Viviendo en fe y confianza
(Salmos 46).
Todos
en la vida mas de alguna vez hemos necesitado que nos den ánimo para seguir
adelante. Alentar es, acto de inspirar a otros valor y
esperanza. Cuando alentamos, incitamos,
estimulamos y afirmamos. La iglesia
está para eso y muchos mas. El temor, es
una experiencia que todos experimentamos mas de alguna vez. Max Lucado en su libro Sin temor dice: El temor corroe
nuestra confianza en la bondad de Dios.
El temor desata una multitud de dudas, vacilaciones que producen
enojo. El temor es percibido como
pérdida de control. También nos afecta
la memoria. El temor nos hace sentir muy
mal. Sus mandamientos más frecuentes surge del género no temáis. Los evangelios contienen unos ciento
veinticinco mandamientos de Cristo en modo imperativo. De esos, veintiuno nos dicen no temáis o no
temas o confiad o ten ánimo o tened buen ánimo.
Jesús considera nuestros temores con seriedad. La declaración que hizo con mas frecuencia
fue: no temáis.
Las tormentas en la vida son
muchas veces inevitables, ¿cómo las enfrentamos? Primero, sabiendo
que nuestro Dios sigue en control (Mateo 8:23-27). Mateo describe el milagro cuando Jesús calma
la tempestad. Y he aquí que se levantó en
el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía (v.
24). Mateo usa el término seismo (un terremoto, una erupción que
estremecía la tierra y el mar). No fue
un simple chubasco o lluvia ligera. La
forma cómo Jesús y los discípulos enfrentan la tormenta es contrastante. Los discípulos aunque muchos de ellos eran expertos marineros y
conocedores de este tipo de tempestades, estaban llenos de temor. Por el contrario, estaba durmiendo
pacíficamente. Podemos encontrar al
menos dos enseñanzas de lo anterior. Primero, demostrar quién es Jesús, su poder,
autoridad y divinidad (v. 27, Y los
hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué
hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen). Segundo, la fe de los discípulos es
fortalecida (v. 26, ¿Por qué teméis, hombres
de poca fe?). ¿Y qué de nosotros?
Jesús dejó una ilustración de Su protección y poder divino a favor
nuestro.
Segundo,
echando nuestras cargas en Jesús (1
Pedro 5:7, Echando toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros). Echar es sinónimo de arrojar sobre algo
sobre alguien. Esforzarse por arrojar
algo lejos de nosotros. Carga son toda
aquellas situaciones de nuestra vida, pueden ser problemas de salud, finanzas,
malas relaciones interpersonales, falta de trabajo etc. Todo lo anterior nos puede llenar de angustia
o temor. Jesús se ofrece a que le
llevemos a él lo que nos afecta a vivir una vida en paz. Usted y yo, debemos aprender a confiar en su
poder divino. Jesús tuvo la capacidad de
calmar la tempestad, puede hacer lo mismo con aquello que nos perturba. Para ello, es importante la recomendación de
Pedro en su primera carta 5:6, Humillaos,
pues, bajo la poderosa mano de Dios….reconocer nuestra necesidad de a ayuda
divina es señal de humildad y aceptar que sin Dios no podemos hacer nada. Somos impotentes cuando hacemos frentes a las
tormentas de la vida.
Tercero,
permaneciendo firmes a pesar de….(Salmos
46). El salmista expresa, Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro
pronto auxilio en las tribulaciones. Por
tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida (v. 1-2). El escritor presenta a Dios como amparo
(protección, defensa, recurso) fortaleza
es un lugar seguro de protección. Así que en vista de ello, no debemos tener
ningún temor (v. 2). Hagamos de la
confianza un estilo de vida y alejemos el temor de nosotros. Recordemos que el poder de Dios está en
nuestro favor (v. Nuestro pronto auxilio). Así también recordar que Dios es capaz (v. 5,
Dios está en medio de ella, no será
conmovida). Los problemas en la vida exigen soluciones…..Dios es
capaz. Gracias Dios por ser nuestro
pronto auxilio…..no temeré. Las tormentas en la vida son muchas veces
inevitables, ¿cómo las enfrentamos? Dios sigue siendo nuestra mejor y única
opción. No temeré. Dios les bendiga.
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