La obediencia
siempre trae bendición (Josué 6:1-10).
Uno de los
principios básicos del cristianismo es la obediencia a las reglas de Dios. Por medio de nuestra obediencia, Dios busca
protegernos del mal y hacernos daño nosotros mismos. No esperemos desobedecer y que no haya
consecuencias a enfrentar. La obediencia
a Dios involucra un compromiso a Él, sin importar las consecuencias. Debemos tener presente, la obediencia siempre
demanda valor. Muchas veces Dios nos pedirá hacer cosas que nos harán dudar y
la duda trae temor contrario al valor.
Tenemos el ejemplo de los diez espías como contagiaron a todo el pueblo
para no obedecer a Dios y se llenan de temor, pesimismo y falto de fe y no ir a
conquistar la tierra prometida (Números 13.28, 31, 32-339. Por el contrario, Josué y Caleb demostraron
valor y fe. Ellos le creyeron a Dios y
confiaron que era capaz de cumplir Sus promesas (Números 13:30, 14:7-9).
El pasaje arriba citado, describe la
primer batalla que Josué al frente del ejército de Israel deben enfrentar. Esta acción era importante por ser la
primera. Jericó era una enorme ciudad
con doble muralla de por lo menos unos 4 metros de altura. Nos dice que Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel (Josué
6:1). Estaba situada en una colina. Estratégicamente, ayuda mucho a la ciudad y
la hacia complicada tomarla. Recordemos
que unos años antes, diez espías habían contagiado a todo el pueblo de gran
temor, desánimo al grado que afirmaron: no podremos subir contra aquel pueblo,
porque es mas fuerte que nosotros (Números 13:31). En medio de toda la emoción de entrar en
combate suceden dos cosas:
1.
Josué recibe una firme promesa (v. 2):
Mas Jehová dijo a Josué: Mira yo he entregado en tu mano a Jericó y a
su rey, con sus varones de guerra. Esta
palabra debió ser sumamente oportuna para Josué. Debió animarle. Agregado a ello, recordemos lo que Hebreos
11:30 dice, Por la fe cayeron los muros de Jericó, después
de rodearlos siete días. La ciudad
de Jericó fue un regalo de Dios para su pueblo.
Israel, debía aprender que la tierra era un reglo que debía recibirse
por fe. Tomar la ciudad era una tarea
difícil, pero con la ayuda de Dios sí sería posible.
2.
Josué recibe la estrategia a seguir (v. 3-5): Empezar ganando siempre es importante. Debemos decir, que la estrategia a seguir no
tiene mucho de militar. El cómo tomarían la ciudad a nuestros ojos
no era la mas acertada. Esa era la
estrategia divina….a decir verdad no siempre gusta….y no siempre la obedecemos. Debían rodear la ciudad por seis días en
silencio (v. 3). Siete sacerdotes debían marchar al frente con cuernos de
bocinas (v. 4). Al séptimo día debían
hacer lo mismo pero en esta ocasión debían gritar y los muros caerían, Todo
el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá, entonces subirá el
pueblo, cada uno derecho hacia delante (v. 4c-5).
Josué y todo el pueblo siguen las
instrucciones y obedecen. Es interesante
que nadie discutió la estrategia a seguir.
Cualquier razonamiento humano pudo refutar al comandante Josué. Nadie en su sano juicio va a la guerra
llevando instrumentos musicales, ir en silencio y rodear la ciudad por seis
días sin hace nada mas. Para el hombre
era ilógico….no para Dios. El pueblo
obedeció. Así dieron otra vuelta a la ciudad….y de esta manera hicieron durante
seis días (v. 14). La obediencia
siempre demanda valor. Como hemos dicho,
ir al frente de batalla con instrumentos musicales y el arca era cuestionable
al ojo humano. No se puede enfrentar un
ejército con trompetas frente a espadas, lanzas y flechas. La obediencia abre el corazón de Dios y
siempre seremos beneficiados. ¡Nadie
jamás alguien podrá decir, me fue mal por ser obediente a Dios!. Juan 14:23 dice, El que me ama, mi palabra guardará….Si alguien me ama, también me
obedece, TLA. Algunas veces Dios nos
pedirá cosas que no tienen sentido (Lucas 5:5).
Nuestra obediencia permitirá a Dios demostrar su poder.
Dios cumple su palabra. Entonces
el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas, y aconteció que cuando
el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro
se derrumbó. El pueblo subió luego a la
ciudad, cada uno derecho hacia delante, y la tomaron (v. 20). Dos detalles con lo anterior:
1.
Nuestra obediencia permite a Dios demostrar su poder: eso siempre ha sido así. No siempre entenderemos sus instrucciones en
el cómo Dios hará las cosas. Sus reglas o estrategia no serán claras para
nosotros. Pero recordemos, somos
llamados a obedecer no a cuestionarlo.
2.
Nuestra obediencia a Dios nunca producirá decepción en nosotros. Abraham y Sara debieron esperar 25 años para
tener a Isaac. Adelantar el tiempo de
Dios produce dificultades (tener a Ismael con Agar por ejemplo). Noé obedeció las instrucciones de Dios para
construir el arca a pesar que la lluvia era desconocida hasta entonces en la
tierra (Gn. 2:5, …porque Jehová Dios aún
no había hecho llover sobre la tierra…).
3.
Nuestra obediencia a Dios producirá cambios profundos en nuestra
vida. Lucas 5:10 dice, Pero Jesús dijo a Simón: No temas, desde ahora serás pescador de
hombres.
4.
Nuestra obediencia a Dios demostrará que le amamos y reconocemos Su
autoridad sobre nosotros. Juan 14:23
dice, Si alguien me ama, también me
obedece TLA.
Hemos dicho al principio, uno de los
principios básicos del cristianismo es la obediencia a las reglas de Dios. Por medio de nuestra obediencia, Dios busca
protegernos del mal y hacernos daño nosotros mismos. No esperemos desobedecer y que no haya
consecuencias a enfrentar. La obediencia
a Dios involucra un compromiso a Él, sin importar las consecuencias. ¡Nunca lamentaremos obedecer a Dios! Bendiciones a todos.
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