lunes, 8 de mayo de 2017

Fundamentos bíblicos para edificar un hogar saludable y estable (Mateo 7:24-27).

Fundamentos bíblicos para edificar un hogar saludable y estable (Mateo 7:24-27).
El pasaje arriba citado, nos habla de cómo edificar o construir una casa y de los resultados del mismo.  Durante toda nuestra vida, nos dedicamos a edificar o construir.  El hombre prudente del v 24, Jesús lo describe como prudente al edificar su casa sobre la roca.  En el v. 26-27, Jesús agrega, Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena….y fue grande su ruina.  En la vida cristiana no se trata únicamente de oír sino también obedecer lo que oímos.  Este hombre se le describe como prudente, porque utilizó buenos materiales de construcción.  Edificó sobre un terreno adecuado (la roca).  Los resultados se dejan ver cuando enfrenta con seguridad la lluvia, ríos, vientos fuertes y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 
            Cuando vemos la problemática familiar, matrimonial, conyugal notamos con alarma, cómo la familia está en una grave crisis.  ¿Dónde está la falla?  La falla está por no seguir los principios del Diseñador del  matrimonio, Dios.  En Su palabra, Dios nos ha dejado principios eternos de cómo debe funcionar lo mejor posible el matrimonio y vida familiar.   El no hacerlo, nos lleva al otro hombre descrito en el v. 26-27, Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena…..y cayó, y fue grande su ruina.  Lamentablemente, esa es la condición de muchos matrimonios hoy día, en ruinas por no obedecer lo que Dios dice y pide en Su palabra.  veamos a continuación cuatro principios bíblicos que son como los materiales apropiados para construir una casa.
            El primero, cortar el cordón umbilical.  El cordón umbilical es aquella unión por donde la madre alimenta al bebé dentro de su vientre.  Este cordón debe cortarse en los primeros tres minutos al nacimiento del bebé.  Cuando esto sucede, el bebé inicia un nuevo proceso en su vida.  Debe respirar y alimentarse por sí mismo.  Es la misma idea cuando se inicia un nuevo matrimonio.  Sabia usted que el principio de dejar padre y madre se repite por lo menos cuatro veces  en la Biblia.  Consideremos, si Dios los repite cuatro veces, sencillamente significa que es importante, vigente y debe ser tenido muy en cuenta.  ¡Así que mejor  es que lo obedezcamos!  Casados, realmente es una palabra compuesta casa-dos.  La separación permite al nuevo matrimonio independencia emocional, financiera, tomar sus propias decisiones.  Los padres o suegros debemos liberar a nuestros hijos y que aprendan ellos mismos en base a nuestras propias experiencias.  ¿Se equivocarán? ¡Desde luego que sí!  ¿Acaso o nos equivocamos nosotros y lo seguimos haciendo y aquí seguimos?  Cuando visitemos nuestros hijos o hijas ya casadas sepamos que no es nuestra  casa.  Si no nos gusta algo cómo está ubicado, ¡favor dejarlo ahí, no lo cambie de lugar!  No es nuestra casa. 
            Segundo, saber pelear.  Efesios 4:26-27, dice,  Airaos, pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.  Debemos aclarar dos mitos sobre el matrimonio:
            1.  Los buenos matrimonios nunca pelean.  ¡Eso no es verdad!  Todo matrimonio mas de alguna vez deberá enfrentar algún conflicto.  ¿Cómo manejaremos esos conflictos?
            2.  Los conflictos dañan a los buenos matrimonios:  Eso no tiene porque ser así.  No sabemos cúando sucederán los conflictos, pero sí debemos saber cómo los enfrentaremos y resolveremos. 
         Sepamos enfrentar la situación no a la persona en sí.  Efesios 6:12 nos dice que nuestra lucha no es contra sangre ni carne sino principados…..Así que, no caigamos en la trampa del Diablo en ponernos a pelear con nuestro cónyuge.  Debemos manejar el conflicto con sabiduría (saber pelear).
            1.  Airaos:  El Dios de la Biblia nos permite enojarnos.  ¡Uf, que alivio dirían algunos! 
                        2. Pero no pequéis:  Debe ser un enojo controlado.  ¡Un enojo santo!  Prov. 14:17, El que fácilmente se enoja hará locuras…
                        3.  No se ponga el solo sobre su enojo:  debe ser un enojo de corta duración.
                        4.  Los no en un conflicto manejado con sabiduría:
                                    a.  No usemos artillería pesada (Ef. 4:29-31).  Prov. 10:19, 32, 15:1.
                                    b.  No ventilar los trapitos sucios en público (¡solo en FB!). 
                                    c.  No use amenazas:  ¡Llamaré a mi abogado y te arreglas con él!
                                    d.  No seamos resentidos:  mantenemos el silencio como nuestra arma preferida.  No responderé hasta que me pida perdón o me traiga un regalo. No le voy hablar hasta que él o ella lo haga primero. 
                                    e.  No use la relación sexual como arma de combate.
            No demos lugar al diablo (Ef. 4:27):  Un conflicto mal manejado podemos darle lugar al diablo (2 Cor. 2:11, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones).  Busquemos a Dios y sepamos escuchar su voz.  Intentemos comprender a nuestro cónyuge y a usted mismo.  Converse con su cónyuge sin gritar ni amenazar.  Controlemos nuestro temperamento.
            Tercero, saber perdonar.  Efesios 4:32 nos recuerda,   Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros…un paso  previo al perdón es quitar de nuestro corazón toda amargura (Ef. 4:31).  El verbo quitarse es un imperativo.  Es una orden a obedecer.  No podemos entrar en la esfera del perdón hasta que estemos libres de toda amargura.  Hebreos 12:15 dice,   Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.  La amargura no beneficia a nadie mismo la falta de perdón en la vida matrimonial.  Estorba, causa dificultades y no crecemos. 
            Finalmente, envejecer juntos.  En 1 Reyes 1:1-4, se describe cuando el rey David ya estaba anciano, se le buscó una joven que durmiera con él y lo calentase.  La Biblia describe que David tuvo por lo menos 8 esposas (Ahinoam, Abigail, Maaca, Haguit, Abital, Egla, Betsabé y Mical hija de Saúl).  Consideremos, si David tuvo tantas esposas y no digamos concubinas, ¿por qué se necesitó en su vejez, verse en la necesidad de buscar una joven que lo abrigase?  ¿Dónde están sus esposas?  Lo que podemos inferir, es que David no cultivó una buena y estrecha relación con ellas.  Quizá fueron únicamente como objetos sexuales únicamente.  Proverbios 5:18-19 dice, Alégrate con la mujer de tu juventud….sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre (te haga feliz).  El matrimonio es una relación de dos, donde ambos debemos hacer ajustes permanentes.  ¿Cómo estamos edificando nuestro matrimonio?  Seamos prudentes porque lo estamos haciendo con buenos materiales y el terreno adecuado.  Obedeszcamos los principios bíblicos y veremos los frutos de ello.  Dios bendiga sus vidas y matrimonios. 


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