lunes, 18 de diciembre de 2017

La encarnación de Jesús (José Belaunde, Apuntes Pastorales).

La encarnación de Jesús (José Belaunde, Apuntes Pastorales).
Al llegar a la época de Navidad es casi inevitable pensar en la encarnación de Jesús, esto es un misterio que el hombre no puede resolver ni comprender,  ¿Cómo es posible que el Verbo de Dios, infinito en poder y grandeza, creador y sustentador del universo se humillará de esa manera?  Así también, se redujera ala pequeña dimensión de un minúsculo embrión en el seno de una mujer y que luego fuera creciendo y desarrollándose poco a poco para salir de su cuerpo como un bebe, tan imponente como una criatura e incapaz de valerse por sí mismo.  Sujeto a todas las limitaciones de un recién nacido.  Imagínense un momento al bebito que María tenía en sus brazos.  Era el Verbo de Dios, el dueño de todo lo creado.  Ahora es dueño de nada, incapaz de nada. Dependiendo en todo de su madre.  Aquel de quien dice la Escritura que reparte su alimento a todos los seres, no podía alimentarse  a sí mismo, tenía que ser alimentado.  El que andaba sobre las alas del viento, no podía caminar, tenía que ser llevado.  Si algo le dolía o tenía hambre, lloraba.  El dueño del universo llorando como cualquier criatura.  Se ensuciaba como cualquier recién nacido y tenía que ser limpiado. 
         El evangelio de Lucas (2:7), dice que María lo envolvió en pañales. Pañales fueron su primer vestido. Fue alimentado del seno de su madre como cualquiera de nosotros a esa edad.  Movía sus manitas torpemente como hacíamos nosotros  a la semana de nacidos.  A los ocho días fue llevado al templo para ser circuncidado, como cualquier niño judío (Lucas 2:21-23).     Ahí su madre en el templo escuchó frases que la asombraron y que guardó en su corazón (Lucas 2.34-35).  Se le anunciaron las pruebas y sufrimientos por las que ella y su hijo habrían de pasar.  La primera de ellas fue la huida a Egipto (Mateo 2:13-14).  El rey Herodes, en su afán de borrar la existencia de Aquel que según la profecía debía algún día ocupar su trono, mandó a matar a todas las criaturas menores de dos años que vivían en Belén.   
         Al cabo de algún tiempo, regresaron a su tierra y se establecieron en Nazaret (Mateo 2:22-23). Lucas 2:40 agrega:  El niño crecía y se fortalecía y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba sobre él.  Cuando cumplió doce años lo llevaron por primera vez consigo  era un viaje de menos de un centenar de kilómetros que se hacía en tres días a pie y en caravana, posiblemente por la ruta mas larga del Jordán, para evitar pasar por Samaria.  Varios grupo de familiares y vecinos se juntaban para acompañarse mutuamente.  En la ciudad tomaron parte en los holocaustos del templo y en el culto y en las oraciones.  El 14 de Nisán se comía el cordero pascual, el 15 se celebraba la gran fiesta de la Pascua y el 16 se presentaban como ofrendas las primicias de la cosecha.   Pasados los tres primeros días de la fiesta, gran parte de los peregrinos regresaban a casa y se formaban las caravanas de retorno, y todos los que las integraban partían a la hora acordada.  A lo largo del camino durante el día quizá se separaban los grupos unos de otros, pero al llegar el atardecer se juntaban en el sitio convenido de antemano para pernoctar juntos.  Llegado el atardecer, cuando los peregrinos se detuvieron para comer y prepararse a dormir en el descampado, sus padres empezaron a buscarlo.  No estaba con este grupo….tampoco con este otro.  …Empezaron a inquietarse y a preguntar ansiosos a todos los que encontraban.  La angustia se apoderó de ellos.  Esa misma noche, solo y sin compañía, pese al cansancio y a los peligros del camino, emprendieron el regreso con paso apurado.  Llegaron a Jerusalén…por fin al tercer día, agotados, abatidos se dirigieron al templo a contarle a Dios su pena.  Cuando pasaron por uno de los famosos pórticos divisaron a un grupo de gente que se había aglomerado.  Eran doctores de la ley que hablaban entre sí y que escuchaban a uno que estaba en medio de ellos.  Se abrieron paso….¡Por fin lo hallaron!....Ahí estaba en medio de los doctores de discutiendo como si fuese uno de ellos.  Cuando  salieron de su estupor exclamaron:  ¡Hijo!  ¿cómo nos has hecho esto?  (Lucas 2:46-48).  La respuesta de Jesús los dejó desconcertado:  ¿No sabíais que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? (Lucas 2:49).  ¿Qué asuntos eran esos?  No lo sabemos.  El niño regresó a Nazaret con sus padres y les estaba sujeto (Lucas 2:51-52).

         Las Escrituras no vuelven hablar del Salvador hasta que aparece en el Jordán a ser bautizados.  Pero después del episodio en el templo comenzó una nueva etapa en la vida de Jesús.  Sobre los Evangelios guardan silencio.  Nuestra mente finita nunca logrará comprender como el Dios Creador se hizo hombre en la Persona de Jesús.  Juan 1.14, 18 dice, Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…A Dios nadie le vio jamás, el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.  Dios les bendiga. 

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