domingo, 25 de noviembre de 2018

Principios cómo enfrentar las pruebas (Santiago 1:2-4).

Principios cómo enfrentar las pruebas (Santiago 1:2-4).
Una manera segura de probar la autenticidad de un diamante es por medio lo que los joyeros denominan la prueba del agua. La imitación de una piedra nunca brilla igual que una auténtica, pero no siempre resulta fácil detectar el contraste por medio de un análisis común a simple vista.  Los joyeros saben que poner un diamante genuino y una imitación uno junto al otro en agua, revelará las diferencias.  El auténtico continuará resplandeciendo con el mismo brillo debajo del agua, mientras que la imitación pierde todo el brillo.  Así debe ser la vida del genuino hijo de Dios.  Brillar aún en medio de las pruebas de la vida.  El pastor puritano Tomás Manton dijo: mientras todo está en calma y comodidad, vivimos por los sentidos y no por fe. 
         Nadie está vacunado para no padecer adversidades en la vida. La vida de Job es un buen ejemplo (1:1, era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal). Partiendo de esto surgen algunos conceptos espirituales equivocados:
         1. Por ser cristiano todos nuestros problemas están resueltos.
         2. Si tenemos problemas no somos espirituales o tenemos algún pecado (no siempre es así).
         Debemos así también, diferenciar entre prueba (es una experiencia que Dios permite para fortalecer nuestra fe) y tentación (es el acto de incitar a hacer algo malo mediante una promesa de placer o ganancia.  La tentación en sí no es pecado sino cuando accedemos a la misma. 
         El primer principio de cómo enfrentar las pruebas, el escritor Santiago nos dice que es manteniendo el gozo.  Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas.  El gozo es un fruto del ES (Gál. 5:22).  Es la respuesta apropiada del alma debido a nuestra fe en Dios y basado en las promesas en su Palabra.  El gozo, no está supeditado a situaciones externas (eso es alegría).  El gozo es una respuesta espiritual ante las adversidades de la vida.  Nehemías 8:10 dice, …el gozo de Jehová es vuestra fuerza. Santiago usa el verbo tened (imperativo).  No es opcional sino mas bien un mandato.  Diversas pruebas.  Estas vienen de diferentes maneras, colores y sabores.  No tenemos ninguna garantía de vivir una vida libre de dificultades. Jesús en Juan 16:33 dice, …En el mundo tendréis aflicciones, pero confiad, yo he vencido al mundo).  Lo que hará la diferencia entre uno y otro, es la actitud en cómo enfrentamos las pruebas. Tres detalles relevantes:
         1. Toda adversidad tiene un tiempo de duración.  2 Cor. 4:17 recuerda, Porque esta leve tribulación momentánea).  No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, dice el viejo y gastado proverbio. 
         2. Tenemos un futuro mucho mejor. Romanos 8:18 dice, Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.              
         3. Job es un buen ejemplo de cómo enfrentar adversidades (Job 1.20-21, adoró). 
         El segundo principio es que debemos estar enterados (v.3, Sabiendo que le prueba de vuestra fe produce paciencia). En nosotros debe haber un conocimiento de que enfrentaremos problemas en cualquier momento de nuestra vida.  En 1 Pedro 4:12 encontramos, Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese.  Todos mas de alguna vez enfrentaremos situaciones complicadas (Juan 16:33, En el mundo tendréis aflicciones, pero confiad yo he vencido al mundo).  Los problemas en la vida no hacen distinción de personas.  Estos son inevitables pero Jesús nos dice que confiemos en él.  Nuestra fe en Cristo hará la diferencia.  
