de
autoestima (consideración que uno tiene de sí mismo). Pablo en Romanos 12:3 nos recuerda, cada cual que está entre vosotros, que no
tenga mas alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con
cordura (sano juicio). Es tener un
concepto equilibrado de uno mismo. Dios
siempre vendrá en nuestro auxilio. Se le
permitió un descanso y se le alimentó (v. 5, 7, 8). En todo ello, Dios le habla con sabiduría, ¿Qué haces aquí Elías? (v. 9). No era el lugar que Dios quería que
estuviese. La batalla espiritual era en
Israel donde el pueblo había sido testigo del poder de Dios. Sin embargo, Elías no es reprendido, ni
avergonzado. Dios supo cómo llegarle. Y es que Dios no había terminado con Elías
(v. 15-18, Vé, vuélvete….ungirás a Hazael
por rey de Siria….A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel….y a
Eliseo….ungirás para que sea profeta en tu lugar). Así que, saquemos el desánimo de nuestras
vidas. Vivamos en fe, optimismo y
esperanza en un Dios que nos ama, desea lo mejor y tiene el control de nuestras
vidas. Salgamos de la rutina y busquemos
la comunión con los demás. Dios siempre
está interesado en nuestro bienestar.
Dios les bendiga.
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