Una introducción acerca de
nuestras emociones (Salmos 37:8).
Las emociones son aquellos
sentimientos de sensación moderada intensidad producida por la alegría, el
miedo, la ira, el enojo, la felicidad todo depende del sentimiento así será
nuestra emoción del momento. Ellas
reflejan y expresan el hombre interior, el corazón, el alma y la mente. Las emociones es una agitación o movimiento
que sentimos en el alma. Estas pueden
acercarnos o alejarnos de Dios. Emociones como ser la frustración, el enojo,
la ira, la amargura nos pueden alejar de Dios.
Contario, la alegría, el gozo, el entusiasmo nos animan a buscar de
Dios. Lo importante en lo anterior, es
no permitir no depender de ellas para buscar o acercarnos a Dios. Somos la sociedad del consumo de
tranquilizantes y todo aquello relacionado con drogas para controlar nuestros
estados emocionales. Estamos en la
búsqueda de ayuda para sentirnos bien.
Por eje. tenemos Emociones
Anónimos similar a AA que debe seguir doce pasos. Se reúnen para trabajar en la recuperación
de dificultades emocionales.
Dentro
de la gama de emociones podemos mencionar en primer lugar el resentimiento. Es el sentimiento donde tenemos un fuerte
disgusto o enojo hacia alguien. Tiene el
profijo Re, acción de repetir. Es cuando reciclamos o bien podemos decir rumiamos sentimientos negativos. El resentimiento no es ninguna virtud. Job
36:13 dice, Los malvados son rencorosos,
como Dios los castiga jamás le piden ayuda, (TLA). Una persona resentida siempre busca el
desquite o venganza. El caso de Esaú,
hermano de Jacob es típico. En Gn.
27:41, Esaú manifiesta su resentimiento y deseo de venganza afirmando, Y aborreció Esaú a Jacob…..y yo mataré a mi
hermano Jacob. Desde luego, en este
caso, él estaba cosechando los frutos que había sembrado cuando tiempo atrás no
valoró su derecho a su primogenitura y la vende por un plato de comida a su
astuto hermano (Gn. 25:29-34). Vemos
otro caso cuando Absalón mata a su hermano Amnón cuando éste violó a su hermana
Tamar 82 Samuel 13:20-22).
Otra
emoción es la amargura, es un
sentimiento de frustración, resentimiento o tristeza por alguna
desilusión. De nuevo citamos el caso de
Esaú cuando su hermano Jacob se adelanta y engaña su padre Isaac y recibe la
bendición (Gn. 27:34, Cuando Esaú oyó las
palabras de su padre, clamó con muy grande y muy amarga exclamación. La amargura es una emoción
contagiosa. Viene cuando somos ofendidos
y no arreglamos la situación a tiempo.
En muchos casos, la persona amargada se considera inocente y la otra parte
es la culpable. Como ya hemos dicho, en
el caso de Esaú, él fue el culpable por no valorar su privilegio y derecho a la
primogenitura y la vende por un plato de comida. Después cundo su hermano Jacob la recibe
se llena de amargura y desea
matarle. Hebreos 12:15 dice, Mirad bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y
por ella muchos sean contaminados. Todos estamos expuestos a experimentar
esta emoción y lo peor de todo, contagiamos a los que nos rodean. Una persona amargada, pierde perspectiva de
la vida y busca la solución por medios equivocados (la venganza uno de ellos) .
La envidia, es otra emoción muy popular
entre nosotros. Es el deseo malsano de
querer lo que otro tiene. No estamos
contentos con el éxito ajeno. La prosperidad
ajena nos molesta e incomoda. Una
característica de una persona envidiosa, nunca está contenta. Job 5:2 dice, ¿Es cierto que al necio lo mata la ira?
Y al codicioso lo consume la envidia.
Proverbios 14:30 agrega, ….mas
la envidia es carcoma de los huesos. Dios
nos ha llamado a tener un espíritu de contentamiento recordemos, La bendición es la que enriquece y no añade
tristeza con ella (Prov. 10:22). Una
persona envidiosa puede estar rodeada de bienes materiales no estar
satisfecho. Una persona envidiosa tiene
un espíritu competitivo. La iglesia de
Corinto se distinguió por el espíritu de competencia y envidia entre sus
miembros y líderes. Pablo en1 Cor. 3:3
dice, Porque aún sois carnales, pues
habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y
andáis como hombres?. Debido a ese
espíritu de envidia entre ellos, el apóstol debe escribirles esta fuerte
exhortación y les recuerda Porque somos
colaboradores de Dios (1 Cor. 3:9).
Dejemos de estar viendo cómo corren los demás olvidando nuestra propia
carrera.
Dios
está y sigue interesado en nuestra vida emocional. Sigamos Sus principios encontrados en la
Palabra. Busquemos controlarlas y no lo
contrario. Cuando vivimos bajo nuestras
emociones no tendremos una vida estable y hasta poco saludable. Cuidemos nuestro corazón y llenémoslo con la
presencia soberana del Santo Espíritu y así ser hombres y mujeres controlados
por él, no por nuestras emociones. Dios
les bendiga.
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