         El tercer principio es producir paciencia en nosotros. Sabiendo que la prueba de fe produce paciencia.  La paciencia así como el gozo es un fruto del ES (Gál. 5:229.  Es la capacidad de soportar situaciones adversas de la vida y la disposición tranquila para aceptarlas.  Como sabemos, paciente se le llama a la persona que ingresa al hospital cuando está enfermo.  La paciencia es necesaria para recobrar la salud y volver a la normalidad.  Nada mejor que desarrollar paciencia en medio de la adversidad.  Nos ayuda a fortalecer nuestro mundo interior.  David en el Salmo 40:1 dice, Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.  Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis píes sobre peña, y enderezó mis pasos.  Cuando agotamos nuestros recursos, ahí inicia Dios Su obra para hacer cambiar las circunstancias a favor nuestro.  No es fácil aprender a tener paciencia y esperar el tiempo de Dios (Moisés quiso adelantarse al llamado de Dios 40 años).  En Is. 40:29, 31 dice, Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas…pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas…Esfuerzo. Firme, vigor, poder etc.  La espera por lo menos significa:
         a. Aceptar con gozo lo que Dios nos permite afrontar (v. 2, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas).   No es quejándonos, amargados o lamentándonos.
         b. Esperar significa que tenemos un problema y estamos esperando en Dios.  Aunque no lo parece, necesitamos humildad para llegar a ello.  Muchos no queremos mostrar nuestra necesidad a los que están alrededor y a Dios mismo.  El orgullo espiritual impide seamos auténticos. Si necesitamos ayuda expresémoslo.  Es muestra de honestidad.  También es una valiosa oportunidad de compartir nuestras cargas (Gál. 6:2, Sobrellevad los unos las cargas de los otros…Salmo 40:1, se inclinó a mi, y oyó mi clamor).
         Finalmente, debemos lograr madurez (v. 4, Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna).  Dios permite toda prueba para que logremos es meta:  madurez (practicar lo que aprendemos u oímos.  Santiago usa dos términos:  perfectos:  es alguien totalmente desarrollado, maduro y cabales:  estar completo y entero.  Dios como un buen Alfarero está trabajando en nuestra vida para hacernos mejores (Jer. 18:3-6).  Necesitamos revestirnos de humildad para que nuestro Dios haga Su obra completa y perfecta (1 Pedro 5:6 dice, Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios…).  Dios permite las adversidades para hacernos mejores y lograr la madurez.  El deseo de Dios es que pasemos con éxito las pruebas.  No hay fórmula mágica para la madurez cristiana.  Este viene con el tiempo y siendo pacientes.  
         Tomás Manton dijo:  mientras todo esta en calma y comodidad, vivimos por los sentidos y no por fe.  Si hemos pasado o estamos atravesando alguna adversidad, no somos la excepción sino la regla en la vida del hijo de Dios.  Así también, en medio del dolor, Dios nos llama a manifestar la mejor actitud, el gozo y paciencia.  Recordemos, tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (Rom. 8:18).  Dios les bendiga.     

domingo, 18 de noviembre de 2018

La desobediencia nos trae trágicas consecuencias (1 Samuel 13:13-14).

La desobediencia nos trae trágicas consecuencias (1 Samuel 13:13-14).
El 19 de abril de 1993, toda la atención de la prensa mundial estaba enfocada n lo que estaba ocurriendo en una pequeña población, casi insignificante.  Un grupo de 85 personas estaban encerradas con su líder religioso  y no estaban con la intención de entregarse a las autoridades por supuestos actos fuera de la ley.          Ese triste día del19 de abril de 1993, en Waco, Texas, David Koresh, líder de la secta davidiana junto con otras 85 personas murieron.  Los éxitos y fracasos en la vida cristiana son cosas que muchas veces se deben a las decisiones que tomamos.  Dios no tiene culpa al respecto.
         Proverbios 6:27-28 nos dice, ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que ardan sus vestidos?  ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus píes se quemen? Pablo en Gálatas 6:7 nos recuerda,   No os engañéis, Dios no puede  ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segara.  Sin duda alguna, toda decisión que tomemos tendremos nuestras consecuencias a enfrentar.  Como cristianos, debemos saber que la obediencia es un principio básico en nuestra vida.  Casi siempre, la obediencia va unido a nuestra fe para elegir lo correcto.  
