lunes, 2 de octubre de 2017

Introducción a la mayordomía cristiana (1 Corintios 4:1-2).

Introducción a la mayordomía cristiana (1 Corintios 4:1-2).
Un buen principio que sirve de base en la mayordomía cristiana, cada hijo de Dios debe reconocer su responsabilidad en administrar correcta y sabiamente todo lo que tenemos.  Cuando hablamos de mayordomía (administrar) nos referimos a la relación entre Dios y sus hijos.  Relación, porque, a través de mi administración, pongo en las manos de Dios todos mis talentos, capacidades, dones, recursos y con Su guía y sabiduría administro mejor lo que tenemos y que hemos recibido de Él.
         Cristo en los evangelios habló mucho del tema de la mayordomía (Lucas 16:1-4, 12:42 etc).  el apóstol Pablo en 1 Corintios 4:2 nos recuerda, Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.  Cuando Dios deposita en nuestras manos algo, espera de nosotros fidelidad.  Él desea que seamos dignos de confianza.  Se nos pide dedicación y que eliminemos todo interés personal.
         La mayordomía es la administración de los recursos de otra persona.  Debe hacerlo responsablemente.  En la mayordomía, se establece una relación de confianza entre el amo y el mayordomo.  Viene de dos términos, oikoV (casa) y nomoV (cuidado, manejo, atención).  Tanto el término economía, administrador y mayordomo podemos decir que son sinónimos.  Es una persona que ha sido encardado de los bienes y actividades de la casa de su amo (caso de José en casa de Potifar por eje, Gn. 39).  Mayordomía cristiana es la correcta administración de los bienes que hemos recibido de parte de Dios.  El Salmo 103:1-5, describe una serie de beneficios que hemos recibido de parte de Dios (perdón de pecados, sanidad, libra de muerte, nos da favores y misericordia etc). 
         El principio que sirve de base   a la mayordomía cristiana es reconocer que todo lo que tenemos viene de Dios.  El rey David en 1 Crónicas 29:11 dice,  …porque todas las cosas que están en los cielos, y en la tierra son tuyas.  Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.    Si esto es una realidad en nosotros, todo lo demás será mas fácil aplicarlo. Deuteronomio 8:18 dice, Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para riquezas.  En Lucas 12:18-19, Jesús describe la parábola del rico insensato.  Entre otras cosas este hombre afirma, Y diré a mi alma:  Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años….repósate, come, bebe, regocíjate….Un grave error de este rico fue no tener en cuenta a Dios.  Tenía grandes planes como el de vivir tranquilamente pero lleno de egoísmo y no reconoció que lo que tenía venía de Dios. No le dio gracias por sus posesiones. 
         Debido a espacio veamos por lo menos dos pensamientos que socaban la mayordomía cristiana:
         a.  El materialismo (Lucas 12:15, Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee).  Una persona materialista cae en la avaricia (afán de poseer muchas riquezas por el solo hecho de atesorarlas sin compartir con nadie).  Este pensamiento y acción, consiste en la idea que el fin de la vida y la satisfacción de la misma viene por medio de los bienes materiales (Fil. 4:11-12).  El materialismo es contrario a la mayordomía cristiana.  Cuando nos volvemos materialistas nos olvidamos de administrar sabiamente lo que poseemos y en última instancia no somos generosos.  Eclesiastés 5:10, 12 dice, El que am el dinero, no se sacará de dinero, y el que ama el mucho tener, no sacará fruto….al rico no le deja dormir la abundancia.  El Apóstol Pablo en 1 Timoteo 6:10 nos recuerda, Porque raíz de todos los males es el amor al dinero.

         b.  El humanismo:  es la confianza en el hombre mismo.  Según él, puede satisfacerse sin tener en cuenta la existencia de Dios.  Esto es próximo al laicismo (ideología que defiende la independencia del hombre y del estado de toda influencia religiosa o eclesiástica). El humanismo es el resultado de un materialismo total.  Aquí desaparece la fe en Dios y el hombre confía solo en él.  Por lo tanto, la mayordomía cristiana es la respuesta al humanismo.  Un mayordomo cristiano reconoce y acepta que lo que tiene viene de Dios y no se gloriará por sus posesiones.    Un fruto de nuestra mayordomía cristiana es honrar a Dios con ellos (Prov. 3:9-10).  Debemos darle lo mejor a él y seremos bendecidos por nuestra fidelidad.  Administremos correcta y sabiamente lo que tenemos.  Dios les bendiga. 

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