Bienaventurados
los pobres en espíritu y los que lloran (Mateo 5:3-4).
Las
bienaventuranzas son demandas para una vida diaria equilibrada. Son para todo creyente en Cristo y no para un
grupo privilegiado. Las
bienaventuranzas califican al verdadero siervo de Dios. Ellas nos abren la puerta a la verdadera
felicidad interna. Cada una de ellas
tiene una promesa para hoy y la eternidad.
Cada uno de nosotros busca la felicidad por diversos medios. Jesús en estos capítulos nos dice cómo
lograrlo. Adán en el huerto, tomó sus
propias decisiones y no siguió las indicaciones divinas. Los resultados ya lo sabemos todos. Jesús nos dice cómo podemos disfrutar de los
beneficios del reino de los cielos.
Cuando un hombre o mujer ciudadano del reino de los cielos funciona
según las reglas divinas, tendrá orden en su vida, autoridad y provisión. Lo contrario será el caos (lo vemos en el
mundo de hoy). ¿Qué dirección tomares?
Bienaventurados los pobres en espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos (v. 3). Para la gran mayoría, podemos afirmar que
Jesús habla de las personas con pocos recursos económicos. Sin embargo, pobreza espiritual no tiene nada
que ver con posesiones materiales. Mateo
12:15 nos recuerda, Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque
la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Entonces ¿qué es ser pobre en espíritu?.
Cuando Jesús habla de pobres en
espíritu, se refiere al hombre humilde que pone su confianza en Dios. Es el primer requisito para ser ciudadano del
reino de Dios. Pablo en Gálatas 2:20
dice, …ya no vivo yo, mas vive Cristo en
mi. Cristo nos llama a vivir una
vida en humildad (virtud que nos anima a tener conciencia de nuestras propias
limitaciones, debilidades y obramos en consecuencia). Una persona humilde no tiene complejos de
superioridad ni inferioridad. No se
vanagloria de sus éxitos ni posesiones logradas. Es aquella persona que no se considera justa
por sí misma delante de Dios. Su molde
está en Cristo. David en el Salmo 51:17
escribió, …Al corazón contrito y
humillado, no despreciarás tú, oh Dios. Dios
se agrada de los humildes (1 Pedro 5:5-6, …Dios
resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de
Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo). La Biblia describe muchos personajes que
fracasaron por falta de humildad.
Lucifer (Isaías 14:12-15 dice, ¡Cómo
caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!...Tú que decías en tu
corazón: Subiré al cielo, en lo alto,
junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, en el monte del testimonio
me sentaré, a los lados del norte, sobre las alturas de las nubes subiré, y
seré semejante al Altísimo. Mas tú
derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo). El rey Uzías es otro personaje que tuvo un
buen inicio pero debido a su orgullo terminó muy mal. En 2 Crónicas 26:5 dice, Y persistió en buscar a Dios…y en estos días en que buscó a Jehová, él
le prosperó, el v. 16 agrega, Mas
cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina… v. 21, Así el rey Uzías fue leproso hasta el día de
su muerte, y habitó leproso en una casa apartada, por lo cual fue excluido de
la casa de Jehová…. Jesús promete a
todos aquellos que tienen pobreza espiritual el reino de los cielos les
pertenece. En 1 Pedro 1:4 encontramos
que el reino de los cielos es para una herencia
incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para
vosotros.
Bienaventurados
los que lloran, porque ellos recibirán consolación (v. 4). Mateo usa el término mas fuerte y severo para
llorar. Representa el dolor mas profundo
y la pena mas severa. Podemos encontrar
muchas razones porque llorar. La vida no
siempre será risa y felicidad. A menudo
aprendemos mas y maduramos en los momentos de tristeza que en los momentos que
todo va bien (Santiago 1:2-4). Lloramos
por la perdida de un ser querido, la enfermedad de alguien, por la maldad del
mundo, nuestro propio pecado y maldad.
Encontramos en 1 Pedro 4:12 una advertencia: Amados,
no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna
cosa extraña os aconteciese.
En ninguna parte de la Biblia, Dios ha
prometido una vida fácil, sencilla y agradable.
Muchas veces la prueba viene a
nuestra vida para humillarnos (2 Cor. 12:7-9).
Es interesante cuando la vida está tranquila y estable, vivimos por
medio de los sentidos y no por la fe.
Jesús es nuestro ejemplo de una vida de sufrimiento (Hebreos
5:7-9). La Biblia describe personas que
lloraron por diversas razones. Jesús
ante la tumba de Lázaro (Juan 11:35, Jesús
lloró). El profeta Isaías describe a Jesús como varón de dolores, experimentado en quebranto…David como producto de
necesidad espiritual exclama: Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche
(Salmo 42:3). El profeta Jeremías
(9:1, ¡Oh, si mi cabeza se hiciese aguas,
y mis ojos fuentes de lágrimas, para que llore día y noche los muertos de la
hija de mi pueblo!). El apóstol
Pablo no fue la excepción (2 Timoteo 1:3-4, Hechos 20:31).
El concepto bíblico del llanto es el de
reconocer una necesidad y presentarla al Dios de toda consolación. Lloramos cuando estamos conscientes de
nuestro pecado. Debemos hacer a un lado
nuestro orgullo (Is. 55:7, Deje el impío
su camino, y el hombre inicuo sus
pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al
Dios, el cual será amplio en perdonar).
Ellos recibirán consolación, es la promesa de Jesús para todos aquellos
que reconocen su pecado y se sienten tristes por la ofensa hecha a Dios. Nuestro primer Consolador fue Jesús (Juan
14:16, Y yo rogaré al Padre, y os dará
otro Consolador). Mateo 11:28-29
encontramos la invitación de Jesús de venir a él y encontrar en él descanso y
consuelo. Dios les bendiga.
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