         Saúl, primer rey de Israel, fue un personaje casi misterioso.  Dios le dio una maravillosa oportunidad para pasar a la historia con mejores notas.  Sin embargo, a pesar de un inicio prometedor, poco a poco, descubrió su corazón lo que había en él.  Como sabemos, nació en el período de los jueces.  En 1 Samuel 8:5 nos da una visión de la situación política de la nación, He aquí tú has envejecido,  y tus hijos no andan en tus caminos, por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.  Los hijos tal como el sacerdote Elí (1 Samuel 2:12, 3:13) y ahora los de Samuel no honraron a sus padres y en este ellos, como padres mostraron debilidad de carácter en la disciplina de los hijos. El espíritu de la petición se condensa en:  como tienen todas las naciones (v. 5, 19-20). Humanamente la petición era justa. Los hijos de Samuel no tenían el respaldo espiritual y moral para dirigir la nación. Sin embargo, espiritualmente es opuesto al corazón del deseo de Dios (Éxodo 19:5-6, Deut. 7:6, Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios, Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, mas que todos los pueblos que están sobre la tierra).  
         Saúl era de la tribu de Benjamín (1 Samuel 9:1).  Su físico era impresionante (1 Samuel 9:2, Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso.  Entre los hijos de Israel no había otro mas hermoso que él, de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo).  Se describe su físico lamentablemente años después describe su corazón lleno de envidia, celos, amargura, desconfianza, y sobre todo alejado de Dios con una manifiesta rebeldía desobedeciendo las instrucciones de Dios dadas por medio del profeta Samuel.  En 1 Samuel 13:8-10, se describe el primer error de Saúl como rey. Tiempo atrás, Samuel había dado instrucciones claras y precisas, Luego bajarás delante de mi a Gilgal, entonces descenderé yo a tipara ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz.  Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer (1 Samuel 10:8).  En el capítulo trece, llega el momento que Saúl debe mostrar su obediencia y sujeción a la autoridad del profeta Samuel.  Hizo lo contrario, Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho, pero Samuel no venía…entonces dijo Saúl:  Traedme holocausto y ofrenda de paz.  Y ofreció el holocausto.  Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía, y Saúl salió a recibirle, para saludarle (1 Samuel 13.8-10).  Saúl demostró falta de paciencia que es un fruto del ES (Gálatas 5:22).  Saúl por otro lado, se atrevió usurpar funciones que no le correspondían.  Los sacerdotes eran los responsables de ofrecer holocaustos no los reyes.  Saúl no supo esperar el tiempo de Dios.  Eran siete días no menos no mas. 
         En medio de su desobediencia, Saúl no muestra ningún grado de culpabilidad. Sale a recibir a Samuel como si nada a pasado.  Se excusa: vi que el pueblo se me desertaba…tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos…(v. 11).  En otras palabras, Samuel era el culpable por llegar tarde. No acepta su culpabilidad. Justifica su pecado y no asume ninguna responsabilidad por sus actos.  Pretendió hacer la obra con esfuerzo propio (v. 12, Me esforcé(me vi obligado), y ofrecí holocausto).  Muchas veces no es fácil confrontar cuando se está en autoridad.  Samuel lo hace, Locamente has hecho (has hecho como un tonto), no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios.  ¿Qué esperaría escuchar Saúl de boca de Samuel?  Una felicitación o quizá, no hay problema Saúl hiciste muy bien.  Saúl escucha todo lo contrario.  Las consecuencias de su loca decisión fueron terribles e inesperadas para él:  Mas ahora tu reino no será duradero.  Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó (v. 14).  Saúl, había perdido la oportunidad de su vida.  Había perdido el reino sobre Israel:  ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre, Mas ahora tu reino no será duradero.  Los recursos de Dios son inagotables:  Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón (v. 14).  En la obra de Dios todos somos importantes, pero nadie imprescindible (1 Cor. 3:6-9). 
         Preguntémonos, ¿cómo hubiéramos reaccionado usted al recibir tan trágica noticia?  Quizá nos ponemos a llorar.  Nos lamentaríamos.  Pedimos perdón.  O una reacción similar mostrando arrepentimiento.  Saúl no muestra nada de lo anterior.  Sencillamente sigue con sus planes con total indiferencia a la situación que debe enfrentar.  Dios lo ha rechazado…pero a él poco le importa.
