Principios cómo enfrentar las pruebas (Santiago 1:2-4).
Una manera segura de probar la autenticidad de un diamante es por medio lo que los joyeros denominan la prueba del agua. La imitación de una piedra nunca brilla igual que una auténtica, pero no siempre resulta fácil detectar el contraste por medio de un análisis común a simple vista. Los joyeros saben que poner un diamante genuino y una imitación uno junto al otro en agua, revelará las diferencias. El auténtico continuará resplandeciendo con el mismo brillo debajo del agua, mientras que la imitación pierde todo el brillo. Así debe ser la vida del genuino hijo de Dios. Brillar aún en medio de las pruebas de la vida. El pastor puritano Tomás Manton dijo: mientras todo está en calma y comodidad, vivimos por los sentidos y no por fe.
Nadie está vacunado para no padecer adversidades en la vida. La vida de Job es un buen ejemplo (1:1, era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal). Partiendo de esto surgen algunos conceptos espirituales equivocados:
1. Por ser cristiano todos nuestros problemas están resueltos.
2. Si tenemos problemas no somos espirituales o tenemos algún pecado (no siempre es así).
Debemos así también, diferenciar entre prueba (es una experiencia que Dios permite para fortalecer nuestra fe) y tentación (es el acto de incitar a hacer algo malo mediante una promesa de placer o ganancia. La tentación en sí no es pecado sino cuando accedemos a la misma.
El primer principio de cómo enfrentar las pruebas, el escritor Santiago nos dice que es manteniendo el gozo. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas. El gozo es un fruto del ES (Gál. 5:22). Es la respuesta apropiada del alma debido a nuestra fe en Dios y basado en las promesas en su Palabra. El gozo, no está supeditado a situaciones externas (eso es alegría). El gozo es una respuesta espiritual ante las adversidades de la vida. Nehemías 8:10 dice, …el gozo de Jehová es vuestra fuerza. Santiago usa el verbo tened (imperativo). No es opcional sino mas bien un mandato. Diversas pruebas. Estas vienen de diferentes maneras, colores y sabores. No tenemos ninguna garantía de vivir una vida libre de dificultades. Jesús en Juan 16:33 dice, …En el mundo tendréis aflicciones, pero confiad, yo he vencido al mundo). Lo que hará la diferencia entre uno y otro, es la actitud en cómo enfrentamos las pruebas. Tres detalles relevantes:
1. Toda adversidad tiene un tiempo de duración. 2 Cor. 4:17 recuerda, Porque esta leve tribulación momentánea). No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, dice el viejo y gastado proverbio.
2. Tenemos un futuro mucho mejor. Romanos 8:18 dice, Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
3. Job es un buen ejemplo de cómo enfrentar adversidades (Job 1.20-21, adoró).
El segundo principio es que debemos estar enterados (v.3, Sabiendo que le prueba de vuestra fe produce paciencia). En nosotros debe haber un conocimiento de que enfrentaremos problemas en cualquier momento de nuestra vida. En 1 Pedro 4:12 encontramos, Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese. Todos mas de alguna vez enfrentaremos situaciones complicadas (Juan 16:33, En el mundo tendréis aflicciones, pero confiad yo he vencido al mundo). Los problemas en la vida no hacen distinción de personas. Estos son inevitables pero Jesús nos dice que confiemos en él. Nuestra fe en Cristo hará la diferencia.
El tercer principio es producir paciencia en nosotros. Sabiendo que la prueba de fe produce paciencia. La paciencia así como el gozo es un fruto del ES (Gál. 5:229. Es la capacidad de soportar situaciones adversas de la vida y la disposición tranquila para aceptarlas. Como sabemos, paciente se le llama a la persona que ingresa al hospital cuando está enfermo. La paciencia es necesaria para recobrar la salud y volver a la normalidad. Nada mejor que desarrollar paciencia en medio de la adversidad. Nos ayuda a fortalecer nuestro mundo interior. David en el Salmo 40:1 dice, Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso, puso mis píes sobre peña, y enderezó mis pasos. Cuando agotamos nuestros recursos, ahí inicia Dios Su obra para hacer cambiar las circunstancias a favor nuestro. No es fácil aprender a tener paciencia y esperar el tiempo de Dios (Moisés quiso adelantarse al llamado de Dios 40 años). En Is. 40:29, 31 dice, Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas…pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas…Esfuerzo. Firme, vigor, poder etc. La espera por lo menos significa:
a. Aceptar con gozo lo que Dios nos permite afrontar (v. 2, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas). No es quejándonos, amargados o lamentándonos.
b. Esperar significa que tenemos un problema y estamos esperando en Dios. Aunque no lo parece, necesitamos humildad para llegar a ello. Muchos no queremos mostrar nuestra necesidad a los que están alrededor y a Dios mismo. El orgullo espiritual impide seamos auténticos. Si necesitamos ayuda expresémoslo. Es muestra de honestidad. También es una valiosa oportunidad de compartir nuestras cargas (Gál. 6:2, Sobrellevad los unos las cargas de los otros…Salmo 40:1, se inclinó a mi, y oyó mi clamor).
Finalmente, debemos lograr madurez (v. 4, Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna). Dios permite toda prueba para que logremos es meta: madurez (practicar lo que aprendemos u oímos. Santiago usa dos términos: perfectos: es alguien totalmente desarrollado, maduro y cabales: estar completo y entero. Dios como un buen Alfarero está trabajando en nuestra vida para hacernos mejores (Jer. 18:3-6). Necesitamos revestirnos de humildad para que nuestro Dios haga Su obra completa y perfecta (1 Pedro 5:6 dice, Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios…). Dios permite las adversidades para hacernos mejores y lograr la madurez. El deseo de Dios es que pasemos con éxito las pruebas. No hay fórmula mágica para la madurez cristiana. Este viene con el tiempo y siendo pacientes.
Tomás Manton dijo: mientras todo esta en calma y comodidad, vivimos por los sentidos y no por fe. Si hemos pasado o estamos atravesando alguna adversidad, no somos la excepción sino la regla en la vida del hijo de Dios. Así también, en medio del dolor, Dios nos llama a manifestar la mejor actitud, el gozo y paciencia. Recordemos, tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (Rom. 8:18). Dios les bendiga.
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