Introducción a la mayordomía
cristiana (1 Corintios 4:1-2).
Un buen principio que sirve de
base en la mayordomía cristiana, cada hijo de Dios debe reconocer su
responsabilidad en administrar correcta y
sabiamente todo lo que tenemos.
Cuando hablamos de mayordomía (administrar) nos referimos a la relación
entre Dios y sus hijos. Relación,
porque, a través de mi administración, pongo en las manos de Dios todos mis
talentos, capacidades, dones, recursos y con Su guía y sabiduría administro
mejor lo que tenemos y que hemos recibido de Él.
Cristo en los evangelios habló mucho del tema de la
mayordomía (Lucas 16:1-4, 12:42 etc). el
apóstol Pablo en 1 Corintios 4:2 nos recuerda, Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea
hallado fiel. Cuando Dios deposita
en nuestras manos algo, espera de nosotros fidelidad. Él desea que seamos dignos de confianza. Se nos pide dedicación y que eliminemos todo
interés personal.
La mayordomía es la administración de los recursos de otra
persona. Debe hacerlo
responsablemente. En la mayordomía, se
establece una relación de confianza entre el amo y el mayordomo. Viene de dos términos, oikoV (casa) y nomoV (cuidado, manejo, atención). Tanto el término economía, administrador y
mayordomo podemos decir que son sinónimos.
Es una persona que ha sido encardado de los bienes y actividades de la
casa de su amo (caso de José en casa de Potifar por eje, Gn. 39). Mayordomía cristiana es la correcta
administración de los bienes que hemos recibido de parte de Dios. El Salmo 103:1-5, describe una serie de
beneficios que hemos recibido de parte de Dios (perdón de pecados, sanidad,
libra de muerte, nos da favores y misericordia etc).
El principio que sirve de base a la mayordomía cristiana es reconocer que todo lo que tenemos viene de
Dios. El rey David en 1 Crónicas
29:11 dice, …porque todas las cosas que están en los cielos, y en la tierra son
tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y
tú eres excelso sobre todos. Si esto es una realidad en nosotros, todo lo
demás será mas fácil aplicarlo. Deuteronomio 8:18 dice, Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para
riquezas. En Lucas 12:18-19, Jesús
describe la parábola del rico insensato.
Entre otras cosas este hombre afirma, Y diré a mi alma: Alma, muchos
bienes tienes guardados para muchos años….repósate, come, bebe, regocíjate….Un
grave error de este rico fue no tener en cuenta a Dios. Tenía grandes planes como el de vivir
tranquilamente pero lleno de egoísmo y no reconoció que lo que tenía venía de
Dios. No le dio gracias por sus posesiones.
Debido a espacio veamos por lo menos dos pensamientos que
socaban la mayordomía cristiana:
a. El materialismo
(Lucas 12:15, Mirad, y guardaos de toda avaricia,
porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee). Una persona materialista cae en la avaricia
(afán de poseer muchas riquezas por el solo hecho de atesorarlas sin compartir
con nadie). Este pensamiento y acción, consiste
en la idea que el fin de la vida y la satisfacción de la misma viene por medio
de los bienes materiales (Fil. 4:11-12).
El materialismo es contrario a la mayordomía cristiana. Cuando nos volvemos materialistas nos
olvidamos de administrar sabiamente lo que poseemos y en última instancia no
somos generosos. Eclesiastés 5:10, 12
dice, El que am el dinero, no se sacará
de dinero, y el que ama el mucho tener, no sacará fruto….al rico no le deja
dormir la abundancia. El Apóstol
Pablo en 1 Timoteo 6:10 nos recuerda, Porque
raíz de todos los males es el amor al dinero.
b. El humanismo:
es la confianza en el hombre mismo.
Según él, puede satisfacerse sin tener en cuenta la existencia de Dios. Esto es próximo al laicismo (ideología que
defiende la independencia del hombre y del estado de toda influencia religiosa
o eclesiástica). El humanismo es el resultado de un materialismo total. Aquí desaparece la fe en Dios y el hombre
confía solo en él. Por lo tanto, la
mayordomía cristiana es la respuesta al humanismo. Un mayordomo cristiano reconoce y acepta que
lo que tiene viene de Dios y no se gloriará por sus posesiones. Un fruto de nuestra mayordomía cristiana es
honrar a Dios con ellos (Prov. 3:9-10).
Debemos darle lo mejor a él y seremos bendecidos por nuestra
fidelidad. Administremos correcta y
sabiamente lo que tenemos. Dios les
bendiga.
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