         En 1 Samuel 15, Dios da una segunda oportunidad a Saúl.  Por medio de Samuel da una orden:  Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene…(v. 3)…Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, y del ganado mayor de los animales engordados (v. 9). Como vemos, Saúl nuevamente desobedece la orden divina que estaba muy clara: destruye todo.  Lamentablemente Saúl no buscaba los intereses de Dios sino los de él mismo.  Dios y el profeta Samuel reaccionan y éste último debe confrontar de nuevo al rebelde rey. Saúl desperdició otra oportunidad. Contrario a lo que se esperaba de sentirse humillado, avergonzado o arrepentido, Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento (v. 12).  Este monumento lo hizo para celebrar su aparente triunfo.  
         Saúl al momento de encontrarse nuevamente con Samuel lo recibe como si nada malo hubiese hecho:  yo he cumplido la palabra de Jehová (v. 13). ¿A quién quería Saúl engañar a Samuel o a Dios?  El profeta con la autoridad de Dios le dice:  Déjame declararte (v. 16, ¡cállate, no me vengas con eso!)  La respuesta de Saúl:  Di (la respuesta de Saúl indica que Samuel era un farsante al que él estaba desenmascarando y que dudaba de la relación y autoridad del profeta con Dios (Swindoll, Historias fascinantes de vidas olvidadas, p. 145).  Samuel le recuerda y aclara su triste situación (v. 17-23).  A pesar de lo claro de la orden, Saúl justifica y excusa respondiendo:  yo he cumplido la palabra de Jehová (v. 13),…el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas para sacrificarlas a Jehová tu dios, pero lo demás lo destruimos (v. 15).  La obstinación de Saúl se manifiesta una vez mas:  Y Saúl respondió a Samuel:  Antes bien he obedecido la voz de Jehová…mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal (v. 20-21).  Saúl intenta justificar su desobediencia aduciendo que lo que no mataron, fue sencillamente para darlo como ofrenda al Señor.  Samuel responde, Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros.  Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación (v. 22-23).  
         Saúl es rechazado por su desobediencia reiterada.  Aún en medio de la gravedad del asunto, Saúl como rey lo único que desea es dar la mejor impresión y guardar las apariencias:  Yo he pecado, pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel (v. 30).  Aunque Saúl siguió siendo el rey ante los ojos del pueblo, ya no lo era ante Jehová Dios de Israel.  Después de este último incidente, el profeta Samuel nunca mas volvió a ver a Saúl.  El triste y trágico final de la vida del primer rey de Israel debe servirnos de ejemplo:  Entonces tomó Saúl su espada y se echó sobre ella (1 Samuel 31:4).  Sin duda alguna, la desobediencia a Dios, nos trae trágicas consecuencias. Hagamos una reflexión de cómo está nuestra vida.  Bendiciones.     

lunes, 12 de noviembre de 2018

Aprendiendo a confiar en Dios (Proverbios 3:5-6).

Aprendiendo a confiar en Dios (Proverbios 3:5-6).
Pablo en Colosenses 2:6 nos dice, Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él.  El verbo andar significa un comportamiento diario.   Es la unión de mi vida con Cristo y mi andar diario con él.
         Nuestro cuerpo está conectado con el mundo exterior por medio de nuestros sentidos (vista, olfato, oído, tacto y gusto) es lo normal y natural.  Sin embargo, espiritualmente hablando no podemos ser guiados por ellos. Así no funcionamos.  Pablo en 2 Cor. 5:7 nos recuerda,   porque por fe andamos, no por vista. Debido a nuestra falta de información y fe, muchas veces crea en nosotros:  frustración, preocupación, duda y desánimo.  Debido a ello, reaccionamos contrario a lo que leemos en Santiago 1:2-4, Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.  Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.  Nuestro Padre celestial no solo está dispuesto a cumplir Sus promesas sino que también tiene la capacidad y poder de hacerlo.  Dios siempre tiene una visión y perspectiva de nuestra vida mejor que nosotros. 
