La desobediencia nos trae trágicas consecuencias (1 Samuel 13:13-14).
El 19 de abril de 1993, toda la atención de la prensa mundial estaba enfocada n lo que estaba ocurriendo en una pequeña población, casi insignificante. Un grupo de 85 personas estaban encerradas con su líder religioso y no estaban con la intención de entregarse a las autoridades por supuestos actos fuera de la ley. Ese triste día del19 de abril de 1993, en Waco, Texas, David Koresh, líder de la secta davidiana junto con otras 85 personas murieron. Los éxitos y fracasos en la vida cristiana son cosas que muchas veces se deben a las decisiones que tomamos. Dios no tiene culpa al respecto.
Proverbios 6:27-28 nos dice, ¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que ardan sus vestidos? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus píes se quemen? Pablo en Gálatas 6:7 nos recuerda, No os engañéis, Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segara. Sin duda alguna, toda decisión que tomemos tendremos nuestras consecuencias a enfrentar. Como cristianos, debemos saber que la obediencia es un principio básico en nuestra vida. Casi siempre, la obediencia va unido a nuestra fe para elegir lo correcto.
Saúl, primer rey de Israel, fue un personaje casi misterioso. Dios le dio una maravillosa oportunidad para pasar a la historia con mejores notas. Sin embargo, a pesar de un inicio prometedor, poco a poco, descubrió su corazón lo que había en él. Como sabemos, nació en el período de los jueces. En 1 Samuel 8:5 nos da una visión de la situación política de la nación, He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos, por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Los hijos tal como el sacerdote Elí (1 Samuel 2:12, 3:13) y ahora los de Samuel no honraron a sus padres y en este ellos, como padres mostraron debilidad de carácter en la disciplina de los hijos. El espíritu de la petición se condensa en: como tienen todas las naciones (v. 5, 19-20). Humanamente la petición era justa. Los hijos de Samuel no tenían el respaldo espiritual y moral para dirigir la nación. Sin embargo, espiritualmente es opuesto al corazón del deseo de Dios (Éxodo 19:5-6, Deut. 7:6, Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios, Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, mas que todos los pueblos que están sobre la tierra).
Saúl era de la tribu de Benjamín (1 Samuel 9:1). Su físico era impresionante (1 Samuel 9:2, Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro mas hermoso que él, de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo). Se describe su físico lamentablemente años después describe su corazón lleno de envidia, celos, amargura, desconfianza, y sobre todo alejado de Dios con una manifiesta rebeldía desobedeciendo las instrucciones de Dios dadas por medio del profeta Samuel. En 1 Samuel 13:8-10, se describe el primer error de Saúl como rey. Tiempo atrás, Samuel había dado instrucciones claras y precisas, Luego bajarás delante de mi a Gilgal, entonces descenderé yo a tipara ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer (1 Samuel 10:8). En el capítulo trece, llega el momento que Saúl debe mostrar su obediencia y sujeción a la autoridad del profeta Samuel. Hizo lo contrario, Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho, pero Samuel no venía…entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrenda de paz. Y ofreció el holocausto. Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía, y Saúl salió a recibirle, para saludarle (1 Samuel 13.8-10). Saúl demostró falta de paciencia que es un fruto del ES (Gálatas 5:22). Saúl por otro lado, se atrevió usurpar funciones que no le correspondían. Los sacerdotes eran los responsables de ofrecer holocaustos no los reyes. Saúl no supo esperar el tiempo de Dios. Eran siete días no menos no mas.
