La encarnación de Jesús (José
Belaunde, Apuntes Pastorales).
Al llegar a la época de
Navidad es casi inevitable pensar en la encarnación de Jesús, esto es un
misterio que el hombre no puede resolver ni comprender, ¿Cómo es posible que el Verbo de Dios,
infinito en poder y grandeza, creador y sustentador del universo se humillará
de esa manera? Así también, se redujera
ala pequeña dimensión de un minúsculo embrión en el seno de una mujer y que
luego fuera creciendo y desarrollándose poco a poco para salir de su cuerpo
como un bebe, tan imponente como una criatura e incapaz de valerse por sí
mismo. Sujeto a todas las limitaciones
de un recién nacido. Imagínense un
momento al bebito que María tenía en sus brazos. Era el Verbo de Dios, el dueño de todo lo
creado. Ahora es dueño de nada, incapaz
de nada. Dependiendo en todo de su madre.
Aquel de quien dice la Escritura que reparte su alimento a todos los
seres, no podía alimentarse a sí mismo,
tenía que ser alimentado. El que andaba
sobre las alas del viento, no podía caminar, tenía que ser llevado. Si algo le dolía o tenía hambre,
lloraba. El dueño del universo llorando
como cualquier criatura. Se ensuciaba
como cualquier recién nacido y tenía que ser limpiado.
El evangelio de Lucas (2:7), dice que María lo envolvió en
pañales. Pañales fueron su primer vestido. Fue alimentado del seno de su madre
como cualquiera de nosotros a esa edad.
Movía sus manitas torpemente como hacíamos nosotros a la semana de nacidos. A los ocho días fue llevado al templo para
ser circuncidado, como cualquier niño judío (Lucas 2:21-23). Ahí
su madre en el templo escuchó frases que la asombraron y que guardó en su
corazón (Lucas 2.34-35). Se le
anunciaron las pruebas y sufrimientos por las que ella y su hijo habrían de
pasar. La primera de ellas fue la huida
a Egipto (Mateo 2:13-14). El rey
Herodes, en su afán de borrar la existencia de Aquel que según la profecía
debía algún día ocupar su trono, mandó a matar a todas las criaturas menores de
dos años que vivían en Belén.
Al cabo de algún tiempo, regresaron a su tierra y se
establecieron en Nazaret (Mateo 2:22-23). Lucas 2:40 agrega: El niño
crecía y se fortalecía y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba
sobre él. Cuando cumplió doce años
lo llevaron por primera vez consigo era
un viaje de menos de un centenar de kilómetros que se hacía en tres días a pie
y en caravana, posiblemente por la ruta mas larga del Jordán, para evitar pasar
por Samaria. Varios grupo de familiares
y vecinos se juntaban para acompañarse mutuamente. En la ciudad tomaron parte en los holocaustos
del templo y en el culto y en las oraciones.
El 14 de Nisán se comía el cordero pascual, el 15 se celebraba la gran
fiesta de la Pascua y el 16 se presentaban como ofrendas las primicias de la
cosecha. Pasados los tres primeros días
de la fiesta, gran parte de los peregrinos regresaban a casa y se formaban las
caravanas de retorno, y todos los que las integraban partían a la hora
acordada. A lo largo del camino durante
el día quizá se separaban los grupos unos de otros, pero al llegar el atardecer
se juntaban en el sitio convenido de antemano para pernoctar juntos. Llegado el atardecer, cuando los peregrinos
se detuvieron para comer y prepararse a dormir en el descampado, sus padres
empezaron a buscarlo. No estaba con este
grupo….tampoco con este otro. …Empezaron
a inquietarse y a preguntar ansiosos a todos los que encontraban. La angustia se apoderó de ellos. Esa misma noche, solo y sin compañía, pese al
cansancio y a los peligros del camino, emprendieron el regreso con paso
apurado. Llegaron a Jerusalén…por fin al
tercer día, agotados, abatidos se dirigieron al templo a contarle a Dios su
pena. Cuando pasaron por uno de los
famosos pórticos divisaron a un grupo de gente que se había aglomerado. Eran doctores de la ley que hablaban entre sí
y que escuchaban a uno que estaba en medio de ellos. Se abrieron paso….¡Por fin lo
hallaron!....Ahí estaba en medio de los doctores de discutiendo como si fuese
uno de ellos. Cuando salieron de su estupor exclamaron: ¡Hijo!
¿cómo nos has hecho esto? (Lucas
2:46-48). La respuesta de Jesús los dejó
desconcertado: ¿No sabíais que yo debo
ocuparme de los asuntos de mi Padre? (Lucas 2:49). ¿Qué asuntos eran esos? No lo sabemos. El niño regresó a Nazaret con sus padres y
les estaba sujeto (Lucas 2:51-52).
Las Escrituras no vuelven hablar del Salvador hasta que
aparece en el Jordán a ser bautizados.
Pero después del episodio en el templo comenzó una nueva etapa en la
vida de Jesús. Sobre los Evangelios
guardan silencio. Nuestra mente finita
nunca logrará comprender como el Dios Creador se hizo hombre en la Persona de
Jesús. Juan 1.14, 18 dice, Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó
entre nosotros…A Dios nadie le vio jamás, el unigénito Hijo, que está en el
seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Dios les bendiga.
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