         Primero, aprendemos a confiar en Dios fiándonos en él de todo corazón (v. 5ª).  Fiar en apoyarse, estar tranquilo.  Es la imagen de un siervo esperando la orden de su señor, dispuesto a obedecer.  Para ello, nuestra fe debe ser firme. En Éxodo 13:17-18,  respecto a la salida de Israel de Egipto, …Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca, porque dijo Dios:  Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto.  Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo,  Éx. 14:3, Porque Faraón dirá de los hijos de Israel:  Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado.  Según las apariencias Dios se había equivocado en la ruta a seguir y el pueblo estaba en una posición delicada y peligrosa.  Pero Dios tenía sus razones al haberlos llevado no por la ruta mas corta y usar una mas larga.  Así cuando Faraón toma la decisión de seguirlos con malas intenciones.  Dios ordena a Moisés marchar directamente en dirección al Mar (Éxodo 14:13-16). Moisés debió tener una fe firme. Dios honró la fe de su siervo y el pueblo al obedecer las instrucciones a seguir.  Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar en seco…(v. 16, 22, 29).  La fe no hace las cosas sencillas, las hace posibles.  
         Segundo, no apoyarnos en nuestra propia prudencia (v. 5b).  Apoyarse es respaldarse, sostenerse, descansar etc. No cometamos el grave error de tomar decisiones fuera de la voluntad y sin la dirección sabia de Dios. Recordemos, nuestro entendimiento es limitado.  Proverbios 1:7 dice, El principio de la sabiduría es el temor de Jehová, los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. El necio o insensato según la Biblia, es la persona ignorante que no sabe qué hacer.  No gusta escuchar consejos de nadie.  ¿Quién es nuestro soporte o fuente de apoyo en nuestras decisiones a tomar?  Dios siempre tiene propósitos en cada situación que él permite.  Deuteronomio 8:16 nos recuerda, que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien. El pastor John MacArthur en su Biblia de estudio dice, Dios diseñó la prueba del desierto para que Israel pudiera ser disciplinada para obedecerlo.  A través de su obediencia, ella recibió recibió  la bendición de la tierra.  De esta manera, el diseño de Dios era hacer bien a Israel al final del proceso (p. 245). Bien en hebreo es prosperar, correcto, mejorar etc. En momentos de adversidad y dolor, Dios está obrando de maneras que desconocemos para darnos de su bondad y esperanza.  
         Tercero, debemos reconocerlo en todos nuestros caminos (v. 6).  Reconocerlo, es sencillamente tener en cuenta a Dios. Hebreos 11:1 dice, Confiar en Dios es estar totalmente seguro que uno va a recibir lo que espera.  Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver (TLA).  David aun con todos los pronósticos en su contra, supo vencer al gigante  Goliat. En 1 Samuel 17:45, 47 dice, Entonces David dijo al filisteo:  Tú vienes a mi con espada y lanza y jabalina, mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado…Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza…La importancia de saber esperar y confiar en Dios aunque las circunstancias que veamos sean adversas.  Hebreos 11:6 agrega, Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.  El gigante y bien confiado Goliat no tenía la última palabra…la tenía Dios…David se puso sobre el filisteo, y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza….(v. 51).  Goliat intentó desalentar a David pero no pudo.  Hoy, Satanás sigue usando la misma herramienta, el desánimo es su arma favorita.  
         Finalmente, Dios enderezará tus veredas (v. 6b).  Enderezar es ajustar, conducir, encaminar etc.  muchas veces creemos ir en la dirección correcta y no es así (Prov. 14:12 dice, Hay camino que al hombre le parece derecho, peros su fin es  camino de muerte).  Por lo tanto, debemos aceptar por fe que Dios conoce nuestra ruta a seguir mejor que nosotros mismos.  Recordemos Éx. 13:17-18, cuando aparentemente Dios se había equivocado en la ruta a seguir y Faraón así lo creyó.  Pero no era así.  Nuestra visión, entendimiento y razonamiento es limitado.  Dios no.  Él conoce el hoy y mañana mejor que nadie.  El Salmo 50:15 dice, Invócame en el día de la angustia, te libraré, y tú me honrarás.  ¿Podemos depender y confiar en Dios?  ¿Podemos andar por fe y no por vista?  Podemos afirmar que sí.  La historia respalda la fidelidad y capacidad de Dios en el cuidado de Su pueblo Israel.  Los cuarenta años en el desierto y los casi 7 mil años de historia de Israel.  Hoy  Dios nos invita a que confiemos en él y aprendamos a andar por fe no por vista. Bendiciones.