En medio de su desobediencia, Saúl no muestra ningún grado de culpabilidad. Sale a recibir a Samuel como si nada a pasado. Se excusa: vi que el pueblo se me desertaba…tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos…(v. 11). En otras palabras, Samuel era el culpable por llegar tarde. No acepta su culpabilidad. Justifica su pecado y no asume ninguna responsabilidad por sus actos. Pretendió hacer la obra con esfuerzo propio (v. 12, Me esforcé(me vi obligado), y ofrecí holocausto). Muchas veces no es fácil confrontar cuando se está en autoridad. Samuel lo hace, Locamente has hecho (has hecho como un tonto), no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios. ¿Qué esperaría escuchar Saúl de boca de Samuel? Una felicitación o quizá, no hay problema Saúl hiciste muy bien. Saúl escucha todo lo contrario. Las consecuencias de su loca decisión fueron terribles e inesperadas para él: Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó (v. 14). Saúl, había perdido la oportunidad de su vida. Había perdido el reino sobre Israel: ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre, Mas ahora tu reino no será duradero. Los recursos de Dios son inagotables: Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón (v. 14). En la obra de Dios todos somos importantes, pero nadie imprescindible (1 Cor. 3:6-9).
Preguntémonos, ¿cómo hubiéramos reaccionado usted al recibir tan trágica noticia? Quizá nos ponemos a llorar. Nos lamentaríamos. Pedimos perdón. O una reacción similar mostrando arrepentimiento. Saúl no muestra nada de lo anterior. Sencillamente sigue con sus planes con total indiferencia a la situación que debe enfrentar. Dios lo ha rechazado…pero a él poco le importa.
En 1 Samuel 15, Dios da una segunda oportunidad a Saúl. Por medio de Samuel da una orden: Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene…(v. 3)…Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, y del ganado mayor de los animales engordados (v. 9). Como vemos, Saúl nuevamente desobedece la orden divina que estaba muy clara: destruye todo. Lamentablemente Saúl no buscaba los intereses de Dios sino los de él mismo. Dios y el profeta Samuel reaccionan y éste último debe confrontar de nuevo al rebelde rey. Saúl desperdició otra oportunidad. Contrario a lo que se esperaba de sentirse humillado, avergonzado o arrepentido, Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento (v. 12). Este monumento lo hizo para celebrar su aparente triunfo.
Saúl al momento de encontrarse nuevamente con Samuel lo recibe como si nada malo hubiese hecho: yo he cumplido la palabra de Jehová (v. 13). ¿A quién quería Saúl engañar a Samuel o a Dios? El profeta con la autoridad de Dios le dice: Déjame declararte (v. 16, ¡cállate, no me vengas con eso!) La respuesta de Saúl: Di (la respuesta de Saúl indica que Samuel era un farsante al que él estaba desenmascarando y que dudaba de la relación y autoridad del profeta con Dios (Swindoll, Historias fascinantes de vidas olvidadas, p. 145). Samuel le recuerda y aclara su triste situación (v. 17-23). A pesar de lo claro de la orden, Saúl justifica y excusa respondiendo: yo he cumplido la palabra de Jehová (v. 13),…el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas para sacrificarlas a Jehová tu dios, pero lo demás lo destruimos (v. 15). La obstinación de Saúl se manifiesta una vez mas: Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová…mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal (v. 20-21). Saúl intenta justificar su desobediencia aduciendo que lo que no mataron, fue sencillamente para darlo como ofrenda al Señor. Samuel responde, Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación (v. 22-23).
Saúl es rechazado por su desobediencia reiterada. Aún en medio de la gravedad del asunto, Saúl como rey lo único que desea es dar la mejor impresión y guardar las apariencias: Yo he pecado, pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel (v. 30). Aunque Saúl siguió siendo el rey ante los ojos del pueblo, ya no lo era ante Jehová Dios de Israel. Después de este último incidente, el profeta Samuel nunca mas volvió a ver a Saúl. El triste y trágico final de la vida del primer rey de Israel debe servirnos de ejemplo: Entonces tomó Saúl su espada y se echó sobre ella (1 Samuel 31:4). Sin duda alguna, la desobediencia a Dios, nos trae trágicas consecuencias. Hagamos una reflexión de cómo está nuestra vida. Bendiciones.
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